Sombrero de pluma. Capítulo 5.

Sombrero de pluma

Solo los pájaros 2

Seguí a esa señora que parecía calaca, brr, pero me pasó algo raro desde que me alejé de Palomo pues lo extraño, brr, es raro que sienta eso por él, brr, no me lo explico, ¿Acaso nuestras plumas, brr, deberán estar juntas? ¿Acaso, brr, siento por él lo que me explicó del amor?... Luego, brr, me respondo esas preguntas.
Continué volando para ver donde vivía, brr, tomó un camión blanco grande y rápido, no fue problema seguirlo, brr, el verdadero problema es que en uno de esos árboles de metal con una cosa rara que cambia de color rojo, amarillo y verde hubo como seis camiones iguales que se separaron por los tres ríos secos negros, brr, creo que les llaman carreteras. Bajé poco a ver por las ventanas de los dos primeros camiones, brr, había muchos humanos que estaban rellenitos, brr, como el bolillo, brr, pero no estaba la que estaba buscando.
Fui a los otros dos, brr. En uno de esos camiones había puros machos fuertes, pero unos se veía raros para ellos, brr, como si fueran unas pasas muy, brr, pero muy duras. En el otro camión se veían hembras con sus pequeñas crías y, brr, creo que ahí estaba a la que estaba buscando, me acerqué más para ver mejor, brr, pero no era, brr, al humano que vi era un macho convertido en hembra, brr, me asusté y casi pongo un huevo de la imagen tan fea.
Volé a donde estaban los últimos camiones y la vi hasta delante de uno de los camiones, brr, me quedé en el techo de ese transporte para ver en donde se bajaba y no cansarme, brr. En eso recordé las preguntas que me hice ¿Acaso nuestras plumas deberán estar juntas? ¿Acaso, brr, siento por él lo que me explicó del amor? Creo que sí, pero no sé qué sea eso, brr, a lo mejor lo que me dijo Palomo que con lo que él siento es como si fueran, brr, esas migajas de pan que fueran a nuestros picos, brr, ¿Dónde estará mi Palomo, brr?
El autobús arrancó y nos dirigimos hacia unas ramas negras que estaban bajas, las toqué con mi pico y me dieron toques, brr, grité como nunca, brr, mis plumitas se erizaron, brr, cada que pasábamos por metales se erizaban, brr. Después de la sacudida eléctrica, volteé a ver qué pasó y la señora se bajó enfrente de un edificio grande que estaba recubierto por vidrios, brr, que reflejaban la luz del sol y, aunque vuelo, se veía grandísimo. Ella, brr, entró al edificio y yo no pude entrar porque me estrellé, brr, contra el cristal de la puerta, hasta el pico me dolió, brr. Estaba a punto de rendirme, pero se me ocurrió ver en las ventanas de cada piso, a ver si estaba ella, brr, así que fui. Revisé de poco a poco estaba buscando en cada nivel sin éxito alguno, brr. Volé hasta el último piso para descansar un poco, brr, para mi suerte, ella abrió la ventana y escuché voces, brr, de una mujer y hombres, brr, golosa. Ya sabía dónde estaba, brr, por casualidad, brr, y sin más, regresé al nido esperando a Palomo, brr, quedé exhausta, así que me acurruqué y me dormí. Creo que debo de hacer más vuelos, creo que estoy regordeta. Juro que no volveré a comer tantas migajas en mi plumífera vida.
Desperté, brr, ya se había hecho de noche y para colmo Palomo no había llegado, brr, fui a ver si fue a tomar agua con el viejito y, brr, para mi sorpresa no estaba ahí, el vaso estaba lleno y me empecé a preocupar mucho por Palomo, brr. En mi cabeza pasaban tantas cosas de lo que pudo haberle pasado, brr, desde la venganza del gato, brr, se hubiera lastimado, brr, si lo tenían en jaula, brr, sacando tarjetas con esos magos chafas, brr, mandando cartas, brr, un veterinario lo hubiera capturado, brr, o lo que es peor…que dejara el nido.
