Monstruosidad guerrera. Capítulo 5.

Monstruosidad guerrera

Maldiciones

La mansión del Charro Negro estaba rodeada por unas nubes de tormenta impidiendo que el sol iluminara los alrededores, el frío que azotaba aquella tarde era realmente horrible para todos con excepción de Pancho por su cuerpo de pingüino, incluso, incrementó su productividad. Después de hacer el tan acostumbrado quehacer por todos los cuartos, iba a preparar la comida para la Chupacabras y los hombres lobo.
  • ¡Pancho! – gritan desde la entrada principal

Pancho va muy apresurado pues creyó que le pasó algo. Al llegar con él, tenía el traje lleno de espinas y con unas cuantas manchas de savia.
  • ¿Qué le pasó? – preocupado
  • Solamente me atacó una planta, pero no pasa nada, son fieras, me gustó el trabajo que hiciste
  • ¿No quiere que le repare el traje?
Con un chasquido, las telas del traje se repararon, las espinas de las plantas salieron volando y al terminar su reparación quedó impecable, parecía nuevo.
  • Creo que ya viste que no lo necesité, pero no te llamé por eso
  • ¿Para qué me llamó?
  • Te llamé para que me acompañes con nuestros tres huéspedes
  • Deje les reparo su comida y se las llevo
  • No, solamente trae el rifle
  • ¿Los asesinaremos?
  • No, solamente lo llevaremos por si acaso
  • Por si acaso ¿Qué? – intrigado
Lo vio de reojo y se fue hacia el establo, Pancho se quedó dudando del qué hacer. Se retiraba hacia la cocina cuando se escuchó.
  • ¡ES PARA HOY! – gritó desesperado

Pancho, atemorizado, fue al cuarto de armas tomando el rifle. Rápidamente fue con su patrón y ambos entraron a las caballerizas. Al entrar, los hombres lobos se volvieron locos, mucho más de lo normal, con la presencia del Charro Negro. La Chupacabras estaba en su forma acuática y su cabeza estaba sumergida en el bebedero que tenía a un lado.
  • ¡CÁLLENSE! – gritó con una voz endemoniada
Los hombres lobos chillaron mientras que la Chupacabras sacó la cabeza del agua para convertirse en su forma perruna.
  • No me es muy grato el estar aquí – dice el Charro Negro
  • ¿¡CREES QUE ES GRATO PARA NOSOTROS!? – enfureció la mujer lobo

Pancho apuntó justo a la cabeza de la mujer lobo, estaba listo para dispararle. La mujer forzó sus cadenas, casi las rompía.

  • Todavía no lo hagas – le interrumpe – miren, a ustedes dos les propongo un trato
  • ¿Qué trato? – preguntó el hombre lobo
  • Si me ayudan a una batalla que próximamente disputaré, les libero de su maldición
  • ¡NO PUEDES HACER ESO! – reclamó la mujer lobo – ¡Maldito mentiroso! – le escupe – No creo que puedas quitarme mi maldición
  • ¿Quieres ver que sí? – sonriente – ¡Apúntale a la cabeza de él! – le dijo a Pancho

El Charro fue con la mujer lobo tomándola del cuello, el hombre lobo quiso atacarlo, pero seguía encadenado y bajo la amenaza de que Pancho le volara los sesos. La mujer lobo quiso quitarse las manos del Charro Negro, pero fue en vano. En seguida, el Charro Negro besó con un poco de lujuria desenfrenada a la mujer lobo, todos se quedaron impactados por ese acto. Una pequeña sombra negra salió de los pies de la mujer lobo, esta sombra la envolvió toda. Después de todo ese acto, la sombra se le transfirió al Charro Negro y este dio un pequeño escupitajo hacia los pies de Pancho. Ella se transformó de nuevo en su forma humana y era una persona hermosa, el Charro Negro la dejó caer. El hombre lobo comenzó a olfatearla. La mujer vio sus manos y ya no tenía el excesivo vello, sintió su cara y ya no había más pelos de lobo; sin embargo, estaba desnuda. Ella estaba impactada, pero cubrió sus intimidades.

