Zoológico. En el zoológico. Quincuagésimo segundo relato.

Zoológico

En el zoológico

Me infiltré de noche en el zoológico. Ya había memorizado el mapa y dónde estaban los hábitats. Fui a donde estaba el bioma del desierto. Liberé al camello para cabalgarlo. Liberé a un par de animales del desierto. Cercano de él estaban los marsupiales y grandes monos. Tan solo liberé a los marsupiales pequeños, me llevé a un lémur conmigo. Parecía que quería liberar a sus iguales, a los grandes simios que tenían cerradura eléctrica. Supongo que todos los animales grandes o depredadores tendrían algo así.
Dirigí al camello hacia la zona ártica. Finalmente liberé a un par de criaturitas invernales. Tomé a uno de los pingüinos emperador, pero todos los pingüinos comenzaron a seguirme, ¿será su líder? Al fin tuve a mi ejército de pingüinos.
Pasé por una especie de acuario en donde tenían varios animales acuáticos o semiacuáticos. Encontré a un par de ajolotes. Me llevé a uno entre mis manos, espero que no se vuelva una salamandra.
Fui al cuarto de controles, quería eliminar la evidencia. Uno de los pingüinos rompió unos cables, liberando a las grandes bestias que ahí habitaban. La luz se fue en todo el zoológico. Entré en pánico, ¿cómo iba a escapar?
Tomé a un par de pingüinos, el lémur se sostuvo de una joroba del camello, agarré fuertemente al ajolote y cabalgué hacia la salida. Vi el desmán, el horror de los animales.
Tuve que pasar por el aviario, éstos eran cazados por un par de felinos grandes. Pude ver la pelea de un tigre contra un león y una jauría de lobos. La estampida de pingüinos provocó la cacería de un par de ellos por parte de los lobos. El tigre iba a alcanzarme, pero un elefante me salvó de la bestia liberada. Unos cocodrilos comenzaron a cazar a todas las criaturas marinas encontradas en el río de visitantes. Un par de lobos terminaron como picadillo por un par de rinocerontes. Antes de llegar siquiera a la salida, un gran oso polar atacó al camello haciéndolo trizas. El ejército de las aves árticas se esparció del lugar, el lémur tomó al ajolote y al pingüino emperador. Apareció un gorila de quién sabe dónde, enfrentó al oso de forma épica.
Quizás mi mala suerte es tan grande como mi desfachatez. Otra de las grandes bestias me lanzó en contra de un muro.

Cuando desperté, estaba en un hospital. Me habían dado una dosis más fuerte para combatir la esquizofrenia.




Créditos e idea original: Doctor Suavecito
Adaptación de idea: Itzel Ayala

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