Sombrero de pluma. Capítulo 3.

Sombrero de pluma

Pastillas

Ceferino se despertó de golpe ya que estaban tocando el timbre y parecía que estaban golpeteando el zaguán. Fue a la puerta y vio en un pequeño agujero del zaguán y vio a una muchacha que estaba igual de panzona que él.
  • ¿Quién es? – malhumorado
  • Buenas tardes, señor, me llamo Beatriz, soy una enfermera
  • ¿¡Enfermera!? – inquietado
Confundido, Ceferino abre la puerta. Vio de arriba abajo a Beatriz, traía ropa y zapatos blancos, traía una mochila entre café y negra, una libreta pequeña y bolígrafo entre las manos, tenía el pelo chino y era morena, unos ojos azulados, aunque parecían cansados, estaba un poco gordita, más o menos como él.

  • ¿Eres estudiante de enfermería? – en tono burlón
  • No señor, soy una enfermera encargada de personas de la tercera edad
  • Creo que te mandaron a cuidarme como si fuera un inútil
  • No lo tome así, a mí me gusta cuidar a los ancianitos y…
  • ¡Me dijiste anciano! – subiendo el tono de voz
  • Mejor voy al punto, me asignaron a usted para darle cuidado y seguimiento
  • Yo no tengo dinero para pagarte
  • El gobierno abrió este programa nuevo en el sector salud que cubrirá los gastos de enfermeros al cuidado de personas mayores
  • ¿Cómo trabajarás entonces?
  • Voy a cuidarlo a usted y a otra persona. Se alternarán los días a usted y a la otra persona
  • ¿Y con quien me tocó rolar?
  • Mmm…Con una señora llamada…deje checar en mi libreta…mmm…es una tal Catalina Del Valle
  • ¿¡Catalina Del Valle!? – emocionado
  • Sí, ¿La conoce?
  • La conocí hace un rato
  • Perfecto, con ella compartiré sus cuidados
  • ¿Podríamos ir cuando le toque a ella? – entusiasmado
  • Si quiere, no veo ningún inconveniente – confundida
  • ¿Qué días tocarían a ella?
  • Según el horario que me dieron, ella los lunes, miércoles, viernes y usted martes, jueves, sábado y los domingos tendríamos que presentarlos y salir con ambos.
  • Entonces mañana nos tocará a ambos
  • Correcto, ahora, ¿Le puedo pedir algo?
  • Dígame
  • ¿Me permite pasar a su baño?
  • Sí, ¿Dónde están mis modales? Me presento, soy Ceferino
Abriéndole la puerta, Beatriz se quedó sorprendida al ver una casa que por fuera se veía pequeña, era bastante espaciosa, aunque estaba un poco encimada.
  • ¿Dónde está su baño?
  • A lado de las escaleras
  • Gracias
Se tardó más de quince minutos y, por la cara que tenía, no era recomendable entrar alrededor de una hora o más.
  • Perdóneme el que me tardé
  • No te preocupes, son necesidades del cuerpo
  • Y hablando de necesidades, dígame ¿Qué enfermedades tiene?
  • La última vez que fui al médico me dijo que en mis análisis sale que tengo principios de artritis, pero de ahí en fuera estoy bien y me siento bien
  • Eso es lo importante, que se sienta bien de salud con una mente sana el cuerpo estará sano
  • Sí, eso sí
  • ¿Qué hace en el día?
  • Por la mañana me despierto y empiezo a hacer el aseo de toda la casa a excepción del comedor ya que me voy a desayunar por allá de las 10. Terminando de preparar el desayuno y desayunar tranquilamente, me meto a bañar, si acabo antes de las 12 empiezo a leer Don Quijote hasta la 1, empiezo a preparar de comer o si no me da hambre me salgo a caminar al parque hasta que tenga la noción del tiempo ahí puedo pasar 5 horas como si fueran 5 minutos. Iniciando la noche, empiezo a cerrar todo con seguro y apago todas las luces, subo a mi cuarto y dejo un vaso de agua para que tomen los pájaros, también cierro esta puerta y me quedo dormido. Más o menos así son mis días.