  • ¿Cómo lo hiciste? – temblorosa
  • Quité la maldición, ahora ya la poseo yo – contesta el Charro Negro
  • ¿Te convertirás en hombre lobo?
  • No, solamente poseo la maldición, pero no me afecta en lo absoluto
  • ¿Puedes hacer lo mismo conmigo? – pregunta el hombre lobo
  • No te besaré, no soy joto – enojado
  • No, no hablo de eso, quiero que me quites esta maldición
  • Si me ayudas a mis cometidos, está más que claro que te dejaré como tu fiel acompañante
  • ¿También podrás quitármela a mí? – interrumpe la Chupacabras
  • No lo sé, se intentaría – contesta fríamente el Charro Negro – por lo mientras, le regreso la maldición a esa bella mujer temerosa y encadenada

Al dar tres chasquidos, la sombra negra salió del cuerpo del Charro Negro metiéndose de nuevo a la pobre mujer la cual casi instantáneamente cambió su apariencia. El Charro salió de la habitación dejando a Pancho. Los tres huéspedes del establo comenzaron a alocarse y Pancho escapó de ahí dirigiéndose a la cocina. Después de aventarles la comida y limpiar la cocina, pasa por la chimenea para limpiarla.
  • ¿Sabes qué es lo que no me gusta de absorber las maldiciones? – resuena la voz del Charro
  • Dos cosas. – contesta Pancho – Primera, ¿Dónde está? Segunda, ¿Qué no le gusta?
  • Estoy atrás de ti
Pancho voltea asustado y sí, el Charro Negro apareció sentado en su sillón fumando un puro y bebiendo tequila.
  • ¡Nunca me haga eso! – espantado
  • No te espantes de mí – sereno – y, contestando a tu segunda pregunta, no me gusta absorber las maldiciones porque se me crean algunos seres extraños
  • ¿Seres extraños?
  • Sí, estos seres son como las pesadillas
  • ¿Las pesadillas?
  • No creo que entiendas lo que te quería explicar, pero te voy a mostrar ese ser al que yo creo que es un parásito
Con su mano derecha empezó a frotar su brazo izquierdo y lo jaló hacia abajo. Mostró su mano y en ella había un pequeño ser gelatinoso, con ojos rojos, se desplazaba de la misma forma que los caracoles, era excesivamente agresivo con todos los que se le acercaran, una desventaja de él es que era lento. Dejó al pequeño ser en sus piernas. Hizo el mismo proceso con el brazo y mano contrarios, en esta ocasión salió una criatura se asemejaba a un erizo, era negra, espinoso, daba saltos para desplazarse, tenía bastante agilidad. A ese también lo dejó en sus piernas y comenzó a pelear con el primero. Tronó sus dedos y de éstos salieron unas gotas rojas, parecía sangre. Todas estas gotas se juntaron en un solo cuerpo formándose un murciélago de la mitad de su palma, se lanzó hacia las otras dos criaturas y los tres empezaron a pelear.
  • Creo que ya viste el por qué – irónicamente
  • Sí, pero en sí ¿Cuáles son esas maldiciones?
  • La que se parece a un erizo de mar es parte de mi otra forma. La que parece murciélago es de alguna bruja. Y la pequeña gelatina es por culpa de un demonio hijo del diablo
  • ¿Por qué no se ha podido eliminar de esas maldiciones?
  • Porque necesita de alguien más para perturbarlo, intenté mandártelas a ti, pero no se quedaron
  • Y si se las manda a alguna de las Tlahuelpuchis, aprovechando que le mandaron al colibrí alebrije, – meditó por un momento – alto, ¿Qué me hizo qué?
  • Tienes razón, hay que mandarlos
  • Y ¿Cómo? – pregunta – Si se están peleando
  • Acuérdate que las maldiciones se pueden combinar en una mixtura
  • ¿Cómo le hará?
  • De la misma forma que ellas se mezclan conmigo
Los tomó a los tres, su mano creció al tamaño de una bola de boliche haciendo que las tres criaturitas se fusionaran. Delicadamente sopló y su mano volvió a su estado normal. La revoltura de estos tres salió una criatura gelatinosa con tres ojos.
  • ¿Esa cosa es lo que salió? – pregunta Pancho decepcionado
En eso, la criatura lo volteó a ver y le salieron unas alas de murciélago, se le abalanzó a Pancho. Estando en su rostro, le salieron unas espinas que estaban perforándole el cuello a Pancho. El Charro Negro se levantó y recogió a la criatura.
  • Esa cosa salió – descaradamente
  • Eso es peor que la peste o una pulga

