Los organismos del futuro.
Partes técnicas.
Los hongos. Un gran misterio para nosotros, pero en este gran misterio también encontramos soluciones que nos
serían útiles.
El progreso con la investigación de los hongos iba en aumento y el mayor logro entre todos: aquel
hongo que degrada la radiación. Un logro inimaginable para la humanidad, una solución a las tragedias
nucleares. El proyecto avanzaba viento en popa, todo era color de rosa, la ciudad prueba sería justo en el
corazón del lugar con la tragedia nuclear más grande de la historia... Chernóbil.
El elegido era Cladosporium
sphaerospermum, de micelio grueso y largo como venas de tierra, oscurecido como el color de la melanina
parduzca. Un milagro evolutivo de millones de años de evolución basado en la selección natural ante los
agentes radioactivos. Para los científicos, existía una palabra elegante que representaba a estos organismos
capaces de comer y prosperar en el poder atómico que mataría a otros organismos: radiótrofos.
Todo el mundo apoyaba el proyecto, era el encabezado de todos los periódicos: “Hongo que degrada la
radiación la solución milagrosa”, “El futuro de la investigación científica”, “El cierre para las tragedias
nucleares”, “El enemigo de la bomba nuclear”, “La llave del futuro de la energía nuclear”. Era la noticia más
importante del siglo, al tener la solución a los desechos nucleares podríamos usar la energía nuclear sin
afectaciones significativas al ambiente, se podría sustituir al petróleo, con una forma de degradar la radiación
se podría curar hasta el cáncer…pero que equivocados estábamos.
La investigación fue un éxito. Se inaugura la nueva cuidad de Chernóbil, la gente que un día tuvo que
abandonar su hogar y que ya no pudo volver, regresa ahora tras años siendo un páramo inhabitable. Las
familias de los antiguos residentes se han mudado como símbolo se superación, un nuevo comienzo, una
nueva era.
No solo se pudieron rehabilitar ciudades y plantas nucleares, también se han desarrollado tratamientos más
seguros para enfermedades como el cáncer, tal vez muy pronto se pueda curar. La humanidad ha superado un
obstáculo que había bloqueado el paso hacia el progreso…un paso que nuca debió de avanzar.
En la nueva Chernóbil la gente vivía feliz, pero poco a poco la cuidad se fue calmando, volvía a quedar en
completo silencio. Parecía que volvía a cuando era un área deshabitada e inhóspita. La gente empezó a ver
fantasmas, sombras en las paredes, en las calles, todo como si hubiese vuelto a ocurrir la misma tragedia. El
temor que sentían no era solo inquietud era algo más, había algo que hacía sentir que nada hubiera cambiado.
El gobierno ignoró esta situación, ¿qué pasaría si se da a conocer que el avance del siglo tiene algo inestable?, el
gobierno no reconoció que el proyecto se volvió inestable e incluso siguió usando a este hongo para más que
solo rehabilitar áreas afectadas por radiación. Los avances en el desarrollo de tecnologías que usaban la
radiación se volvieron posibles gracias a este hongo. La energía nuclear tenía un enorme avance, e incluso
superaba a todo el resto de producción de energía eléctrica y de combustibles fósiles. Los avances médicos no
se quedaban atrás, ofrecían curas a enfermedades que se creían incurables o que el tratamiento afectaba más
que la enfermedad misma. Muy pronto la radiación se volvió algo común, y siempre iba en compañía del que
hizo posible el aprovechamiento de esta increíble fuente de energía en apenas un año la radiación se empleaba
en absolutamente toda actividad humana…pero nadie esperaba que el sueño terminara de esa forma.
...
¡Noticias urgentes! La Nueva Chernóbil ha caído, todos sus habitantes se han vuelto locos, todos afirman que
usar la radiación fue el peor error de la humanidad, nunca debieron descubrir como deshacerse de los efectos
que trae. Parecen muertos en vida, gritan agonizante mente antes de caer al suelo y retorcerse de dolor, la
gente huye del lugar, pero, aunque huyan, empiezan a enloquecer. Todos proclaman lo mismo: “Aquel que degrada a la radiación, acabará con todos nosotros”. Se toman cartas en el asunto. Evacuan
ciudades cercanas y se aíslan todos los alrededores de la Nueva Chernóbil. Nadie volvió a ver a alguien que
saliera de la cuidad. Los investigadores no lograron ningún avance, pero no fue el único sitio del que
preocuparse. En todos los hospitales que utilizaban la nueva tecnología de radiación empezaron a suceder
casos iguales, los pacientes decían “Quien acaba con la radiación terminará con nosotros". El gobierno intentó
acallar estos hechos, pero nada pudieron hacer. Todo se descontroló en un instante, la gente se volvía loca en un
instante y después de agonizantes gritos, se desplomaban en el suelo. Nadie sabía por qué o quién sería el
próximo. El gobierno decidió anunciar un toque de queda hasta que se encontrarán respuestas; no obstante, fueron en
vano, la gente empezaba a enloquecer por todo el mundo.
