MONSTRUOSIDAD GUERRERA
Cazando licántropos
El Charro Negro se adentró en un
bosque extenso y casi impenetrable, en su camino se encontró con un par de
osos, una jauría de lobos, varios búhos y un par de roedores. Su caballo comenzó
a alterarse, algo comenzaba a seguirlos, algo más fuerte que un oso. El Charro
Negro preparó la vieja pistola con las balas de plata, paró el caballo y bajó, vio
hacia los árboles y se encontró con una gran sombra que por detrás se le
acercaba, volteó y la gran criatura se le aventó para devorarlo, pero le dio
tres balazos cercanos al corazón y el primer licántropo cayó. Se le acercó y comenzó
a revisar al hombre lobo, no le convenció ya que era un hombre lobo muy viejo
así que decidió dejarlo ahí para que muriera. Un kilómetro al norte se ya se
encontraba en una zona despejada de árboles, cerca de un riachuelo el Charro
Negro se detuvo para que el caballo tomara agua. El ruido del río impidió que ambos
escucharan que algo muy grande estaba acercándose. Al terminar de beber…
- ¡Y aquí viene la verdadera pelea! – exclamó con emoción
Un hombre lobo apareció de entre las
sombras, le tomó del pescuezo y lo arrojó del otro lado del arroyo. El caballo
salió corriendo. El Charro, en un ataque de enojo, se transformó en una
criatura negra de dos metros, delgada, esquelética, sus manos eran garras
afiladas, sus pies se convirtieron en una cola de serpiente, sus ojos se
tornaron rojos, sus dientes se hicieron iguales a los del hombre lobo.
- ¡Ahora sí viene la verdadera diversión!
El hombre lobo saltó dirigiéndose
sobre el Charro Negro, por otra parte, él lo tomó la pierna en el aire y lo estampó
contra una roca. Se quedó noqueado. El Charro tomó una piedra y se la lanzaría
en la cabeza, pero otro hombre lobo salió de la nada y lo derribó. Este segundo
ente se veía más delicado y apacible, era una mujer lobo.
- ¡Encontré la parejita! – con sonrisa – ¡No importa si son diez, acabaré con ustedes! – enojado
El Charro Negro chasqueó y duplicó
su tamaño. En dos golpes pudo desmayar a la mujer lobo haciendo que se
desmayara. Los revisó y estaban en excelente condición física fuera de unos
cuantos moretones. Con un par de aplausos y silbidos aquellas bestias se
transportaron al establo perfectamente amarrados. En un chasquido, el Charro
Negro se transformó de nuevo en su forma normal y llamó a su caballo,
curiosamente ya estaba cerca de él.
- Nunca me han gustado esas cosas – exclamó – ¿Cómo ves mi estimado?
- ¡Mi querida Chupacabras! – inicia – Dime ¿Hace cuánto tiempo no nos vemos?
- ¡Querido Charro! – dice – ¡Que gusto volver a verte!
- También es un gusto
- Perdona si no te puedo ofrecer algo de comer – explica – lo que pasa es que hace mucho que no me he transformado
- ¿Eso por qué?
- No he visto la luz de luna y me he alimentado de tubérculos, ya nada de carne
- ¿Por qué ese cambio tan drástico de dieta?
- No sé, pero ya he tomado mucho más el control, no como mi padre
- Déjame decirte que te doy mi pésame por lo que pasó con él
- No te preocupes, él sabía los riesgos que era irse a Asia con los dragones y brujas de ahí, pero vivió bien
- ¿No quisieras hacer lo mismo que él? No irte a Asia, pero sí explorar el país
- No, realmente no pues no quiero encontrarme ni con las malditas Tlahuelpuchis ni con los Aluxes tramposos o tampoco con el Sinsimito, siento que es una rata
- ¿Y con tu pariente yucateco, el Huay Chivo?
- Me cae gordo, siempre me confunden con él
- Ahí no hay nada que hacerle
- Perdóname Charro, pero no creo que tu visita fue por pura casualidad ¿Cuáles son tus intenciones?