Pancho seguía con el susto. El Charro le dio instrucciones en una lengua inentendible al pequeño ser, él salió por la abertura de la puerta y se dirigió a donde la líder Tlahuelpuchi. Llegó a la cueva cuando todos estaban dormidos, la criatura se confundió en cuál cuerpo meterse, quiso meterse al de un chaneque, pero pronto encontró al cuerpo de la líder Tlahuelpuchi. Subió lenta y cuidadosamente por el hombro de la líder, al estar a la altura de su oído se transformó en una sombra metiéndosele. Empezó a crearle pesadillas horrorosas…

Y se despertó, la líder Tlahuelpuchi se encontraba tirada y herida, estaba enfrente de la mansión del Charro Negro, específicamente en su jardín. Los alebrijes estaban intentando meterse a la casa, Mariana estaba confrontando a un hombre lobo, los chaneques confrontaban a la mujer lobo, Marcela confrontaba a las plantas que trataban de comérsela. Escuchaba sangre correr, heridas abiertas ya infectadas, cuerpos sin vida. Olía miedo, pánico, enojo, cansancio, deterioro. Se paró e intentó huir, pero el Charro Negro la tomó del brazo. Despertó muy alterada, había tenido una pesadilla, parecía que el futuro que le dio el espejo de obsidiana la seguía atormentando y liberado su imaginación junto con el pequeño espectro. Luego de que se despertara del todo, notó que no había nadie en la cueva, le parecía extraño y más porque el sol ya había salido.
  • ¡MARIANA, MARCELA! – gritó
El grito resonó por toda la cueva, la líder Tlahuelpuchi estaba sola. Se levantó y dirigió hacia la entrada a pesar de que hubiera luz solar. Antes de que llegara, Mariana apareció con un paraguas hecho de huesos, cuero, madera y pequeñas fibras duras, lo estaba utilizando para cubrirse del sol.
  • ¿Por qué estás afuera con esa cosa? – pregunta la líder
  • Es un paraguas, me lo dieron los alebrijes – contesta Mariana
  • Yo digo que no se fíen de ellos
  • Deja de tener tu miedo irracional
  • No es irracional, es bien fundamentado y más por el futuro que vi
  • ¿Qué futuro? – rascándose la cabeza – ¿Desde cuándo ves el futuro? – sorprendida
  • Mi cerebro no coordina bien, mejor dime ¿Qué están haciendo allá abajo?
  • Los alebrijes están practicando tácticas de apoyo con los Ahuízotl mientras utilizan a las momias de tiro al blanco
  • ¿Y los chaneques?
  • Esos están cansados pues los utilizaron como municiones
  • No voy a preguntar cómo los estaban utilizando, por lo mientras, transfórmate en humo
  • ¿Para qué?
  • Para que yo pueda utilizar el paraguas, me gustó por los huesos que tiene
Mariana, enojada, decidió quedarse en la cueva para chacotear mientras que la líder Tlahuelpuchi bajó cuidadosamente con el paraguas. Vio los entrenamientos, los Ahuízotl estaban más preparados y acondicionados para más de una batalla. Los alebrijes, a pesar de sus descomunales cuerpos, aumentaron su velocidad y agilidad. Las momias tenían más resistencia para no desarmarse con un simple golpe o por cargar cualquier objeto. Los chaneques se veían demacrados por los múltiples golpes. Vio a Marcela estar en los entrenamientos, ella tenía una nube encima que impedía que los rayos de sol le llegaran directamente, estaba acoplándose con el Ahuízotl alfa, parecían ser un guerrero formidable. Llegó donde el alebrije alfa, éste se veía un poco molesto, algo le inquietaba demasiado.
  • ¿Y esa angustia es común en ti? – pregunta la líder
  • ¿Crees que la preocupación es normal?
  • Depende desde donde lo veas, y ¿Sí es normal?
  • Obviamente no lo es – molesto – me preocupa mi pequeño alebrije
  • ¿Dónde está?
  • Lo mandé por unas cosas, pero no ha regresado
  • ¿A dónde lo mandaste?
  • Por unas plantas para nosotros – dudando
La líder dudó de su respuesta, creía que le estaba mintiendo, algo se lo decía en su interior.
  • Y dime – dice el alebrije – ¿Cuándo atacaremos?
  • Mañana en la noche
  • ¿Por qué no atacamos esta noche?
  • Estoy esperando la luna de sangre
  • ¿Y por qué no en luna llena?
  • ¿Crees que somos viles y sarnosas mujeres lobo? – indignada – La luna de sangre, al igual que los vampiros, nos da más fuerza y poder
  • En sí, ¿Ustedes no son vampiresas?
  • Somos una rama de los vampiros, pero, en mis palabras, somos mejores que los vampiros europeos
  • A ver, para despejar mis dudas, ¿Quiénes son los monstruos más poderosos?
  • ¿De cada continente, país, región natural o de qué?
  • De cada continente
  • De este continente, teóricamente, es el Charro Negro, aunque deberían ser ustedes por ser guías espirituales y existir casi casi desde la creación. De África son algunas criaturas atrapadas en el tiempo como el Kikiyaon o el Mokèlé–mbèmbé, básicamente son una especie de dinosaurios del Congo. De Europa siguen discutiendo por ese puesto, pero quizás sean las brujas como Baba Yaga o Fuma Pipa. De Asia serían los demonios, dragones o incluso algunos tipos de sirenos en forma de peces gato. En Oceanía no sé cuáles haya, pero deben ser rarísimos
  • Y, por último, ¿Por qué quieres revocar al Charro Negro?
  • Todo tiene que llegar a su fin, pero ya no te daré más explicaciones pues estás siendo muy preguntón y eso me desespera
Unos ventarrones venían hacia la cueva, esas nubes tormentosas podrían ser de apoyo para el entrenamiento en terrenos fangosos o resbalosos. La líder los detuvo momentáneamente llamándolos para que se reunieran con ella.
  • Con la tormenta – inicia la líder – podremos utilizarlos con los alebrijes acuáticos
  • ¿Quiénes nos quedaremos? – pregunta una momia
  • Únicamente se quedarán los alebrijes, los Ahuízotl y Marcela
  • ¿Por qué yo me quedaré aquí? – reprocha Marcela
  • Porque la conexión que tienes con el alfa es impresionante, quizás una noche más con esa conexión y tendremos un pequeño ejército indefinidamente poderoso – serena – y necesito a los líderes
  • ¿Para qué? – pregunta el alebrije
  • Porque vamos a planear un ataque sincronizado

