Archipiélago.
Primera isla
Crucero
Cruceros… creo que todos añoramos ir alguna vez en un crucero para dirigirnos a otro país y muchas veces es difícil darnos ese lujo. Ofelia es una veterana que sirvió al ejército en tiempos de guerra y paz, hace dos años se retiró por la edad y el cansancio que padecía. Emiliano es un adolescente que es hijo de una de las mujeres más acaudaladas de este país, él despilfarra el dinero como si creciera en los árboles. Marceline y Simón son esposos jóvenes los cuales son profesores de matemáticas en la UNAM y el IPN respectivamente. Amaranta es una doctora y actriz quien había sido invitada para ir a una gala en China y poder representar su talento en tierras orientales. Por último y no menos importante, Luciana es una señora proveniente de Argentina que emigró a México y ha vivido aquí desde hace más de veinte años. Se preguntarán ¿Qué tienen en común? Bueno, todos tienen en común que compraron un boleto en un gran crucero que partía del puerto de Ensenada, que se encuentra en Baja California, y el arribo del viaje sería hasta China, específicamente en Hong Kong.
El día tan esperadamente añorado llegó, todos llegaron al puerto un poco demorados, algunos se cruzaron momentáneamente, por ejemplo, Simón y Marceline con Ofelia y esta se encontró con Luciana.
- ¡Capitán! – entró el teniente
- ¿Qué pasa Manolo? – inadvertido
- Recibimos una señal que una tormenta tropical viene hacia nosotros
- ¿No que no habría nada de tormentas durante el viaje?
- Ya sabe cómo se equivocan los pronósticos
- ¿Cuándo nos encontraremos con la tormenta?
- Las estimaciones dicen que mañana al anochecer
- ¿Cuánto tardaremos hacer otra ruta para que no golpeemos con la tormenta?
- Tardaríamos una semana extra en llegar al puerto y no tenemos suficiente comida para esa semana extra
- Dime tu opinión – se levanta de la cama – ¿Nos aventuramos en esa tormenta?
- Tengo dudas de la decisión que he de tomar, pero digo que sí porque muchas veces las tormentas cambian su dirección y más cuando es mar
- Entonces no hay más que hablar, si el resto de la tripulación sabe diles que mantengan el curso
- Entendido capitán
- ¿Qué hace una dama tan bella sola por estos lares?
- Un último viaje, capitán
- ¿Eso por qué?
- Ya ve, cáncer, esta maldita enfermedad mandada por Dios
- No lo creo
- Es verdad, me detectaron cáncer
- No digo eso, y mis condolencias
- No me sirven de nada, y ¿A qué se refiere?
- De qué no creo que nadie le quisiera mandar una enfermedad
- ¿No es creyente?
- Solo creo en el barco que navego
- Dios lo castigará
- Dios, yo puedo desafiar la ira de aquella divinidad meramente ficticia – altanero
- Le dije que Dios lo castigaría – dijo burlona
- ¡MANOLO! – enojado – Dime algo – tranquilizado
- Mándeme capitán – preocupado
- ¿¡NO DIJISTE QUE LA TORMENTA LLEGARÍA EN LA NOCHE!? – furioso
- Los vientos cambiaron durante la noche adelantando la tormenta por mucho – temeroso
- ¡Y SÍ FUE POR MUCHO! – sobresaltado – ¡A toda máquina! – exclamó
- ¡No hagan eso, sigan el rumbo actual! – contradiciendo
- ¡Si seguimos con el rumbo actual nos envolverá! – alterado
- ¡Y si cambiamos el rumbo también nos alcanzará al no tener la suficiente velocidad!
- ¡Capitán! – interfiere un miembro de la tripulación – Hay que decirles a los pasajeros que se metan a sus camarotes
- Sí, – contesta el capitán – ¡Manolo! – lo llama – Informa a todos de inmediato
- Enseguida – enojado
- ¿Ya están todos en sus camarotes? – pregunta el capitán
- Nos acaban de informar que ya – dice un joven tripulante – díganos capitán, ¿Qué hacemos?