- Mira, hay una nueva amenaza que ahora acecha y quisiera tu apoyo
- ¿Mi apoyo? – sorprendida – ¿Qué? ¿Acaso el Charro Negro no puede con esa amenaza de la que dice! Tanto que presumía de su poder y ahora no puede sin ayuda – burlándose
- Los dos sabemos que yo soy el que tiene más poder de todos los monstruos del continente
- Entonces ¿Por qué me pides ayuda? Y ¿De qué amenaza se trata?
- Son de las Tlahuelpuchis, quieren derrocarme
- ¡Por favor! – carcajeando – Ellas solamente quieren beber sangre y verse bien, no noto ningún problema con ellas
- Y si te dijera que controlaron a las momias
- ¿Cómo las controlaron?
- No sé, pero me supongo que irán por más
- ¿Cómo quienes?
- No sé, quizás con tu primo yucateco o los chaneques o los Ahuízotl
- ¿Todavía existen esos últimos?
- Según yo, todavía quedaban en Xochimilco, pero no sé con exactitud
- Vaya, que sorpresa
- Volvamos al tema central – fastidiado – ¿Me vas a ayudar?
- ¿Cómo te puedo ayudar?
- Tú, como una licántropa trifásica, puedes cambiar tu forma como los hombres lobo…
- Ya lo sé, – interrumpe – no me tienes que volver a explicar lo que soy
- Y si te dijera que puedo quitarte esa maldición que arrastra tu familia desde hace cuantiosos años
- ¿Cómo puedes quitármela?
- Ayúdame en esta guerra y te liberaré de la maldición
La Chupacabras vio al fuego, pensó
por unos momentos, se vio las manos y se tocó la cara, pensaba que su tiempo ya
no era mucho en este plano terrenal. Dudosa e inquieta no podía darle una
opción certera a su ofrecimiento.
- Si me ayudas a quitarme esta cosa, – decaída – acepto
- Claro, solamente acompáñame a la salida pues tengo algo que mostrarte
- ¿Qué me hiciste? – asustada
- Un pequeño regalo
- ¡Patética transformación! – susurró el Charro Negro
- ¡Ya viene la mejor transformación! – emocionado
- Ya inició el juego – con risa en rostro
- Collares – susurró
- ¿Quiere que le cambie el traje? – pregunta
- No, solamente tráeme un pulque
- ¿Qué hago con Xolo y su caballo?
- Déjamelos con mi taza de pulque
- ¿Qué más se le ofrece?
- Checa a nuestros nuevos huéspedes
- Sí, claro, pero ¿Dónde se encuentran?
- En el establo
- En seguida señor
La luz del día iluminó toda la
mansión y el Charro fue casi corriendo a su habitación. Pancho le sirvió el
pulque con un pequeño gusano de acompañamiento, en una charola puso el pulque,
los amuletos y llamó a dos murciélagos para que le llevaran las cosas al cuarto
del Charro. Pancho se fue a revisar los establos y con mucho cuidado verificó a
los dos hombres lobo que estaban demasiado agresivos y a la vez asustados, la
Chupacabras estaba cambiando constantemente de forma.
- Oye, – dice la mujer lobo – ¡Libéranos de aquí! – exige
- ¿Por qué haría eso?
- Para no devorarte
- Sí, – contesta la Chupacabras – si nos dejas libres trataremos de no comerte
- Ni con sus mejores amenazas podrán convencerme
- ¡Lárguense de aquí! – grita
- ¡No nos corras! – contesta el líder – Tenemos derecho de estar por estos lares
- Pero no en mis tierras, ¡Lárguense!
- Danos algo y nos iremos
- ¿Algo de qué?
- Danos tres frutos de nopal y nos iremos
- ¿Para qué los quieren?
- ¿Crees que no comemos?
Pancho hizo una mueca, se dirigió al
nopal más cercano y con mucho cuidado les dio cuatro frutos del nopal. Después
de que comieran se largaron. Rápidamente se metió a la casa pues sentía una
presencia muy poderosa cerca de ahí y no era la del Charro Negro…
- ¡Recuérdenme que jamás vuelva a mandar a las momias para un encargo de esta índole! – enojada
- Tú tuviste la culpa – contesta Marcela – ¿Para qué las mandas?