La líder Tlahuelpuchi, el líder alebrije, los líderes chaneques y las momias fueron hacia la cueva. Estando ahí, la líder hizo una mesa de roca del suelo y paredes de la caverna. Mariana, con cera líquida de velas, la regó sobre la recién creada mesa creando un mapa de las cercanías de la mansión del Charro Negro. El alebrije se puso a un lado de Mariana, los líderes chaneques se pusieron al otro lado del alebrije.

  • Gracias Mariana – dice la líder – ahora, con este pequeño mapa, los primeros que atacarán son los chaneques
  • ¿Por qué nosotros? – pregunta un líder chaneque
  • Porque ustedes son pequeños, son casi imperceptibles y causan bastantes daños
  • ¿Nos lanzarán como un solo grupo o en varios grupos?
  • En varios grupos para rodear la casa, pero cada grupo tendrán una momia que los acompañarán e iniciarán los destrozos. Cuando el Charro Negro salga o mande algunos de sus muchos habitantes en su casa, entrarán el restante de momias junto con los Ahuízotl, Marcela y los alebrijes
  • ¿Cuándo apareceremos nosotras? – pregunta Mariana
  • Cuando salga el Charro Negro, nosotras dos lo atacaremos junto con el líder alebrije
  • Miren, – interfiere el líder alebrije – no quiero ser el aguafiestas ni nada, pero ¿No creen que sería mejor retractarnos?
  • ¿Por qué lo dices? – cuestiona la líder
  • Porque, en dado caso que perdamos ¿Qué nos pasará? ¿Cuáles serán las consecuencias luego de la guerra?
Todos callaron, Mariana vio a la líder, algunos chaneques se vieron entre sí mientras que otros vieron con un poco de shock a las momias que estaban detrás de ellos, la líder Tlahuelpuchi vio con enojo al líder alebrije.
  • No responderé ante ello, – dice la líder – mejor te preguntaré, ¿Qué pasará si ganamos?
  • Las desventajas serán las mismas – reprocha el líder alebrije
La líder Tlahuelpuchi se transformó en humo desapareciendo de la cueva. Todos los que se quedaron en la gruta empezaron a susurrar sobre ello tomando diferentes posturas. Pronto, la mesa se deshizo junto con la cera de la vela. La tormenta azotó y los truenos parecían parte del entrenamiento, propiamente parecía el inicio de una guerra. La líder había salido hasta la parte más alta de la montaña, ahí estaba un monzón con ríos desencadenados creados de la propia lluvia. Al transformarse de nuevo, la maldición ya había salido de su cuerpo aferrándose a una roca, la Tlahuelpuchi, al verlo, se asustó.
  • ¿Qué cosa eres tú?
  • Ñam – reclamó
  • ¿Qué es ñam?
  • Maldición – con voz chistosa
  • ¿Maldición? – extrañada – ¿Eres una maldición?

