Monstruosidad guerrera. Capítulo 6.

MONSTRUOSIDAD GUERRERA

Habló la guerra

Por fin se vio otro amanecer en la mansión del Charro Negro, él no durmió en toda la noche por estar oyendo las canciones del Príncipe. Salió de su cuarto y con un manoteo aparecieron convertidos en collares Xolo y su caballo, los guardó en una bolsa de su pantalón. Transformado en sombra, apareció en el sillón donde acostumbraba a sentarse, tomó a Xiuhcóatl el cual también lo guardó en su pantalón.
  • ¿¡Por qué me guardas con un perro sarnoso y con un equino apestoso!? – fiero, desafiante reclama Xiuhcóatl
Lo ignoró, pero los tres estaban batallando en la bolsa del pantalón. Se dirigió al establo para estar con la Chupacabras. Los hombres lobo, extrañamente, estaban tranquilos en esa ocasión. La Chupacabras estaba transformada en su forma perruna. El Charro Negro detuvo su caminata para hablar frente a frente con la Chupacabras.
  • Quiero hablar con tu forma humana – inicia
  • No ha salido, desde que tú nos encerraste aquí, únicamente nosotros hemos de surgir de nuevo – tétrica
Comienza a temblar, se escucharon crujir un par de huesos y comenzó a cambiar de forma transformándose en su versión acuática.
  • Cierto, – continúa – nosotras tomamos el control de este cuerpo
De nuevo cambió de forma y rompimiento de huesos, en esta vez se transformó en su versión voladora.
  • Así que no nos molestes con que quieres ver a esa escoria de mujer decrépita – con voz sádica
  • Saben que si ella muere ustedes mueren, ¿Verdad?
  • ¿Qué quieres decir? – confundida
  • Ustedes perecerán si ella fallece y no le queda mucho tiempo ¡Quiero hablar con su forma humana! – exige
Se quedó dudando, ¿Será cierto lo que dice? Las tres mentes se lo preguntaban. Casi de inmediato comenzó a transformarse para convertirse en aquella venerable mujer. Al transformarse de nuevo en Dolores, ella estaba algo agitada y confundida, le dolía todo el cuerpo por las batallas campales y las cadenas que la aprisionaban. Vio al Charro Negro y comentó furiosa.
  • ¿Qué me hiciste maldito? – enojada – ¿Qué es esta prisión apestosa?
  • Liberé tus formas, ¡liberé tu poder!
  • ¡Déjame salir de aquí! – suplicando – ¡No quería perder el control de nuevo! – sollozando – ¡Es horrible perder la consciencia!
  • Tranquila, – apaciguado – si no tuviera la situación bajo control tú no estarías aquí
  • ¿Qué quieres de mí? – cansada
  • Lo mismo que te pedí cuando fui a capturarte
  • Ya sabes mi respuesta, ¡Déjame ir!
  • ¿Qué dirías si te prolongo tu vida?
  • ¿A qué te refieres? – curiosa
  • No nos hagamos, Dolores, sabes que la muerte te ha acechado desde hace un par de años. Te propongo que, si me ayudas, te postergaré la vida por diez años por cada una de tus transformaciones
  • ¿Cómo sé que me ayudarás? – insegura – ¡Si me fuiste a capturar estando en mi casa!
  • ¡Seguramente te engañará! – grita Xiuhcóatl
  • ¡Cállate animal! – replica el Charro Negro
  • ¿Qué fue eso? – pregunta extrañada la Chupacabras
  • Es una bestia convertida en amuleto – explica –, pero concentrémonos. Te doy una gota de mi sangre para demostrar el juramento, será inquebrantable
  • ¿Tienes sangre? – pregunta irónicamente
  • Sí – indignado – ¿Accedes o no?, no tengo tanto tiempo del que quisiera
  • ¿Para cuándo quieres ese favor? – pensativa
  • Hoy en la noche, la guerra hablará
  • Libérame y te ayudo, creo que estoy más desesperada yo
El Charro dudó por un momento, pero le quitó las cadenas; sin embargo, a la Chupacabras se le formó una pulsera de acero en las muñecas. Rápidamente notó las extrañas pulseras que parecían más un par de esposas.
  • ¿Qué es esto? – señala a las esposas
  • Es una protección por si alguna de tus otras mentes desea salir sin mi permiso, luego de la batalla te las daré para que tú las controles
