Morgue de los artistas
Músico
Mis memorias
se remontan a donde salía a los tianguis con el que, en su momento, fue mi
mejor amigo. Salíamos, él con la guitarra y yo con la voz. No ganábamos mucho,
pero lo importante eran los momentos que compartíamos juntos y las experiencias
adquiridas por los dos en cada una de las salidas que teníamos. Íbamos desde el
tianguis cercano a nuestras casas hasta el tianguis por el cual nos habían
corrido más de una vez de forma agresiva.
Siempre me
gustó cantar, también la música en general, pero por el problema de mis manos,
nunca pude continuar tocando. Actualmente me sigue costando mucho trabajo el
poder cerrar a los cadáveres. Parece que mi artritis ha imposibilitado desde mi
juventud y me sigue atormentando hasta este momento, otra parte sería mi
tabaquismo el cual ya es ocasional.
Llamaron a la
puerta, creo que a este punto no debería explicar que es Joe y su acostumbrada
acción de dejarme a los cadáveres. Lastimosamente he de decepcionarles ya que
mi sorpresa llegó cuando la esposa de mi querido amigo llegó a mi puerta. No
sabía que tenía mi dirección luego de alejarme de todos mis conocidos. Me
comentó que mi amigo estaba en las últimas y quería que fuera yo, ya que era el
único médico al que confiaba. Y pensar que yo no ejercía medicina luego de
muchos años, tengo conocimientos prácticamente nulos en este punto.
Acompañé
hasta su hogar. Sigo insistiendo, ¿por qué me tienen tanta fe cuando no me la
tengo yo ni mucho menos tengo la realización de lo que he hecho?, sinceramente
no me lo explico, quizás es por el cariño que la gente me tiene o me he ganado,
aunque considero que jamás me lo he atrevido a hacerlo por más acciones
realizadas en mi empobrecida vida. No quisiese quedar en la mente de los demás
como una persona olvidable, aunque tampoco tengo la mínima intencionalidad de
realizar algo para quedarme en sus pensamientos.
Entré a su
morada, era muy peculiar. Prácticamente era igual a su casa de cuando éramos
vecinos, era bastante estrecho y sin mucho orden, al igual con su personalidad.
Arribé a sus aposentos, se sentía raro por todo, incluso por la misma
intencionalidad del motivo por el cual estoy ahí.
Él me
reconoció de inmediato a pesar de que ya presentaba ceguera, lo noté en lo
blanquecino de sus ojos. Agradeció que lo hubiera visitado. Comenzamos a
hablar, recordamos las viejas glorias que ambos tuvimos; él en la música e
ingeniería mientras que yo, bueno, creo que no tuve ninguna gran gloria como me
hubiera gustado. Mientras estaba acostado, pidió su guitarra vieja. Reconocí
esa vieja guitarra, era su guitarra más cuidada desde la facultad. Tocó un par
de canciones, su esposa comenzó a tararear y yo le hice coro ante las múltiples
canciones interpretadas.
Soltó una
carcajada y apartó su guitarra. Como pudo, se levantó y tomó aquel bastón con
el que se guiaba en su casa. Fue hacia donde mí, me abrazó, lo cual era
demasiado raro con él, especialmente cuando no le gusta el contacto físico para
nada. Hace tiempo que extrañaba estas bohemias y agradezco que hayas venido
para poder cantar una última bohemia, enfermero – dijo carcajeando. Siempre
nos degradábamos para molestarnos, en este caso no me incomodó, ni siquiera me
molestó, creo que me agradó pues un enfermero haría muchas más cosas de las que
hago.
Volvió a su
cama y se acostó. Su esposa me acompañó a la sala y comenzamos a platicar
ciertas trivialidades. Me ofreció alcohol, lo negué. Hace años que no bebo, tal
vez desde esas experiencias tan desagradables luego de haber perdido a la
última persona a quien amé.
Quisiera
comentarte algo, –
inició – no sé por qué ahora te mandó a buscar. Últimamente se la pasaba
triste, deprimido. No sabría cómo explicarte el cómo actuó cuando mencioné tu
nombre y propuse que vinieras, cambió sus actitudes e incluso comió más.
Tengo rareza de mi persona, ¿realmente soy importante para alguien a pesar de
ser una bazofia a la realización de mis acciones? Quedé en silencio, solo
reaccioné con una pequeña sonrisa penosa.
Un golpe
provino del cuarto, ella fue a ver. Mis pensamientos nuevamente me dominaron a
un grado desagradable para mi persona. Gritos y sollozos provenían de sus
aposentos. Fui para auxiliarles, ella estaba sobre mi amistad. Traté de
quitarla para tomar los signos a mi amigo. Tomé los signos vitales, eran nulos.
La quité de mi amigo para hacer una reanimación, lamentablemente mis intentos
fueron inútiles, tontos daños.
No traté de
hacer más por él, ya no había nada que hacer. El dolor completo se sentía en la
habitación. El llanto ahogado era tan doloroso que mis lágrimas cayeron sobre
mis mejillas. Hace tiempo no sentía el recorrer de una gota salada proveniente
de mis ojos y acabando en el suelo. El dolor era tal que yo era un extraño en
su nido de amor. Ofrecí mis servicios para el funeral. Me insultó por un par de
minutos, aunque después accedió a realizarlo, solo que ella lo llevaría.
Los días
pasaron, todo estaba quieto. Llamaron a mi puerta y era ella con el cuerpo. Lo
metí al sótano, prendí la grabadora, me puse mi equipo y comencé a trabajar.
Determiné que la causa de muerte fue natural. Noté que tenía bastantes heridas
en todo su torso y brazos, no quisiera saber las causantes de esas heridas. La
ceguera bastante prominente y un par de prótesis dentales. Curioseé cuando noté
una ortesis en su cadera, quizás la edad ya le estaba cobrando facturas de la
juventud loca que alguna vez tuvimos. No vi nada anormal en los órganos, parece
que siguió sin vicio alguno durante tantos años. No tardé mucho y entregué el
cuerpo a su esposa, ella me invitó al funeral, ¿qué otra opción podría tener
cuando estuve en la casa al momento de su fallecimiento y de quien tanto aprecio
me tenía? Sinceramente no quería ir, no quería derramar más agua de la que no
tenía en este mísero y triste mundo en el que ahora estoy sobreviviendo.
Fui con un
traje negro, el primero que me regaló mi amada. Los acompañé hasta donde el
panteón, haciéndoles el servicio con la carroza. Cuando trataron de bajar el
féretro, no podían pues decían que incrementó su peso de forma irracional. Esto
me acordó del fallecimiento de mi bisabuela, nadie podía levantar su ataúd,
pero cuando lo trató de levantar mi papá se alivianó, fue demasiado extraño.
Cuando traté
de levantarlo, se aligeró. No quiero describir más.
Me regresé a mi casa,
por primera vez solté una lágrima, ¿por qué la vida me estaría trayendo a las
amistades que más quise para dejarlas arregladas para el panteón?
Créditos: Doctor Suavecito
Texto inspirado en mi amigo, músico y fotógrafo "ELPAPY???"
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