En seguida, a la maldición se la llevó el caudal que ese día caía. Llena de enojo dio un grito desaforado y ensordecedor. Después, su pelo se comenzó a alebrestar y alzar, tres relámpagos le cayeron desmayándola por los grandes impulsos eléctricos. Los alebrijes vieron que los tres rayos cayeron y Marcela fue a socorrerla.

La líder despertó dentro de la caverna, todos estaban rodeándola, ella se espantó al ver tan cerca a los alebrijes, entre miedo y rudeza exclamó.
  • ¿Qué me ven? – reclama – ¿¡QUÉ ME VEN!? – fiera
  • Si quieres te dejamos – contesta Mariana
  • Total, solamente te cayeron tres rayos – agrega Marcela
  • Los sentí como si hubieran sido diez – contesta la líder
  • ¿Cómo se siente que te caiga un rayo? – preguntó un chaneque
  • No te puedes mover, se te nubla la mente, te duele todo el cuerpo y sientes bastante calor internamente, estoy muy cansada y me rezumba la cabeza
  • Y una pregunta – interfiere el líder alebrije – ¿Qué era una cosa negra como si de una gelatina se tratase?
  • ¿Lo viste? – sorprendida
  • Más bien uno de los míos se lo comió ¿Qué era?
  • ¡Una maldición!
  • ¿Una maldición? – pregunta Marcela
  • Sí – fríamente contesta la líder –, creo que fue una obra de mi querido enemigo
  • ¿Cómo sabes que era una maldición? – pregunta Mariana
  • Esa cosa me lo dijo con una voz chistosa – dudosa
  • ¿Qué haremos? – cuestiona el alebrije
  • ¿Qué hora es? – pregunta la líder
  • Ya es de madrugada – contesta un chaneque
Meditó por unos instantes. Levitó para dirigirse a la entrada de la cueva. Vio el paisaje nocturno, la tranquilidad le invadió.
  • ¿A cuánto tiempo estamos de la mansión del Charro Negro? – curiosea la líder
  • A una hora en forma de humo – contesta Marcela
  • ¿Y a paso de chaneque y momia? – consulta una momia
  • El de chaneque a tres horas y al de momia en noventa minutos
  • Perfecto – interfiere la líder – partiremos en el atardecer
  • ¿Y el sol? – pregunta Marcela
  • Nos llevaremos paraguas como el que utilizó Mariana, además de que no nos hace tanto daño
  • Pero no tenemos la suficiente preparación – replica un chaneque
  • Ese será su problema, mañana en la noche será la luna de sangre, tenemos aprovechar esa oportunidad
  • ¿Y si nos reusamos a ayudarte? – cuestiona un líder chaneque
  • ¿Quieres quedar como tus amigos a los que dejé sin una gota de sangre? – amenaza – ¿¡ESO QUIERES!? – alterada
El chaneque se quedó callado y apenado, bajó su cara para quedarse sentado. Estaba achicopalado.
  • Si no hay más interrupciones, – continúa la líder – y espero que ya no haya, prepárense para la guerra – con sonrisa en rostro – ¡Lárguense quienes no sean Tlahuelpuchis!
Las momias, chaneques y alebrijes salieron donde los Ahuízotl, las únicas que se quedaron en la cueva fueron Mariana, Marcela y la líder. Una vez que todos se fueron, las tres empezaron a hablar.
  • ¿Qué te pasa? – inicia Mariana – Jamás te habíamos visto así de alterada o intrigada, o bueno, estás más de lo normal
  • Tiene razón – contesta Marcela – algo te tiene alterada ¿Será la guerra contra él?
  • Me imagino que por los futuros – contesta la líder – esas cosas desgastan los pensamientos
  • ¿Cuáles futuros? – ambas preguntan