  • ¿Puedes ponernos algo así a nosotros? – pregunta la mujer lobo – Para ayudarte en la batalla
  • Sí, mínimo para no estar encadenados aquí – completa el hombre lobo
El Charro Negro chasqueó y a ellos también se les desaparecieron las cadenas, se les formó una pulsera en el tobillo de cada uno. El hombre se volvió a transformar en su forma humana; barbón, robusto, con bastante vello en todo el cuerpo, no se notó mucho su transformación a humano. La mujer se convirtió en aquella sensacional belleza terrenal que no existen palabras para poder describirla. Los tres le agradecieron que los convirtió de nuevo. Con dos chasquidos los vistió con ropas a la medida de ellos, pero con su estilo. Los dirigió a la habitación principal y, cuando Pancho los vio, se quedó helado, tragó saliva y se rascó la cabeza en gesto de desesperación. Rápidamente se le ocurrió una idea.
  • Patrón – titubea Pancho – ¿Podría acompañarme a la cocina?
  • ¿Para qué?
  • Es que un murciélago se quedó pegado en la estufa
  • ¿Otro? – desesperado – Muéstrame dónde
Fueron hacia la cocina, Pancho cerró la puerta con seguro, vio por la ventana si ninguno de los tres los había seguido.
  • Eres muy malo mintiendo, ¿lo sabías?
  • Sí, pero quería que estuviéramos solos para preguntarle ¿Por qué los soltó?
  • Porque ya vienen esas vampiresas tlaxcaltecas, además, están bajo un hechizo con ese brazalete que tienen, no pueden hacer nada sin mi permiso
  • ¿Es seguro?
  • Contéstame, ¿Alguno de nuestros otros huéspedes ha escapado?
  • No, ninguno
  • Ahí está tu respuesta, mientras estén con esa pulsera de acero no tienes de que preocuparte por nada, a excepción de que se rompan los embrujos de la casa
  • Y si en algún caso, sin importar el motivo, todo se destruyera, ¿Qué pasaría?
  • En un caso hipotético, todos los residentes que tenemos aquí se escaparían y las cosas únicas se perderían. No tienes que preocuparte pues es hipotético
  • Confiaré en usted – dudoso
  • Si no hay nada más, ve alistando el plan
Pancho y el Charro Negro volvieron a la habitación principal. Estando ahí, planificaron las tácticas a utilizar para la llegada de ellas. Ninguno contaba de que una amenaza gigante estaba a horas de despertarse.
Ya había caído la tarde, los aliados de las Tlahuelpuchis estaban ansiosos y, según ellos, preparados para la guerra que se avecinaba. La líder Tlahuelpuchi despertó un poco intrigada, las pesadillas de las maldiciones le seguían afectando al por mayor. Mariana y Marcela despertaron, vieron a la líder que estaba pensativa aquella vez.
  • ¿Estás bien? – pregunta Mariana
  • ¿Sigues con las pesadillas? – cuestiona Marcela
  • Sí y no. Sigo pensando en las consecuencias de la guerra
  • Deja que hable la guerra – contesta Marcela – y mira, en dado caso que algo pudiera salir mal, podemos escaparnos cómo lo hemos hecho en cacerías
  • ¿Dejaremos a las momias? – cuestiona Mariana
  • Son simples peones en este juego – sonriente
  • Las que importamos somos nosotras – contesta la líder
  • Y dime – expresa Mariana – ¿Cuál es tu verdadera preocupación?
  • Luego se las diré – con nudo en el estómago – por ahora, quiero salir a caminar y ver cómo van los demás
  • Eso es raro de ti – comenta Marcela
  • Y eso no es de tu interés y cambio de tema. Mariana ¿Tienes más paraguas contigo?
  • Sí tengo, pero se los llevaron los perros sarnosos junto con unos alebrijes – contesta
  • Marcela – dice la líder –, trae a tu Ahuízotl pues ellos los traían

Marcela, irritada, suelta un chiflido bastante agudo, lastimaba los oídos. El Ahuízotl alfa trae consigo a toda su jauría, unos cuantos están jugueteando con los paraguas de huesos como simples carnazas.