  • Bueno, fuera de que estuvo extensa la explicación ¿No tiene algún pasatiempo?
  • Únicamente leer
  • ¿No tiene visitas de familiares o amigos?
  • Señorita – en tristeza – yo no tuve familia y mis amigos del trabajo anterior solo me han visitado dos veces en 5 años
  • Perdóneme si le hice sentir mal – apenada
  • No te preocupes
Ambos se quedaron en completo silencio, ella anotando en su libreta y él observándola lo que anotaba, apunto su nombre de él hasta arriba y hacía pequeñas anotaciones: <<Solitario>>, <<pensionado>>, <<triste>> y más que ya no pudo ver.
  • Y dígame, Beatriz, ¿Cómo se llama este apoyo para personas de mi edad?
  • Se llama “Abuelitos por más añitos” y, como le dije, este apoyo se acaba de abrir por parte del gobierno
  • ¿Por qué lo abrieron este nuevo programa? Si el gobierno tiene menos necesidad de empezar a cuidarnos
  • Ante la longevidad de la población, pensaron que sería bueno cuidar de los adultos mayores así también como poder crear mayores centros deportivos que benefician tanto a ustedes como al turismo.
  • Quieren ganar más de lo que dan
  • Pues eso es en cualquier o casi cualquier gobierno
  • Lamentablemente sí
  • ¿Quiere salir al parque a caminar y seguir platicando de esto?
  • Claro, así aprovechamos para que la lleve a unos sándwiches que son de gloria y muy baratos
  • ¿Quiere salir al parque a caminar y seguir platicando de esto?
  • Claro, así aprovechamos para que la lleve a unos sándwiches que son de gloria y muy baratos
  • Me parece Don Cefe
Caminando hacia el parque, vieron un cartel grande en que decía del programa del cuál mandaron a Beatriz y a otros jóvenes que pasantes de la carrera de medicina o los que se recibieron hace poco o ya hace mucho.
  • Puede que me vea muy confianzudo o más, pero puedo hacerle algunas preguntas
  • Claro, dígame, Don
  • Antes de que lleguemos al parque ¿Tienes novio?
  • Sí – extrañada
  • ¿Cómo es él? ¿a qué dedica el tiempo libre?
  • Es alguien alto, delgado con pocos tatuajes, un poco narigón, trabajador, repentinamente es seco con todos, pero conmigo no, conmigo siempre es acaramelado, trabaja en todo lo que puede, ahora está en una construcción
  • ¿No estudia?
  • Me dice que dejó de estudiar porque no le gustó y empezó a trabajar
  • Las parejas que no tienen el mismo nivel académico se pueden aburrir por la diferencia de conocimientos.
  • Tiene certeza lo que dice
  • Cuídate, te ves que eres entregada a lo que amas, no te dejes viciar por el amor ni mucho menos seducir a sustancias
  • No me gusta el vicio y no me seducirá al vicio
  • Podemos decir que no, pero a la vez sí
  • ¿Usted porque no tiene esposa o familia?
  • No tuve esposa por ese miedo, esa ineptitud que no quisiera recordar por tanto dolor que llegué en todos mis recuerdos. Pude casarme en más de una ocasión, pero no quería algo arreglado o por conveniencia. Pensé alguna vez en adoptar, no me atreví para cuidar a alguien que no fuera sangre de mi sangre.
  • Entiendo, más por miedo
  • No quisiera recordar nada de eso, y volviendo al tema, espero que no caiga en ningún vicio en lo que me cuidas…y ya llegamos al parque