No me daría por vencida tan fácilmente, brr, seguí buscando en todo el parque, brr, no había señales de él. Me dirigí de nuevo a mi nido, brr, mis plumas se erizaron en señal de estrés, brr, recordé lo que me pasó con las ramas y, brr, se me vino a la mente el camino para llegar al edificio que parecía eterno, brr, no lo dudé más y partí para allá. Tardé en llegar porque era de noche y casi no veía, brr, además de los peligros gatunos. Busqué en la acera, brr, en cada árbol, brr, entre los botes de basura, brr, incluso entre los árboles de concreto. Por fin lo encontré pico abajo sobre un árbol con pequeñas manchas rojas entre sus plumas y alas, brr, lo volteé y tenía mucha sangre en la panza y algo enterrado en ella, brr.
  • Brr, Palomo, brr, ¿¡Qué te pasó!? – angustiada – ¡Contesta por favor!
  • Roca...cielo...mi...caer – gimiendo
  • ¡Resiste, brr, por favor, te llevaré al, brr, nido!
Con mis patitas lo agarré de entre sus alas y la espalda, brr, con mucha dificultad lo llevé al nido, brr, está pesado. En el camino oía muchos quejidos de él, brr, me estaba angustiando mucho más de lo que ya estaba, brr, y traté de volar mucho más rápido, brr. El viaje se me hizo eterno, brr, no me imagino, brr, el suplicio que debió de ser, brr, para él. Luego de un par de minutos, brr, pudimos llegar al nido. Con extremo cuidado, brr, lo dejé sobre nuestro árbol, brr, fui por el vaso de agua a casa del viejito, brr, y lo traje para limpiarle la sangre, brr, tomaba pequeños sorbos y la echaba cuidadosamente donde tenía la sangre, brr.
Dejándolo limpio de toda huella de sangre, brr, había muchas hormigas esperando a que me fuera para acercársele, brr, no me le alejé para nada. Curioseando su herida, brr, le vi algo ahí en su estómago, brr, parecía una piedra pequeña, brr, decidí quitársela para que no sufriera más.
  • Palomo, brr, tendrás que aguantar, brr, el dolor
En un acto, brr, hice mi cabeza para atrás y tomé aire e impulso, brr, se oyó el cantar de los grillos, brr, la tranquilidad reinó hasta que le di un picotazo rápido y preciso en el estómago tomando la roca, brr, pudiéndosela sacar, brr, ¿Será extraño decir que, brr, me gustó el saborcito de la sangre, brr, de Palomo?
  • ¡AAAAAAYYYYYYYYY! – gritó desesperado
Sacudió, brr, agitó, brr, berreó, e incluso lloró del insoportable dolor que Palomo sentía en esos instantes, brr, pobrecito, hasta a mí me dolió, brr.
  • Brr, calma, brr, – frotándole un ala – tranquilo, brr, ya te, brr, pude sacar la piedrita
No era como tal una piedra, brr, más bien era como una parte pequeña de punta de flecha, brr, que se le enterró, brr, o que le enterraron. Luego de un par de minutos, Palomo pudo reaccionar, me miró y dijo.
  • Muchas gracias, Paloma, pero me sigue doliendo
  • Seguirá, brr, así, buscaré algo para, brr, evitar eso
  • No te preocupes por mí – agotado y adolorido – solo necesito dos o tres días y estaré bien
  • De, brr, todas maneras, brr, te cuidaré y mañana, brr, hablaremos de lo que te pasó
  • A ver si puedo hablar mañana
  • Mejor, brr, descansa mi brr querido alado, brr
  • ¿Cómo me dijiste? – casi susurrando
  • Brr, nada, nada, brr
  • Yo también te quiero – susurrando
Brr, en acto seguido se quedó, brr, profundamente dormido, brr, quizás por el cansancio de la herida, me le acerqué y me acurruqué junto a él, brr, para evitar el frío de la noche, brr, recuerdo que azotaba mucho más fuerte de lo, brr, común. Creo que siento, brr, lo que los humanos llaman amor.


Créditos: Doctor Suavecito 

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