  • ¡Dénmelos ya! – exige Marcela

Los Ahuízotl se intimidaron dejándolos en el suelo y yéndose apresuradamente. Marcela los levantó y se los dio a cada una, pronto, entraron los chaneques junto con el líder alebrije.

  • ¿Para qué los querían? – pregunta el alebrije
  • Únicamente los llamamos para los paraguas – contesta Marcela
  • ¿Para qué? – pregunta un chaneque
  • Porque tenemos que partir ya – dice Mariana
  • ¿A la guerra?
  • ¡Está más que claro! – eufórica responde la líder – ¡La sed y falta de sangre está volviéndome loca!
  • ¿No sería mejor irnos más tarde? – cuestiona el alebrije
  • Al paso de las momias y chaneques, vamos retrasadas – comenta Marcela
  • ¿Les avisamos a los demás? – interroga el chaneque
  • Les debieron de avisar desde que entraron – contesta la líder – ¡Váyanse ya!
Los chaneques corrieron para avisarles a todos mientras que el líder alebrije fue con tranquilidad. Las tres Tlahuelpuchis abrieron los paraguas y salieron. La líder Tlahuelpuchi sentía intranquilidad ante las sombrillas, pero le protegían de quemaduras solares. Al llegar donde el restante de alebrijes, chaneques, Ahuízotl y las momias, la líder solamente se los quedó viendo sin decir absolutamente nada, todos esperaban alguna respuesta. La Tlahuelpuchi estaba cuestionándose muchas cosas, Mariana y Marcela estaban preocupadas por ella, las pesadillas y visiones la dejaron peor. Se quedó viendo a un punto fijo en el suelo, no reaccionaba.
  • ¿Partimos ya? – intranquilo pregunta el líder alebrije
  • ¿Cómo? – atontada contesta la líder
  • ¿Ya partimos? – vuelve a decir
  • Sí, – confundida – los chaneques súbanse a los hombros de las momias, mientras que nosotras nos subiremos en un alebrije
  • ¿Nos subiremos en un alebrije? – pregunta Marcela
  • ¿No será mejor irnos en nuestra forma de humo? – pregunta Mariana – Sería mejor para que no gasten energía de más
  • Tienen razón – comenta la líder –, nosotras nos transformaremos en humo. Los alebrijes más grandes traten de llevar a las momias ya sea en sus lomos o en sus patas. Los restantes irán a pie  

Las momias toman a los chaneques y se los colocan en los hombros. El líder alebrije llama a uno de sus alebrijes voladores; éste tenía colores vistosos, tenía cabeza y un gran pico de colibrí, ojos pequeños, lengua de mariposa, cuerpo de águila, garras de halcón, cuello de cóndor, aunque con plumas y cola hermosa de quetzal. El alebrije volador se comunicó con su líder, estaba insistiendo en que quería llevar a las Tlahuelpuchis.