Entraron al parque buscando al vendedor de sándwiches, en lo que lo encontraban, siguieron hablando de estos temas del amor.

  • ¿Nunca pensó en tener familia o por lo menos tener una novia?
  • Cuando era joven lo pensé bastante, pero no quise cambiar aquellos momentos de poca diversión pasajera por tener ese gozo de disfrutar del amor de una familia
  • Todavía puede conseguir una novia
  • Mmm…no lo creo…tampoco me vería bien
  • Con una mujer de su edad sí
  • No lo quisiera intentar ahora
Volvieron al silencio incómodo por mucho, tampoco encontraron al vendedor por más que estuvieron buscando. Se sentaron en la banca más cercana para que Ceferino pudiera descansar un poco en lo que ella seguía haciendo sus pequeñas notas en la libreta. La tarde empezaba a caer para darle paso a aquellas magníficas postales de fotografías y viendo la hora daría tiempo para una pequeña visita.
  • Disculpe, ¿Quisiera visitar a la señora Catalina?
  •  – enérgicamente – por favor, vayamos
  • Claro, está algo cerca de aquí la casa de ella
  • ¿Cuánto tardaremos?
  • Por la hora, solamente sería como 1 hora
  • No importa el tiempo en que la pudiera conocer
  • Ahí hay algo más que simplemente curiosidad, ¿Acaso será amor?
  • Dejemos en duda porque tampoco lo sé
  • Bueno, andando porque se nos hace más tarde
Pidieron transporte para llegar más rápido, llegaron a un edificio espectacular y muy grande, por afuera se ve imponente y hace que uno se sienta diminuto, desde la fachada que se refleja con la luz del alba y atardecer en las tardes de verano. Adentrándonos al edificio, las puertas son de cristal, hay unos guardias de seguridad y una señorita en la recepción muy elegante y con un teléfono en mano, está detrás de un escritorio de vidrio muy fino, Beatriz fue a pedir informes, Ceferino estaba viendo alrededor de la recepción. Los pasillos son completamente blancos y las lámparas son ahorradoras, parece que estuvieran en un hospital y casi no se puede ver a los focos, viendo al piso estaba casi impecable a excepción al pie de las escaleras que había como una pequeña mancha café como chocolate, volteando la vista a la escalinata, estas se veían interminables tanto así que sólo de verlas dolían pues prefirieron subir por el elevador y este se sentía bastante pequeño y lo era, Beatriz y Ceferino quedaban muy apretados con sus panzas. Llegando al último piso donde ella vivía, el ventanal daba a una vista espectacular de la ciudad, el sol se estaba ocultando y los rayos de este junto al suelo blanco iluminaron a todo el pasillo con sus últimos rayos antes que la noche iniciara, era algo espectacular, algo que casi no se ve...
Ceferino  se atrevió a tocar el timbre y una voz femenina se oyó diciendo.
  • Un momento por favor.
A Ceferino empezó a latir más fuerte incluso que Beatriz pudo oír sus latidos.
  • Calma, no le vaya a dar un paro cardiaco en mi primer día
  • No te preocupes, pasé más cosas preocupantes para ponerme nervioso ahora
Catalina abre la puerta y los recibe con una sonrisa grande, un sombrero claro, el pelo suelto, un vestido azul con flores rojas moradas y rosas, los rayos de sol se reflejaban en su piel blanca que parecía una estrella a los ojos de Ceferino.
  • Hola Ceferino
  • Hola Catalina – un poco nervioso
  • Buenas tardes, señora, soy Beatriz, soy una enfermera
  • Discúlpeme, señorita – responde Catalina –, pero yo no hice ninguna petición al hospital o gobierno para que me designaran una enfermera o pasante
  • No, yo soy parte de un nuevo programa del gobierno el cual designaron a varios médicos o pasantes de médicos para atender dos personas de la tercera edad
  • ¿Cómo se llama ese programa?
  • “Abuelitos por más añitos”
  • Entonces ¿Le tocaría cuidar a Ceferino y a mí todos los días?
  • Los únicos días que se verían serán los domingos porque los demás días le tocaría a usted o a Ceferino el cuidado, se rolan los días
  • Entre más días vea a Ceferino mejor serán mis días
  • Ja – ríe Ceferino – no lo creo Catalina – nervioso
Se escuchó que algo vibraba.
  • Un momento por favor  – dice Beatriz – me está entrando una llamada
Se va hacia el ascensor para poder escuchar mejor y darles algo de privacidad.
  • Así que ¿Aquí vives?
  • Sí, muy bonita vista ¿No lo crees?
  • Muy hermosa, solo veía estos escenarios en fotografías
  • Al menos ya conociste uno en persona
  • ¿Cómo lograste vivir aquí?
  • La historia fue algo larga, resulta que empezaba a trabajar a los 20 años en una empresa, claro que me dijeron muchas cosas por ser mujer y tener esa edad, con cada salario ganado, empecé a ahorrar la mitad de mi sueldo desde entonces y hace 10 años me jubilé de la empresa que absorbió donde yo trabajaba y gracias a la jubilación que me dieron y mis ahorros así pude comprar este pequeño departamento
  • No es pequeño – reprocha
  • Sí lo es, aunque, vale la pena
  • ¿Puedo pasar a tu casa?
  • Claro, pasa
En ese justo instante, Beatriz los interrumpe.
  • Perdonen por la tardanza, era mi jefe, simplemente era para confirmar que llegué con Don Cefe, pero lamentablemente nos tenemos que ir
  • ¿Por qué? – exclaman Catalina y Ceferino
  • Porque me están pidiendo que regrese a apoyar
  • Bueno, por lo menos ya sé dónde vives para venirte a visitar – un poco exaltado
  • Ojalá que también conozca tu casa próximamente – emocionada
  • Por lo pronto ya los presenté, aunque lamentablemente nos tenemos que ir. Un gusto conocerla señora Catalina
  • Igualmente, un gusto, hasta luego Ceferino
  • Hasta luego Catalina
Cerró la puerta, se bajaron por el elevador y volvieron a estar apretujados por sus grandes estómagos. En el transporte, Beatriz acompañó a Ceferino hasta su casa, posteriormente ella se fue rapidísimo al hospital. Empezó a caer la noche y está Beatriz acababa de llegar al hospital. Mientras tanto, Ceferino hizo lo usual antes de dormir, sacó el vaso con agua y se fue a acostar con una gran sonrisa por estar pensando en ella, en su querida Catalina.


Créditos: Doctor Suavecito 

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