Sombrero de pluma. Capítulo 11.

Sombrero de pluma

Plumas y cascaron

Días después, la herida de Palomo sanó bien gracias a la curación del veterinario, aunque todavía seguía algo débil, Paloma seguía volando para conseguirle pequeños trozos de pan, gusanos, nueces y lo que pudiera llevar al nido. Por los sucesos acontecidos, se olvidaron por completo de los viejitos. Tornando su vuelo cercano a un hospital, Paloma vio a aquel viejito en una cama reposando, era Ceferino. Se acercó con cautela a la ventana del hospital y se quedó un ratito ahí sin mayor preocupación. Solo lo estaba mirando. Se cuestionaba sobre el motivo por el cual los humanos cambiábamos de casa para ser atendidos como a los animales callejeros jamás lo han experimentado.
Antes de caer la noche, picoteó levemente el vidrio de la habitación, para irse volando con dirección al nido. Al arribar, le contó a Palomo donde estaba el viejito.
  • Brr, Palomo, brr – emocionada
  • ¿Qué sucedió? – cansado
  • ¿Por qué, brr, estas enojado? – moviendo su cabeza
  • No estoy enojado, tengo hambre – extendiendo sus alas
  • Ya sería, brr, tiempo de que, brr, volaras de nuevo, ¿No crees?, brr
  • Tienes razón, pero no quiero dejar de estar de…
  • Brr, no digas más, mejor, brr, escucha lo que te voy a platicar, brr – interrumpiéndole
  • Cuéntame – acomodándose
  • Brr, para eso no te sientes mal, brr, ¿verdad?
  • Luego me podrás criticar, por ahora cuéntame.
  • Cuando estaba volando, brr, encontré al viejito, brr, en un hospital cercano, brr
  • ¿Cómo? Con bata blanca o verde.
  • Creo que verde, brr, la verdad no recuerdo, brr, ¿por qué?
  • Se internó – rascándose con su pico
  • No sé, brr, ¿Me estás preguntando, brr, o me estás afirmando? Brr
  • Afirmando, debió de ser algo de los viejitos.
  • ¿Cómo le pasó al viejo cuervo? Brr
  • No, a ese se lo comió una rata, no pudo volar y valió moronas de pan. – volteando su cabeza – O creo que le mordieron las alas, no recuerdo.
  • No entiendo a los humanos, brr
  • ¿Por qué lo dices?
  • Brr, porque si ellos tienen un nido, brr, ¿por qué se van para otro lugar?, brr, ¿por qué no, brr, los cuidan ahí?
  • La verdad es que no sé, supongo que así de raros son los humanos – levantándose –, no son como nosotros los palomos – abrazándola.
  • Vamos a, brr, hacer una cosa
  • ¿Qué cosa?
  • Vamos a seguir de nuevo, brr, a los viejitos, brr
  • ¿Por qué? – extrañado
  • Brr, ¿no te interesaría saber cómo acabará, brr, la historia de ambos?, brr, además de que eres chismoso.
  • Jajaja, en eso tienes razón, somos chismosos.
  • Brr, otra cosa
  • ¿Cuál?
  • En los últimos días me he sentido mal, brr, como si trajera algo en mí, brr, no sé qué es, brr – angustiada
  • ¿Cómo que sientes?
  • Brr, me siento como si tuviera, brr, una piedra dentro de mí
  • ¿Una piedra? – preocupado – ¿crees que sea un huevo?
  • Brr, ¿Cómo crees? – espantada
  • No es mala idea, una piedra es del tamaño de un huevo
  • ¿Qué, brr, haríamos, brr, con un huevo? Brr, no sabríamos, brr, que hacer, brr – alterada
  • Algo curioso es que cada vez que te alteras dices más brr
  • No cambies el tema, brr, – intranquila – ¿Qué haremos?
  • Podemos dejárselo al veterinario
  • ¿Para qué, brr? Para que se quede, brr, encerrado en una jaula, brr. Prefiero, brr, tenerlo conmigo, brr
  • Hay que descartar todo antes de decir que es un huevo
  • ¡Tú fuiste el primero, brr, de decir que era un huevo, brr!
