Memorias de un poeta.
Regresando al ayer
Don Anastasio regresó agitado de su pensión. Se dirigió a la cocina y dejó el dinero en un cajón cerca de la estufa. Tomó una manzana y se fue a su cuarto. Antes de entrar, vio fríamente la puerta del fondo del corredor, juró que jamás volvería a entrar a ese cuarto, su mente le decía que no, pero su corazón decía que sí.
Cuando regresó a estar en sí, no se dio cuenta de que ya se había terminado la manzana y dejó caer el corazón de la manzana. Desesperado, decidió entrar. La perilla estaba un poco oxidada y le costó abrirla. Esa habitación estaba muy polvorienta, tenía un foco fundido, pero una ventana iluminaba todo el cuarto, hay un escritorio en el cual había una libreta y junto de ella una pluma, un sillón con algunos resortes salidos. Entró a la habitación y tomó la libreta junto con la pluma, se sentó en el sillón. Hojeó la libreta y estaba completamente en blanco, puso la fecha en la primera página y comenzó a escribir.
11 de Junio de 2100
Hace mucho que no escribo. Y ¿Cómo culparme? Por lo que pasé es difícil de explicar. No sé si alguien leerá esto alguna vez, pero prefiero escribir antes de que mi minúscula existencia termine. Con esto regresaré al ayer...
No sé cómo iniciar con esto, siento que se asemeja a los diarios, esas cosas siempre me parecieron ridiculeces, pero véanme ahora, o más bien, léanme ahora.
Yo me llamo Anastasio Becerril Clama Del Estrello Federo. Les contaré un poco sobre mí desde mi juventud, hace un par de décadas, hasta lo que ahora soy. También les contaré cómo fue mi ascenso a la escritura, mi juventud, algunos amoríos, los deportes que jamás pude hacer, las represiones de mis padres y muchas cosas más.
Iniciaré en la adolescencia, fueron años muy curiosos. Por allá de mis quince años inicié mi vida como poeta, es algo extraño para cualquier adolescente. Yo escribía de poesía por dos motivos; el primero de ellos para poder ganarme un par de pesos para mí, el segundo motivo fue porque no sabía cómo liberarme de algunos insultos y presiones familiares que luego les relataré... creo que por eso mismo dejé de escribir. Interrumpí la vida como un gran escritor, no me estoy vanagloriando ni nada por el estilo, pero mis textos dieron revuelo para la edad que tenía... mis pensamientos se mezclaron. Volviendo a la historia, en esa vida inicié con muchos problemas graves, uno de ellos fue el alcohol y los vicios que me generó toda esa mala vida. Idiotamente perdí a muchas personas a quien tanto quería, perdí a mi querida y amada Josefa, perdí al estimado Melquiades, perdí a Alejandra y Mariana e incluso perdí un órgano...
Pérdidas, hablando de pérdidas, creo que estoy perdiendo mi memoria ya que cuando terminé de escribir el texto anterior, no sabía qué estaba haciendo. No tiene coherencia lo que uní, o no la tiene para mí ¿Acaso también dejé la carrera de escritor por eso? ¿Mi mala memoria será por alguna enfermedad? No sé, mañana iré al médico para un chequeo general.
No creo que tenga más cosas que escribir por ahora, o bueno, no sé qué más escribir, ya perdí bastante la práctica, digo, más de 20 años de no escribir absolutamente nada deteriora a cualquiera, ¿No creen?
Cerró la libreta esperando a que mañana regresara a escribir. Se levantó del sillón y dejó todo lo que encontró en su lugar, salió de la habitación y cerró la puerta, recogió el corazón de la manzana y lo tiró en un bote del pasillo. Se dirigió a su cuarto. Al entrar, notó que en su reloj daban las 20:00, se quedó encerrado mucho tiempo. Antes de cambiarse, vio la foto que tenía en uno de sus burós, le dio un beso como si la fotografía lo sintiera. Soltó un par de lágrimas y terminó de cambiarse, se arropó y quitó la dentadura, lloró desenfrenadamente hasta que se terminó durmiendo.
Créditos: Doctor Suavecito
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