No pasaron muchas horas cuando uno de los científicos enviados a la Nueva Chernóbil encontró la causa. No se
debía a la radiación, si no a aquello que se usó para tenerla bajo control, el hongo. Al parecer, al degradar la
radiación generó efectos adversos de los cuales atacaban al organismo, iniciando al cerebro afectándoles su raciocinio y su cognición, causaba alucinaciones leves, pero se complicaban al pasar el tiempo. Al convivir más de una hora con esto, comenzaba a degradar eritrocitos lo que suscitaba hemorragias internas y decenas de afecciones. La mezcla de estos factores terminaba en una muerte muy dolorosa y entonces, y solo entonces, el hongo comenzaba a degradar el resto de la persona infectada sin dejar rastro alguno. Todo ocurría
en cuestión de horas, todavía no se sabe cómo se propaga.
El pánico se desató en todo el mundo, no ocurrió solo en Chernóbil, en todos los países se presentaron casos
iguales e iban en aumento. La gente comenzó a salir de sus casas, las ciudades quedaron abandonadas. Tres
días después de haber iniciado el brote, el mundo estaba en silencio. Más de la mitad de la humanidad había desaparecido, nadie sabía
que hacer contra esta crisis. Los gobiernos de todo el mundo trataban de hacer frente a la crisis, pero no
tardaron mucho en desintegrarse. Los científicos trabajaron sin cansancio para encontrar tan siquiera
respuestas a como era que se extendía, todo esfuerzo fue inútil. El tiempo no les era suficiente
para siquiera analizar al hongo.
Una semana después solo quedaban los vestigios de lo que alguna vez fue la humanidad. La humanidad trató
hasta el último momento de buscar cómo evitar que el hongo los consumiera. En un laboratorio abandonado
yacían sobre un solitario y polvoriento escritorio los últimos estudios e información acerca del hongo, pero
nada sobre alguna cura, al parecer el hongo se vio afectado por la radiación y al mutar se volvió letal para el
ser humano.
Un cambio drástico en el genoma del hongo fue el causante de que principalmente afectara al sistema nervioso, las alucinaciones se suscitaban durante meses en la etapa temprana del hongo y cuando la
persona empezaba a tener alucinaciones era demasiado tarde. El micelio es invisible a simple vista, se arraigaba en todo el cuerpo humano y al tocar cualquier superficie se propagaba. La aparición de unas
manchas similares a la roya por aquí y por allá. A medida que el micelio invasivo, como una maléfica
enfermedad, se propagaba y escurría, abriendo el tejido y separándolo. Rompiendo las fibras musculares por
medio de sus punzones, como si fueran hilos. Enrollándose alrededor de nervios y adormeciéndolos con
inhibidores de neurotransmisión resultados de una rápida evolución. Una carrera armamentística brutal y
hostil. Propagándose por los ventrículos del corazón y nutriéndose del hierro en la sangre. Lentamente
pudriendo el tejido, como el necrótrofo que la evolución de las especies le había dictado ser, haciendo de lo
vivo lo muerto. Rompiendo el colágeno y la quitina, destruyendo cada biomolécula en el cuerpo hasta
integrarla a sí mismo. Escurriendo por la piel como una enredadera de tuberías que taponaban con apresorios
y se infiltraban voraces hacia abajo, formando haustorios vesiculosos que sorbían el interior del hospedero.
Y encima de lo que otrora habían sido cuerpos humanos bien formados, ahora son enormes colonias verde olivo,
macizas y felposas – tomaban su forma distorsionada y oscura, que parecía atacada severamente por el
carbunco, en poses espantosas, creciendo como repisas aterciopeladas de moho. De ellos se extendían enormes
cordones multicelulares parecidos a sogas, que se arqueaban alrededor de los animales y los apresaban,
segregando más exoenzimas que licuaban el pelo en el cinturón de constricción, envolviéndolos en vesículas,
ahogándolos, hasta correr el mismo destino cruel de los humanos. Y entonces infectaba a nuevos huéspedes,
los síntomas no aparecían hasta que todo el micelio ocupaba a la persona y es por eso que la muerte ocurría en
cuestión de horas, según los resultados que habían obtenido, cuando Chernóbil desapareció era demasiado
tarde para hacer algo, en ese punto toda la humanidad estaba infectada, solo era cuestión de tiempo para que
la civilización humana pareciera.
Créditos: Iara.
Adaptación: Doctor Suavecito.
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