  • Fue lo primero que pensé, pero dime, ¿no quisieras tener un palomito?
  • Quizás, brr, no en este momento, ¿y tú?, brr
  • De querer sí quiero, de cuidarlo no sé
  • Mejor dejémoslo para otro día, brr, me voy a ver a la viejita, brr, tú vigila si está el viejito en su casa, brr
  • ¿Estás enojada? – ingenuo
  • Brr, no ¿Cómo crees? Si, brr, estuviera enojada no hubiera cenado contigo, brr, y me iría de inmediato, brr – dándole la espalda
  • Pero si ya te vas y no comimos nada
  • Por eso Palomo, brr, adiós
Paloma partió sin más, estaba enojada y un tanto confundida por todo lo que estaba experimentando. Fue volando hasta la casa de Catalina y se quedó en la parte exterior del gran ventanal. Reposó, pero comenzó a sentirse peor y, para distraer el dolor, picoteó las moronas que había. Se percató que una ventana estaba abierta, entró con cautela y se recostó en un sillón. El dolor aumentaba, optó por dormir un poco para disminuir su malestar. Y cuando despertó, se dio cuenta de que tenía un pequeño huevo a lado suyo y el dolor había desaparecido. Desafortunadamente se encontraba atrapada en una pequeña jaula colgada en la pared.
  • Hola pequeña palomita, – le dijo Catalina – no sé cómo llegaste hasta acá con un huevo, pero no te preocupes, te voy a cuidar hasta
  • Déjame ir por favor, brr, quédate el huevo, brr, pero a mí no – decía Paloma
  • No tienes nada que agradecer pequeña palomita, – sonriente – tengo que irme, pero ahorita regreso.
  • No te vayas por favor, brr, déjame libre, brr. – siguió alejándose – ¡Te estoy hablando méndiga vieja con forma de vara de sauce!, brr –amenazab
Catalina fue a su cuarto y Paloma se quedó en la sala. ¿Cómo escapo de aquí? – se lo preguntaba y replicaba Paloma e intentó de todo. Golpeó las rejas, las agitó, voló y se estampó con las rejas, pero nada de eso funcionó. En un acto desesperado, probó un último intento picoteando el clavo de la reja, a ver si podía escapar de esa jaula, comenzó a picotearla. Donde estaba el clavo que sostenía la jaula, el hueco de la pared se agrandó para finalmente caerse junto con la jaula. El huevo y Paloma cayeron al vacío sin más, Paloma se envolvió con el huevo para que no se rompiera. La caída fue bastante dura, Paloma lo resintió en su cuello y un ala, volteó para ver si se abrió la rejilla de la puerta, afortunadamente se rompió. Estaba a punto de escapar volando cuando miró al huevo, estaba indecisa si llevárselo consigo o abandonarlo en esa jaula, un verdadero dilema. ¿Qué debo de hacer?, resonaba en su mente. De pronto, se escuchó abrirse una puerta del fondo, sabía que Catalina venía ya hacia la sala. No dudó más, agarró el huevo y salió por la ventana que estaba abierta, en ese exacto momento de su escape, Catalina llegó a la sala y viendo todo el desastre que causó Paloma.
Con cansancio llegó al nido y Palomo no estaba. A Paloma se le hizo extraño, pero no le tomó importancia. Acomodó al huevo en un espacio chiquito para que Palomo no notara el huevo, lo cubrió con ramas y hojas, pero las hormigas empezaron a acercarse y estar sobre el huevo. Comió un par de hormigas, pero tuvo que moverlo de ahí y lo único que podía hacer era ponerse sobre el huevo para protegerle y para evitar que Palomo lo viera. Se sentó sobre el huevo a modo de incubación, pero Palomo iba llegando…



Créditos: Doctor Suavecito

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