Sombrero de pluma. Capítulo 8.

Sombrero de pluma

Solo los pájaros 3

Palomo despertó muy agitado, moviendo sus alas alocadamente, haciendo el acostumbrado brr de Paloma, diciendo no con tono elevado, prácticamente gritando pidiendo ayuda a alguien, cundo estuvo al cien por ciento despierto notó la ausencia de Paloma y vio su herida que realmente no fue muy grande, pero sangró mucho. Se levantó del nido y fue a la orilla del árbol para ver si podía ver a Paloma, pero una rama estaba débil y con el peso de Palomo cayó la rama junto con él. No se lastimó pues la rama iba rozando con el árbol y Palomo cayó de espalda a la rama, pareció surfista. Cuando estuvo en el suelo empezó a caminar de nuevo al árbol y trató de escalarlo para llegar al nido, pero un hombre negro con bigote fino, lentes, pelón y con un sombrero café junto con una gabardina grisácea lo tomó cuidadosamente, le vio su herida y se lo llevó, trató de imponerse, pero no pudo hacer gran cosa. Cuando estaban saliendo del parque vio a Paloma que estaba llegando al nido.
  • ¡PALOMA!, ¡AQUÍ ESTOY!, ¡AYÚDAME!, ¡ME SECUESTRAN! – gritaba Palomo

El hombre únicamente veía que hacía mucho “brr”, pero no le tomó importancia.
  • ¡Te juro que si me sueltas te voy a dar una picoteada en esa cara de xoloitzcuintle rasurado que te acordarás toda tu vida, miserable humano! – Palomo amenazaba
El hombre lo acariciaba, lo miraba dudoso para luego decir.
  • Cálmate pequeña paloma, no te haré nada – con voz serena
  • ¿CÓMO QUIERES QUE ME CALME? – gritó Palomo – Hijo de la guayaba, quisiera estar bien para partirte tu mandarina en gajos, te voy a agarrar como el gato de la otra vez que me quiso comer
Palomo siguió amenazando. Llegaron a una casa con fachada blanca y letras azules diciendo “Veterinario”, se adentraron y en esa casa estaba impresionante pues tenía una mesa donde ponía a los perros, jaulas para gatos, pequeños espacios para las aves de cualquier tipo, espacio especial para animales acuáticos y más; estaba pintado de un color café claro y, para sorpresa, no olía a animal dentro de esa casa, el señor resultó ser un veterinario que tenía experiencia en aves. El veterinario puso a Palomo en una jaula vacía, mientras que Palomo continuó gritándole a Paloma para que lo rescatara de esa trampa mortal mientras que el veterinario preparaba una inyección con un líquido raro.
  • ¡NO TE ATREVAS A PICARME CON ESO, MÉNDIGO! – gritó Palomo al veterinario mientras se iba acercando a él
El veterinario abrió la jaula y Palomo le empezó a picotear como loco, pero parecía que no le hacía absolutamente nada, ni cosquillas. Pronto solo sintió el piquete con ese líquido que le quemó hasta el alma, rápidamente lo volvió a enjaular. A los diez minutos empezó a sentir mucho sueño, cansancio, agotamiento, y no sentía algunas partes del cuerpo, creyó que sería el final para él, pensaba que lo echarían a un vil asador neoyorquino o al lado de unas ratas con chinos cochinos, pensaba mil y una atrocidades. Finalmente se cayó por el medicamento. No supo cuánto tiempo pasó inconsciente, creyó que todo lo que experimentó fue un sueño, pero no. Despertó, seguía un poco sedado en el veterinario con una pequeña novedad ya tenía una curación en el estómago, exactamente en su herida.
  • Qué bueno que despertaste amiguito – dijo el veterinario – no sé cómo te hiciste esa herida tan grande, pero ya quedó, mañana a primera hora te podrás ir de aquí

Palomo le agradó que le hubiera curado la herida, una herida de ese tamaño lo hubiera matado con los curados de Paloma. Media hora después se le quitó por completo lo medicado y su estómago empezó a rugir, tenía mucha hambre tanto que si veía un baguette se lo comía entero. Al estar imaginándose mil y un panes, el veterinario le dio agua y gajos de naranja, mandarina y poco alpiste.
  • ¿Me viste cara de gorrión, pichón, canario o de qué? – reclamaba Palomo – Solo me lo voy a comer porque tengo hambre, pero me siento ofendido
Después de esa pequeña merienda llegó la noche que, al contrario que otras veces, hacía calor sofocante, el veterinario lo sacó de la jaula y lo echó a volar. Poco después pudo llegar al parque y encontrar su jacaranda y encontró a Paloma que estaba llorando.
  • No llores mi Palomita
  • ¡BRR, PALOMO! –se le abalanza – ¿¡DÓNDE ESTABAS!? Pensé que jamás te volvería a ver, brr
  • Me caí tratando de buscarte y un veterinario me secuestró
  • ¿Y esa, brr, cosa que traes en la panza?
  • No sé qué me puso que me durmió, cuando desperté esto traía
  • ¿Por qué apenas llegaste? Brr
  • Apenas me liberó y tú ¿Dónde estabas?
  • Estaba recogiendo, brr, pequeñas nueces para ti, brr, pequeño ingrato
  • ¿Por qué ingrato?
  • Porque te fuiste, brr
  • Ya te dije que me caí de una rama floja, y el que debería estar enojado soy yo
  • ¿Y cómo, brr, por qué?
  • Porque cuando el veterinario me secuestró y salíamos del parque, tú llegaste al nido y comencé a gritarte como loco que me ayudaras y más
  • No te oí, brr, pero sí te busqué, brr, no te encontré en el parque así que fui con el viejito, brr, fui con la viejita y no te encontré, brr, pensé que el gato te había devorado, brr
  • Por suerte no me lo he encontrado porque lo dejaba sin pelo
  • ¿Seguro? Brr
  • Sí – presumiendo
  • ¡Cuidado, brr, está detrás de ti!
  • ¿¡DÓNDE!? – gritó – ¡VUELA!
  • Brr, no que te lo ibas a desplumar, ja, ja, ja – sonriente
  • Nunca me hagas esto – asustado
  • Ja, ja, ja, brr, mejor descansa un poco y cuéntame, brr, lo que te pasó con esa herida
  • Cuando estaba siguiendo al viejito hasta el edificio gigantesco y de ahí unos niños me lanzaron una roca utilizando una resortera y me dieron en el estómago, caí en el árbol donde me encontraste y te sabes el resto de la historia
  • Pensé que, brr, iba a ser más interesante, brr
  • ¿Más interesante? – cuestiona – Si casi me muero
  • Brr, pero acaso, brr, moriste – sarcástica
  • No pues no
  • Ahí está, brr
  • Mejor ya acurruquémonos en el nido
  • Vamos mi Palomo, brr
Se acomodaron en el nido, la noche empezó a enfriar más y las plumas calentaron esa cruda noche. Las hormigas recorrían el árbol, la sangre circulando y un huevo entre las entrañas de alguien empezó a sentir aquel pequeño huevo que estaría a punto de llegar.




Créditos: Doctor Suavecito

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