Memorias de un poeta.
Escopeta
Toda la tarde no pudo sacarse la amenaza de los judiciales. En ese día solamente fumó un cigarro que se encontró entre sus cosas. Se encerró en el pequeño cuarto y no salió de ahí en toda la noche y el inicio del día; el insomnio lo consumió así que empezó a escribir.
19 de julio de 2100
¡EFECTIVAMENTE! Mis miedos ayer se hicieron realidad, me amenazaron los judiciales que les había dicho. No sé el verdadero porqué por el que me van a matar. No tengo ni la menor idea. Lo único que digo antes de que muera es que a pesar de tantas muertes que he tenido a lo largo de mi vida, tantas desgracias, tantos desaciertos e incluso las tantas estupideces que he hecho... ¡NO ME ARREPIENTO DE NADA!
A quienes me lean, si es que lo leen, quisiera que vivan sus vidas y las vivan al máximo y no se arrepientan de ello, como dirían en una obra musical "¡Viva la vida, viva el amor y la pasión juvenil!".
Este diario lo dejaré escondido igual que las obras de Josefa, la foto que me encontré y aquella pañoleta de Melquiades que está colgada en la sala...
No tengo ningún impedimento para seguir mi sufrimiento por todas las desgracias que hice, pero no quisiera morir así. He de morir, pero todo lo que dejé en vida es lo esencial para que me recuerden...
Espero que me recuerden, atentamente Anastasio Becerril Clama Del Estrello Federo
Terminó de escribir y fue por la pañoleta. Rápidamente guardó todo lo que dijo en el diario y lo guardó en el pequeño mueble del cuartito, lo cerró con llave y la tiró al inodoro perdiéndola para siempre.
Al dar las diez de la mañana, la sangre en ese pequeño cuarto ya estaba regada. La casa estaba desecha por completo. El cuerpo se dio por perdido. Nadie se creyó el suicidio de Don Anastasio, pero no pudieron hacer nada.
¿La historia del poeta acabaría ahí?
Días después de ese incidente Mariana llegó, era la perita de la zona, encontró el diario de su abuelo...
FIN
Créditos: Doctor Suavecito
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