Frunce su seño y se le hizo un nudo en la garganta, exhaló en tono de desesperanza, comenzó a relatar.
  • Hice un rito el cual un espejo me mostró el futuro y no sé si ese futuro pasará porque me comentó que existían más de dos
  • ¿Qué mostraba ese futuro? – pregunta Marcela
  • A grandes rasgos íbamos perdiendo, me encuentro frente a frente con el Charro Negro
  • ¿Qué más? – pregunta Mariana
  • En ese preciso momento, el espejo terminó su vista del futuro, terminó rompiéndose hasta desaparecer
Todas se quedaron calladas, no sabían que decirle.
  • Pues yo creo que hay que dormir y reparar nuestras heridas – dice Mariana – ¡Esa guerra no se ganará por sí sola! – entusiasta
  • ¡Tienes razón! – contesta la líder – Deberías tener esa actitud, Marcela
  • ¿Por qué como ella? – enojada – Sabes que con mi actitud es suficiente para vivir la inmortalidad, digamos que soy como la personalidad intermedia entre ustedes dos
  • No, yo tengo personalidad y tú solamente tienes cerebro – responde Mariana

Marcela se quedó indignada con ello, Mariana se rio internamente. La noche siguió pasando y todos ellos terminaron cediendo al sueño.

Por otra parte, el Charro Negro se despertó y sintió que sus pequeñas maldiciones habían desaparecido de este plano terrenal. Salió de su cuarto para dirigirse hacia el cuarto de Pancho. El cuarto de Pancho parecía varios terrenos pues había un gran cubo lleno de agua helada, tenía árboles, enredaderas y algunas lianas las cuales se podía mover, su cama era una hamaca. En los árboles tenía un par de rasgaduras de cuernos, así afilaba sus cuernos de toro. Pancho estaba profundamente dormido en su hamaca hasta que…
  • ¡DESPIÉRTATE!
Ese grito fue muy potente. Pancho se despertó de golpe, soltó un gruñido y calló de cara golpeándose muy fuerte. Se abrió el labio por el golpe.
  • Dígame patrón – adormilado y adolorido
  • ¡Prepárate! – enérgicamente
  • ¿Para qué? – bosteza
  • Porque las queridas vampiresas que nos atacarán
  • ¿Qué busco?
  • Necesito que me traigas a Xolo, a mi caballo y a Xiuhcóatl, después necesitaré que saques a nuestros huéspedes de la caballeriza
  • Usted se quedó con los primeros dos y no sé dónde los tiene, ahorita le traigo a la máquina guerrera – bosteza – y ¿Seguro que quiere que libere a los licántropos?
  • Sí, ¿Por qué lo dudas?
  • Porque podrían hacer estragos en la casa
  • Únicamente dije que los sacaras, nunca dije que los liberaras de sus cadenas
  • Buen punto
  • Y, por último, cómo plan de contingencia saca una botella de pulque y entiérrala a cien kilómetros de la casa con una profundidad de cinco metros
  • ¿Para qué?
  • Ya te dije que para caso de emergencia
  • ¿Qué más?
  • Que ya te tardaste en hacer todas las cosas que te dije, ¿Por qué sigues aquí?
Pancho salió de su cuarto un poco enojado dirigiéndose a la cava, tomó la primera botella de pulque que vio y se apresuró a irse. El frío de la noche lo despertó e hizo que corriera. Tardó quince minutos para llegar a los cien kilómetros y tardó otros diez para cavar, con mucho cuidado dejó la botella y escaló por las paredes del túnel. Luego de taparlo por completo, comenzó a golpetear un poco para que la tierra se reacomodara. Antes de irse, dejó unas rocas y una equis haciendo alusión de que ahí estaba enterrada la botella. Volvió a la mansión, reunió todo lo que había pedido y se los dejó en el sillón frente la chimenea. No sacó a los huéspedes pues si los sacaba él se lo iban a devorar o destrozar. Antes de que se fuera de nuevo a dormir, pasó por la chimenea para prenderla y Xiuhcóatl le habló.
  • ¿Qué has pensado de mi propuesta? – intrigado
  • Creo que es obvio mi respuesta – bosteza
  • Realmente no, por eso te pregunto
  • Para que te quede claro, no quiero aceptar tu propuesta – suspira – así que me retiro
  • Acércate más por favor
Se levanta y lentamente se acerca con él.
  • ¿Qué quieres?
  • Antes de que te vayas a dormir, contéstame, ¿Qué ha hecho el Charro Negro para que tenga tu lealtad?
  • Fácil, él mejoró mi habla, razonamiento y movilidad. Si no me hubiera mejorado, ahorita andaría como un muerto viviente o mucho peor
Dejó de hablar y Pancho se fue a dormir. El Charro Negro, estando en su cuarto, no podía dormir así que apareció una botella de Bacardí Blanco y un tocadiscos en el que se estaba reproduciendo el disco “La nave del olvido”, bebió hasta el amanecer.



Créditos: Doctor Suavecito

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