  • Oigan – inicia el líder alebrije –, él quiere llevarlos
  • ¿Es seguro? – preguntó Marcela
  • Sí – respondió el líder alebrije – o eso creo – susurró
  • ¿Cómo que eso crees? – Mariana intrigada
  • Sí porque jamás he subido a uno de nosotros – comenta el líder alebrije – yo siempre cuidé se los demás
  • No hay que discutir ahora – interviene la líder – si el alebrije quiere llevarnos, que nos lleve

Mariana y Marcela se quedaron sorprendidas por la respuesta. Las tres subieron sin quitarse el paraguas. El líder alebrije se subió hasta adelante e hizo que el gran alebrije volara cerca de las nubes en donde no pegara el sol.
Mariana quería matar el tiempo en lo que llegaban, empezó a cuestionar.
  • ¿Cuánto tiempo nos soportará?
  • Nos puede soportar de aquí hasta medio oriente, – alardeando contesta el alebrije – no se preocupen por el peso pues esta criatura es lo suficientemente fuerte para aguantar el triple de su peso
  • ¿Crees que podrá combatir contra lo que nos encontremos?
  • Eso espero, pero tampoco estoy seguro
  • ¿Cómo que no estás seguro? – Marcela alterada
  • Sí, no sé qué sea con lo que nos enfrentemos
  • ¿Cuál es su debilidad? – pregunta la líder
  • No tenemos debilidad, podemos cruzar sin dificultad al Mictlán, al Tlalocan, al Tonatiuichan o incluso al Chichihuacuauhco
  • A pesar de que ustedes puedan atravesar los paraísos mexicas, todos tenemos debilidades sin importar que seamos dioses
  • No hay una debilidad para nosotros que somos guías espirituales, y si la hay no la hemos encontrado
  • Debe haber algo – insistente
  • ¿Por qué tanta insistencia con eso? – molesto
  • No es insistencia, solo es preocupación por lo que el Charro negro pueda tener contra nosotros
  • Nosotros somos más viejos que él, no te preocupes
La líder enmudeció, se puso seria y no volvió a hablar con él durante el resto del viaje. A la mitad del viaje apareció una tormenta, apenas iniciaba, envolvía una gran área, no cedería tan fácilmente. Por fin la noche llegó, justo a tiempo ya que arribaron cerca de los plantíos del Charro Negro, la lluvia apretó y las gotas dolían cuando caían. Los alebrijes cambiaron de color para camuflarse con el ambiente, las Tlahuelpuchis cerraron los paraguas y se quedaron junto los alebrijes, los Ahuízotl se quedaron más atrás escondiéndose entre las rocas. Las momias con los chaneques empezaron a dirigirse hacia la mansión negra, pasaron las plantas carnívoras y éstas no parecían tener ninguna reacción en contra de ellos. Todo parecía estar tranquilo, ¿O no?
Mientras tanto, el Charro Negro sintió la presencia de los chaneques. Con un poderoso chiflido llamó a Pancho.
  • Dígame patrón – preocupado
  • Llegaron, ya sabes qué hacer
  • ¿Ya los dirijo?
  • Sí, y toma un arma por cualquier cosa, de las especiales para ti

La líder enmudeció, se puso seria y no volvió a hablar con él durante el resto del viaje. A la mitad del viaje apareció una tormenta, apenas iniciaba, envolvía una gran área, no cedería tan fácilmente. Por fin la noche llegó, justo a tiempo ya que arribaron cerca de los plantíos del Charro Negro, la lluvia apretó y las gotas dolían cuando caían. Los alebrijes cambiaron de color para camuflarse con el ambiente, las Tlahuelpuchis cerraron los paraguas y se quedaron junto los alebrijes, los Ahuízotl se quedaron más atrás escondiéndose entre las rocas. Las momias con los chaneques empezaron a dirigirse hacia la mansión negra, pasaron las plantas carnívoras y éstas no parecían tener ninguna reacción en contra de ellos. Todo parecía estar tranquilo, ¿O no?