- ¡Las máquinas a toda potencia! – exclamó
- Capitán – dice Manolo – la tormenta ya está aquí
- ¡Las máquinas a toda potencia! – repitió – Y digan todas sus plegarias para poder salir de aquí, caballeros – susurrando
- ¿Qué es eso? – gritó Manolo
- ¡Una ballena! – exclamaron
- Señores – dice Manolo fríamente – fue un gusto
Golpeó y
abolló gran parte de donde cayó dejando una gran mancha de sangre impidiendo la
vista de la muerte que el océano les mandó con la monstruosa ola que, cuando la
ballena dejó su rastro, se tragó el barco junto con el cuerpo del gigante
marino. Los truenos siguieron cayendo a destajo y se escuchaban como grandes
tambores, las olas se rompían entre sí machacando los metales del barco, almas
sollozando, los pulmones llenos del agua, las voces lloraban y ahogaban en su
sórdido llanto y llenas de pánico se encontraban las gargantas.
Algunos
escombros del barco, unos cuantos pedazos de la ballena, cajas intactas y
algunas personas llegaron a un archipiélago de cuatro islas. Cada una de estas
islas era diferente a al anterior. En la primera isla estaba llena de flora y
fauna únicas en el mundo, parecía que fueran de otro mundo, por casualidad
llegaron ahí Ofelia y Emiliano. En la segunda isla estaba rodeada de fracciones
de islas de hielo diminutas, la isla en sí era un gran pedazo de hielo en la
que cayeron Amaranta y Simón. La tercera isla estaba compuesta, en su mayoría,
en un gran desierto abrazador con criaturas que se sacarían de la ciencia
ficción y que estaba conectada por un puente de rocas con la primera isla, en
esta islilla desértica arribaron el capitán y Marceline. En la última isla se
llenaba de misticismo pues desde las costas hasta el interior de esta emanaba
una neblina extraña y combinaba el clima de las otras tres islas, aquí llegó
Luciana y Manolo.
Había una
extraña conexión entre las cuatro islas…
Isla selvática
Ofelia despertó, estaba completamente mojada, estaba aturdida por el
sol, tenía una herida cerca de su cadera y goteaba un poco de sangre, su piel
estaba polvorienta como aquellos panes de polvorón o los polvorientos libros
arrumbados en el librero de aquella mansión abandonada, vio a su alrededor un
par de cajas deshechas y unas latas de atún y jamón. Se levantó y sacudió la
arena que traía metida en todos lados, revisó su herida y se había clavado un
pedazo de metal, antes de que se lo quitara arrancó un pedazo de su vestido e
improvisó una gasa. Respiró y arrancó el pedazo de metal, gritó a los cuatro
vientos del dolor, rápidamente se colocó la tela y la apretó. Se dirigió al mar
y se limpió con el agua marina y, de nuevo, gritó a los cuatro vientos. Después
de diez minutos la sangre se detuvo y se quitó la gasa provisional. Arrancó
otra parte de su vestido e hizo una pequeña bolsa para llevar las latas. Se
puso a caminar durante toda la playa y vio a lo lejos una cosa amarillenta que
se estaba moviendo, al principio dudó de acercarse pues pensaba que era un
animal salvaje y quizás la devoraría, pero conforme se fue acercando vio que
era un adolescente con una playera amarilla, fue corriendo a auxiliarle.- ¿Estás bien? – dijo Ofelia
- ¿Dónde estoy? ¿Qué pasó? – aturdido – ¿Quién eres tú?
- Soy Ofelia una exmilitar, naufragamos en una isla hasta ahora desierta ¿Te duele algo?
- Nada más me arden las piernas
- Déjame ver qué tienes
- No tienes nada, solo un par de raspaduras
- ¿Qué me hiciste? – asustado – Me dolió algo, como si me hubieras arrancado algo
- A lo mejor fueron unos vellos de tus piernas
- ¿Segura?
- Sí, no te preocupes – cambia el tema – ¿Puedes caminar?
- Sí, creo que sí, solamente dame unos momentos
- ¿Podemos descansar? – exhausto
- Apenas iniciamos a caminar, niño
- ¿Qué no se cansa? – alterado
- No me levantes la voz, escuintle – enojada – y yo debería estar diciendo eso
- ¿Por su edad?
- No, no soy tan vieja
- ¿Entonces?
- Porque tengo una herida abierta, ¿Te puedo preguntar algo?