- ¿Y si vamos a buscarlas? – pregunta Mariana
- No tengo su rastro
- No hace falta, desde que me transformaron en esa cosa espantosa, mi olfato y oído mejoró mucho
- Búscalas, te seguimos
- ¿¡POR QUÉ TRAJERON A UNO!? – grita desesperada la líder
- No es fácil agarrarlos en su medio – contestó apenada la momia líder de la operación
- ¡ESA NO ES EXCUSA VÁLIDA! – berreó
- Es el alfa del grupo
- ¿Cómo sabes que es el alfa? – pregunta Marcela
- Porque todos los restantes bajaban la mirada cuando él pasaba
- Llévenlo rápido a la cueva, ¡PERO YA! – gritando la líder
- ¡Suéltenlo! – profirió la líder
- ¿Segura? – preguntó una momia
- Sí, suéltenlo
- ¿Qué habrá salido mal? – pregunta preocupada Mariana
- Quizás era muy sensible – contesta Marcela
- ¿Si lo intentas tú?
- ¿Por qué yo?
- Yo a raíz de que me transformaron en esa bestia, mis sentidos se agudizaron y con los de él me podría lastimar más
- ¿Qué pasó? – pregunta aturdida – ¿Qué me pasó?
- Controlé a la criatura y te desmayaste – contesta Marcela
- ¿La controlaste?
- Hice que se durmiera
- ¿Qué vamos a hacer con él? – cuestiona Mariana
- Ante la nueva información que nos dieron las momias – inicia la líder – iniciaremos con la segunda fase del plan, traeremos a los Ahuízotl
- Estaremos muy apretujados aquí – replicó Marcela – además de que son muy peligrosos
- Pero no podemos irnos con ellos – dice Mariana – no podemos irnos por el sol
- Podemos irnos – interfiere la líder – pero tendríamos que irnos de noche o…
- ¿O qué? – preguntan
- Podemos hacer que vengan a donde queramos
- ¿Cómo? – interroga Mariana
- Tenemos a su líder, bueno, podemos crear una pequeña llamada de auxilio proveniente de la mansión del Charro Negro
- Y así creerán que su líder está adentro – interrumpe Mariana
- ¡Exactamente!
- ¿Cuándo entraríamos nosotras con las momias? – interrumpe Marcela
- Cuando ellos ataquen nosotras entraremos con las momias, aunque creo que necesitaremos una pequeña ayuda extra
- ¿De quién? – pregunta Mariana
- No podríamos pedir ayuda de monstruos grandes porque son mucho más agresivos que nosotras y podrían revelarse en nuestra contra
- Entonces – hace pequeña pausa – ¿Monstruos pequeños?
- Sí, como los aluxes que son muy fáciles de convencer
- Prefiero a un Sinsimito en pleno desarrollo – contesta Marcela
- Pero no tenemos tiempo para irnos para la península de Yucatán, dentro de tres noches alcanzaremos nuestro máximo poder
- ¿Es luna llena? – cuestiona Mariana
- Luna de sangre – contesta Marcela
- Cuando llegue esa noche, – continúa la líder – ¡Derrocaremos al Charro Negro!
- En lo que llega esa noche, ¿Qué hacemos? – pregunta Mariana
- Tú buscarás a algunos Chaneques o Aluxes, Marcela traerá a los Ahuízotl y las momias traerán a más de las suyas
- ¿Dónde las traemos? – pregunta una momia
- No sé, si están en terradas o qué sé, traigan a más ejército, no me importa si traen a guerreros de terracota
- ¿Para cuándo? – ingenua pregunta la momia
- ¡PARA AYER!
- ¡Inútiles! – susurró
- Tienes una sola pregunta, di la duda de tu futuro
- ¿Qué pasará en la guerra contra el Charro Negro?
- Ese fue uno de los futuros – una voz resonó
- ¿De cuántos? – replicó
- De diez…
Comentarios
Publicar un comentario