Mientras tanto, el Charro Negro sintió la presencia de los chaneques. Con un poderoso chiflido llamó a Pancho.
  • Dígame patrón – preocupado
  • Llegaron, ya sabes qué hacer
  • ¿Ya los dirijo?
  • Sí, y toma un arma por cualquier cosa, de las especiales para ti
Pancho se dirigió a la sala de armas de donde extrajo un rifle, el más raro y poderoso que tenían. Apresuradamente corrió hasta donde estaban los poderosos licántropos, con euforia y pánico los dirigió a la azotea en donde podían observar a las múltiples momias que ahora azotaban el campo de magueyes. Las vieron detenidamente. La lluvia comenzaba a crear pequeños caudales haciéndoles una travesía complicada para las momias. Pronto, las momias comenzaron a lanzar a los chaneques para que cubrieran terrenos altos y hacer destrozos desde ahí. Al terminar de lanzar a todos los aluxes, los magueyes empezaron a moverse sin control alguno, trataban de defender a la casa en contra de los invasores. Molieron a algunas momias mientras que los chaneques pudieron hacerles daños a los magueyes más vulnerables.
Cuando los chaneques llegaron a la azotea, los licántropos y Pancho empezaron a lanzar a las amenazas diminutas. En un acto desesperado, Marcela lanzó poderoso chiflido significando el ataque de los Ahuízotl hacia todo aquel que se moviera. Salieron de donde estaban y se dirigieron en contra de los magueyes.
Los canes fueron vistos desde las alturas por Pancho. Éste saltó de las alturas con rifle en mano. En su caída pudo lanzar un par de disparos en contra de la jauría hiriendo a un par de Ahuízotl. El Charro Negro apareció en la azotea, estaba impaciente de lo normal.
  • ¡Parece que apenas inicia la guerra! – eufórico – ¡Estoy ansioso de sangre!
  • ¡Ay! – exclamó la Chupacabras – No espantes así, mis nervios están bastante alterados
  • Y se pondrán peor
  • ¿Por qué? – pregunta la mujer lobo
  • Porque empezarán a pelear – sonriente
En un abrir y cerrar de ojos las pulseras de metal comenzaron a desvanecerse. Los primeros en transformarse fueron la pareja de lobos. Ellos, al término de su cambio, se lanzaron hacia la batalla atacando a todos los Ahuízotl. La Chupacabras comenzó a aterrarse por volver a ser prisionera de su cuerpo y mente, no quería volver a lo que tanto le daba miedo.
  • ¡Por favor! – gritó la Chupacabras – ¡No quiero volver ahí! – lagrimeando
  • Tranquila, te devolveré a tu cuerpo

Los ojos de Dolores verían por última vez antes de que la Chupacabras lo viera con rabia e iniciando su cambio. La criatura que salió primero fue la canina y se lanzó a la batalla. El Charro Negro apareció un camastro viendo y disfrutando la batalla sin preocuparse.

Del otro lado de la batalla, la líder Tlahuelpuchi mandó a los alebrijes a que atacaran a los magueyes, los alebrijes más poderosos atacaron a los lobos. El alebrije líder se enfrentó a la Chupacabras. La Chupacabras no atacó al alebrije, al contrario, lo analizó, estaba viéndolo de arriba para abajo. Rápidamente de su forma canina se transformó a la forma voladora. El líder alebrije no se acobardó, al contrario, la atacó salvajemente. La batalla pintaba a que el alebrije perdería ya que la Chupacabras lo tomaba de sus extremidades superiores y lo dejaba caer de grandes alturas, le daba arañazos de gravedad. Estaba siendo masacrado. Algo ocurrió, algo se rompió, quizás hubiera sido los efectos de la batalla, pero el líder alebrije comenzó a cambiar; de su forma “racional” cambió a su forma ancestral. El gran alebrije, con su mandíbula, tomó a la Chupacabras de sus alas lanzándola hacia la mansión negra. Momentáneamente la dejó fuera del juego. De la mansión salieron un par de criaturillas, monstruos deformes, maldiciones. Todos, a excepción de las maldiciones, salieron huyendo de la casa. El Charro Negro enrabió por el escape de las criaturas. Sin más, bajó a la batalla. Estaba dirigiéndose a donde se escondía las dos Tlahuelpuchis.