- Sí – extrañado
- ¿Dónde están tus padres?
- Vine solo al crucero
- ¿Por qué?
- Mi mamá me dio ese boleto para que conviviera con más personas
- ¿Eres tímido?
- No, soy millonario
- Ya me expliqué todo, ya sé por qué eres así de egocéntrico
- ¿Egocéntrico yo? Jajaja, ¿Qué es eso?
- ¡Inculto!
- ¡Vieja bruja!
- ¡Incauto gachupín de primera!
- ¡Ruca solterona!
- ¡YA! – gritó – Luego tendré más tiempo para reclamarte pues casi va a anochecer, acamparemos aquí
- ¿Aquí? – extrañado
- Sí, ¿O qué querías? A lo mejor el señorito quería una suite de lujo
- Claro, no me merezco menos
- Cuando sepas lo que cuesta la vida, cambiarás tu actitud
- Lo dudo – susurrando
- Te escuche y solo por eso, trae madera, encenderé la fogata
- ¿Y si me espino?
- No creo que mueras por una simple astilla – burlándose
- Si no quieres yo me lo puedo comer – irónica
- Señora, ¿Dónde aprendió esas tácticas de supervivencia?
- En el ejército
- ¿Qué hizo ahí?
- Entré como cabo, pero poco a poco me desempeñé en tácticas y salvamento, me nombraron coronel
- ¿Qué más? – interrumpe
- Tenía una amiga ahí adentro que estuvo en enfermería y me enseñaba algunas cosas, por eso supe cómo actuar con mi herida
- ¿Cree que si me enlisto en el ejército podré hacer esas cosas?
- Primero te destrozarán tu ego y después, si queda algo de ti, lo reconstruirán para hacer a un hombre
- ¿No le dan miedo esas cosas? – apanicado
- No, me da más miedo qué es lo que las hizo correr
Salió una
criatura del tamaño de un puma, pero con rasgos de perro y lince, su pelaje era
corto y azulado, sus dientes eran similares a los de humano salvo que sus
dientes caninos estaban extremadamente afilados, sus ojos se asemejaban al de
un cocodrilo, su lengua era igual de rasposa que la de una cabra, tenía garras
de tigre que eran retráctiles y su olfato era mucho mejor que uno de esos
perros rescatistas. Con sus fauces de perro tomó a una de esas tozan
sobrecrecidas y la partió por la mitad. Ofelia y Emiliano se quedaron helados
al ver aquella criatura. Aquel gran depredador, cuando los vio, lanzó un rugido
tan potente que se podía escuchar hasta el otro lado de la isla. Ambos salieron
corriendo, esperando obtener refugio. La criatura se lo tomó como un juego y no
se preocupó por cazarlos, les dio bastante ventaja para que escaparan.
Llegaron
a un lago de aguas relucientes, su agua emitía una luz fluorescente la cual se
veía hipnóticas sus aguas. Se sentaron enfrente del lago a tomar un poco de él,
creyeron que ya lo habían perdido, pero no. Ofelia se dio cuenta de que había
un puente en medio del lago que se dirigía a quien sabe dónde, fueron hacia el
puente pues esa criatura ya estaba detrás de ellos. El puente era muy inestable
y frágil, pero aun así pasaron rápidamente para qué no los alcanzará ese
depredador.
Cuando
esa bestia pasó, una criatura marina que habitaba el lago, similar a una
mishkoatl con picos en todo su cuerpo, aspecto verdoso y sin ojos lo confrontó
frente a frente, está criatura marina se sumergió de nuevo en el agua para que
por debajo con un bocado devorara el pedazo del puente flotante y a aquel
depredador.
- ¿Por qué se quedó plasmada?
- Me recordó a una cosa que vi en el ejército
- ¿Qué cosa vio?
- Recuerdo que vi una cosa similar a una babosa, pero de mi tamaño
- ¿Hace cuánto tiempo lo vio?