La líder Tlahuelpuchi, eufórica, comentó a Mariana.
  • ¡Debemos entrar a la casa! – desesperada – ¡Ahora está vulnerable!
  • ¿Qué se supone que debamos hacer?
  • Si destruimos la casa, todo lo que ahí está debilitará al Charro Negro
  • Y repito, ¿Cómo lo haremos?
La líder se le quedó viendo a Mariana, ya sabía lo que tendría que hacer.
  • Perdóname por lo que voy a hacer – comenta la líder –, pero debo ganar esta guerra y haré todo lo que esté a mi alcance
  • ¿Por qué pides disculpas? – extrañada
La líder pronunció un par de palabras en maya, instantáneamente Mariana se transformó en aquel monstruo terrorífico en lo que le habían convertido con anterioridad. Ahora su sed de sangre era mayor, prácticamente incontenible e irracionalmente anormal para cualquiera. Salió de donde estaban escondidas y se dirigió a la casa. La líder se transformó en humo y siguió detrás de Mariana.
El Charro Negro silbó y de sus bolsillos salieron Xolo y su caballo. El caballo se prendió en fuego y comenzó a galopar sin rumbo fijo, atacó a los chaneques y pequeños alebrijes de la zona. Xolo peleó contra toda la jauría de Ahuízotl. En un chasquido, las maldiciones que habían logrado salir de la mansión fueron absorbidas por el Charro Negro.
Apresuradamente el Charro Negro se transformó en la criatura esquelética y negra, pero su altura se duplicó, de dos metros aumentó a cuatro metros. Mariana vio la transformación del Charro, en su necedad de sangre y extremo salvajismo fue contra la grotesca criatura. El Charro Negro vio aproximarse a Mariana. Rápidamente la reconoció – maldita criatura – susurró.
La Chupacabras despertó del golpazo. Vio a Mariana que se dirigiéndose al Charro. Soltó un rugido ensordecedor y voló hacia ella. Pudo interceptarla desviándola de su trayectoria. Mariana encolerizó mucho más y los colmillos empezaron a encontrarse. Mariana, en diez segundos, succionó más de tres litros de su sangre, prontamente la Chupacabras se debilitó hasta desmayarse y cayéndose al suelo, la tiró a los magueyes; sin embargo, Mariana sufrió mareos inmediatos por la sangre de la Chupacabras. Las bacterias que ella tenía afectaron rápidamente a cualquiera que tuviera contacto con su sangre. Finalmente, el vuelo de Mariana terminó en estrellamiento en la mansión negra.
Al Charro Negro le dio igual la pelea aérea, aunque distinguió el humo. Ese humo ya lo había visto con anterioridad.
  • Sabes que te puedo ver – gritó el Charro Negro – ¿Por qué te escondes en tu forma de humo?

La Tlahuelpuchi no dijo ni una sola palabra. El Charro inhaló bastante aire para soplarlo en forma helada hacia la líder Tlahuelpuchi. El gélido aliento del Charro provocó que la Tlahuelpuchi cayera en el suelo rocoso para que apresuradamente volviera a convertirse en su forma humana. Ella, al darse cuenta de ello, se quedó impactada, nada ni nadie pudo jamás transformarla en contra de su voluntad. El Charro Negro fue hacia donde ella, pero dejó de ser aquella tétrica sombra para convertirse en la apariencia de siempre.
La líder Tlahuelpuchi se levantó fiera y desafiante, aunque estaba aterrada por dentro mientras que el Charro Negro estaba con una sonrisa.
  • ¡Quita tu estúpida sonrisa! – dijo la Tlahuelpuchi
  • ¿Por qué tanta agresividad? – sonriente
  • Por tu maldita tiranía luego de tantos años
  • ¿Tiranía?
  • ¡Efectivamente! – gritó – ¡Todos aquí podremos ser criaturas mitológicas, pero tú eres el verdadero monstruo! ¡La verdadera escoria del mundo! Encarcelaste y aprisionaste a tantas criaturas en tantos siglos que ni siquiera tú debes recordarlas y ahora por eso muchos te tienen miedo, sino es que pavor
  • ¡Ella tiene tanta razón y cordura! – grita Xiuhcóatl
  • ¿Es en serio? – pregunta – ¿Por qué tienes al arma más poderosa de Huitzilopochtli en tu bolsa? – preocupada
  • ¡Este loco me secuestró hace siglos y me puso en este dije! – grita – ¡Desataré toda mi furia contra quien me aprisionó aquí!
  • Conozco la leyenda de los cuatrocientos hermanos, ¿es verdad todo lo que pasó? – cuestiona la líder
  • Toda la leyenda es verdadera, salvo una parte que nunca fue contada y esa fue que cuando dejé de servir como un arma de guerra pude ser libre, nunca quise ser de guerra a pesar de que ese es mi propósito para el que fui creado. Pronto, este maldito pudo localizarme y aprisionarme de nuevo en donde ahora estoy
  • ¡Luego fraternizan! – interrumpe el Charro Negro – Te hago una última propuesta, mi estimada Marceline
  • ¿Cómo es que sabes mi nombre? – cuestiona
  • Eso no es de tu interés, mi propuesta es que te largues con tus malditos alebrijes y chaneques que están destrozando mi casa junto con tus perros sarnosos y no habrá ninguna represalia en contra suya, ¿te parece?
  • ¡No le creas! – interfiere Xiuhcóatl – ¡Él me mintió, tú no confíes en él! ¡Destruye la casa y todos seremos libres! – grita con desesperación
Mariana despertó, pudo adquirir anticuerpos luego de las toxinas de la sangre de la Chupacabras. Mariana se levantó de donde estaba, quitó los escombros y finamente se adentró a la casa. Estando dentro de la casa se dio cuenta que estaba en un pasillo largo, gris, no había ningún tipo de iluminación, aunque claro, no hacía falta pues Mariana tenía los sentidos al más no poder. Con su gran olfato pudo detectar algo, un olor un tanto familiar. Abrió la puerta más cercana y para sorpresa de ella era la sala donde estaba aquel chamán; Mariana sonrió mientras que el pobre nahual estaba aterrorizado por volverla a ver.
  • Pensé nunca volverte a ver – comentó titubeando el nahual
  • Y yo nunca pensé volver a estar en esta forma grotesca – responde Mariana
  • ¡Vete de una vez, niña! El Charro está planeando no sé qué cosas con un arma de dioses o algo así, no sé qué sea, pero tienes que correr o volar, sabrán los dioses que harás
  • Mi plan era destruir todo de aquí – irracional – debo de destruir todo
  • Escúchame bien, si quieres destruir todo debes liberar a los que estamos en la habitación, pero no como la última vez que nadie pudo romper la jaula
  • ¿Romper jaula? – errática y confundida
  • Esa transformación debe estar afectando tu mente, si me entiendes, ve y toma aquella pequeña botella – señalando con su ala – bébela y restaurará tu cordura
  • Botella, beber
Mariana, torpemente, agarró la botella y bebió todo su contenido; eran las lágrimas de la llorona. Una vez que bebió las escazas gotas, le ardió la garganta hasta su tracto digestivo, el estómago le estaba burbujeando por lo fuerte de las lágrimas, se desmayó por un minuto. Al volver en sí, la mente de Mariana dejó de estar nublada, ya no había ningún pensamiento intrusivo ni nada que la idiotizara. Parpadeó un par de veces y se dirigió con el nahual. Mariana se abalanzó en contra de la jaula del chamán.
  • ¡No me hagas daño! – asustado
  • No te haré daño – comenta Mariana – te liberaré para que me ayudes
  • ¡Qué bueno! – relajado – Pensé que me comerías
  • Todavía no, te liberaré porque nos sirves
  • ¿Cómo dices?
Acto seguido Mariana destrozó la jaula en donde estaba aprisionado. Este pudo salir, pudo volar a pesar de que quería regresar a su apariencia humana. El nahual señaló todo lo que debían sacar o destruir para que las criaturas ahí encarceladas pudieran salir. La guerra llegaría a su fin…



Créditos: Doctor Suavecito

Comentarios