- No me acuerdo, ha de tener más de quince años, no creo que hubieras existido en esos tiempos
- Tengo dieciséis
- Vámonos antes de que esa criatura vuelva
Se
adentraron más y la estepa de nuevo se convirtió en selva. Encontraron más
diversidad de plantas pues encontraron algunas flores y plantas con formas de
insectos como arañas y mariposas, se podían mover y cambiar de lugar. Los
árboles se encontraban a montones y sus troncos cada vez eran más robustos,
similares al árbol del Tule. Ya no se veían las palmeras, pero seguían en
abundancia los cocos rojos. Divisaron a lo lejos dos elepantlis con cuernos
gigantes, su color era negro, lo único peculiar de ellos es que tenían la
trompa dividida haciéndoles parecer dos trompas en una. Siguieron caminando y
el frío de la noche los acechaba, perdieron las latas de atún y jamón, ninguno
de los dos podía seguir y decidieron subir uno de los árboles para descansar
aquella noche. Tardaron demasiado en subir hasta las copas de los árboles por
la gran altura de estos. Estando en las copas de los árboles pudieron ver un
vasto territorio lleno de árboles, observaron la estepa y el pequeño lago,
también notaron que a lo lejos se veían ruinas que quizá habría alguien
viviendo. Partirían mañana por la mañana.
Ruinas
Las plantas cantaron igual a un gallo, los
mosquitos estuvieron en sus frentes y las picaduras estuvieron presentes. Con
mucha dificultad pudieron bajar del árbol, la herida de Ofelia se había
infectado por la picadura de los insectos, pero no dijo nada para no alertar.
Siguieron andando hacia donde se encontraban las ruinas. Antes de llegar se
encontraron con un grupo de ozomatl blancos malencarados, eran alrededor de
cincuenta, un grupo pequeño estaba reunido comiendo algo rojizo que les
escurría en su blanco pelaje.- Espera – lo detiene Ofelia –, no sabemos si son salvajes ni qué están comiendo
- ¿Será que están comiendo carne? – asustado
- No lo sé, pero vámonos lentamente para no alertarlos a comerla
- ¡Déjanos! – reclama Emiliano
- No te opongas – contesta Ofelia – nos han de proteger
- ¿Cómo lo sabe?
- No lo sé, solamente lo espero profundamente
Ambos tragaron saliva. Los ozomatl que
fueron a confrontar al kuetspalin lo domaron momentáneamente, pero seguían
perdiendo así que uno de ellos tomó una piedra y lo golpeó salvajemente en el
cráneo hasta dejarlo inconsciente, varios ozomatl resultaron afectados por la
baba del kuestpalin ya que era un veneno más potente que el de la mamba negra
mezclado con el de la araña violinista. Dejaron el cuerpo ahí y las plantas
aprovecharon para envolverlo entre sus raíces y devorárselo lentamente,
degustaron de un festín que no se ve todos los días.
- ¿Será que saben igual que las fresas? – pregunta Emiliano
- Yo digo que saben cómo el coco
- ¿Los comemos?
- Primero hay que llegar a las ruinas
- Pero, si ya llegamos
- Oiga – comienza Emiliano – ¿Qué serán estos dibujos?
- No son dibujos, han de ser pictogramas o jeroglíficos
- ¿Esos son los de Egipto?
- Sí, pero la secuencia de imágenes y trazos se asemeja a los códices mexicas
- ¿Cómo?
- Sí, están contando una historia
- ¿Sabe qué dicen?
- No tengo ni la menor idea
- Mire – exclama Emiliano – según entiendo, dice que hay un puente
- ¿Puente? – extrañada
- Sí, venga
- Según esto y lo que yo entiendo, – inicia Ofelia – debemos ir al norte hasta encontrar un río, navegar a través de él y llegaremos a la playa donde está esa especie de puente
- ¿Cuánto tiempo tardaremos?
- No sé, pero entre menos tiempo perdamos será mucho mejor
- ¿Vamos de una vez?
- Vámonos
Se dirigieron hacia donde se suponía
estaría el río. Se fueron inadvertidos, pero cerca de ahí había una pared de
piedra, que estaba derrumbada, la cual ignoraron completamente, ese muro
contenía un mapa de las cuatro islas señalando algunas conexiones con cada isla
junto con las criaturas y los peligros de cada una…
- ¿Cómo vamos a navegar? – preguntó Emiliano
- ¡Derribaremos un tronco!
- ¿¡QUÉ!?
- Como lo oyes, vamos a tirar un árbol y sus ramas más largas las utilizaremos de remos
- ¿Está loca? – hace una pausa – Sí, si lo está – susurrando
- Esto es lo que haremos, cuando te diga que saltes tú, saltarás hacia el árbol – entusiasta
- ¿Con los cocos?
- Pues sí – desesperada
- ¿No nos hundiremos? – intrigado
- No, no, – confiada – espero que no
- Parece una anguila – exclama Emiliano
- ¿¡ACASO TODA ESTA ISLA SE QUIERE COMER ENTRE SÍ!? – grita enojada
- ¡Y si sigue gritando nos comerán a nosotros! – alterado
- Perdón, oye, ¿Qué hora será?
- No sé, pero ya vio lo fluorescente de las flores – señalando
- Se parecen al agua del lago
- ¿Qué habrá sido esa criatura del lago?
- No tengo ni la menor idea
- ¿Cree que haya criaturas de ese tipo aquí?
- En esta isla ya creo que haya un poco de todo
- ¿Qué más habrá?
- No me extrañaría ver a criaturas prehistóricas
- ¿Cómo los dinosaurios?
- Y cosas inimaginables
Sonaron las ramas y hojas de los
árboles, vieron a varios Ozomantli que estaban escapando de esa criatura marina
que las aletas se le habían convertido en unas poderosas piernas diminutas. La
evolución ya estaba aquí y no habíamos notado.
Antes de que volvieran a dormirse,
notaron que salieron unas pequeñas Cueyatl luminiscentes con rasgos de Axolotl,
utilizaban el agua como pista de patinaje y parecía que se estaban divirtiendo,
jugueteando y salpicándose entre sí.
Puente de roca
Dos días pasaron en el río, la
desesperación de estar ahí dentro, la falta de comida, la incomodidad y los
olores de ellos mismos los estaban atosigando a tal punto de volverles locos y,
para poder aguantar el hambre, tuvieron que tomar una de esas Cueyalatl axolotl
y comérsela, en sus palabras, sabía a pescado o a camarón recién pescado. El
extraño Meocuilli les hizo compañía cada noche junto con los Ozomantli, incluso
se encontraron a un pez que podía imitar los cantos de los lémures.
- ¿Ya extrañaba la tierra? – pregunta Emiliano
- Imagínate, para mi edad ya es difícil estar en una posición mucho tiempo
- ¿Tiene artritis?
- No, cáncer de huesos
- Oh, este…
- Sé que no se puede decir muchas cosas con el cáncer – nostálgica – solamente hay que aceptarlo
- ¿Cuánto tiempo le dieron?
- Hasta una semana después de que hubiéramos llegado a Hong Kong
- ¿Dónde se supone que estaba el puente? – preguntó Emiliano
- No decía el grabado, únicamente decía que en la costa del río estaría
- ¿Qué más vio en eso?
- Supuestamente había una criatura espeluznante
- ¿Cómo se mostraba?
- No me acuerdo, pero quizá sea la anguila blanca
- ¿Cómo los llamaremos?
- ¿A quiénes? – extrañada
- A las criaturas
- Luego lo definimos, por ahora vamos a buscarlo
- ¿¡Qué hacemos!? – apanicado
- Hay que irnos por el puente
- ¿No cree que la criatura nos siga?
- Nos podemos quedar aquí si quieres, pero no creo que quieras sentir el dolor de lo que se siente que te desmiembren poco a poco
- ¡Vámonos al puente!
- ¿Quién eres tú? – dijeron
- Soy Marceline, ¿Ustedes quiénes son?
- Emiliano y Ofelia – dijo Ofelia
- ¿De qué corren?
- De una criatura espantosa, vámonos para allá
- ¡No! – replicó Ofelia – Estamos corriendo de otra criatura
- ¿Qué hacemos? – preguntó Emiliano
- No podemos regresar para ninguna de las islas
- Tozan. Rata/roedor.
- Miztli. No existe una traducción como tal, pero se le atribuye al Puma.
- Elepantli. Elefante
- Mishkoatl. Sanguijuela.
- Kuestpalin. Lagarto.
- Ozomatl. Gorila/gran mono.
- Ozomantli. Mono.
- Meocuilli. Anguilas.
- Cueyatl. Rana.
- Axolotl. Ajolote.
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