Morgue de los artistas
Escultora/arquitecta
Luego de la
“visita” de mis amigos, recordé muchas cosas, especialmente de mi juventud y
antes de haberme condenado a estudiar medicina y luego forense. Recuerdo que
conocí a múltiples personalidades durante el bachillerato, como a una escultora
quien estudió arquitectura, todo lo que ella hizo siempre fue maravilloso,
aunque su arte era bastante peculiar con respecto a la elaboración de su tan
abstracto arte, era difícil de entender para aquellos conocedores de arte
visual.
Estaba a
punto de dormirme cuando tocan la puerta, pensé que era Joe. Al abrir, me quedé
extrañado, era un señor calvo con mucho vello facial, solicitó un embalsamiento
de su esposa. Era raro porque nadie me había solicitado eso en años, pero no me
negué. De forma aún más rara, me dio las medidas para el féretro. Tomé la
carroza y solo cargué el féretro a su medida, conduje detrás de él, me quedé
helado al llegar a una mansión con estilo abstracto. Al ver el cuerpo, como lo
sospechaba, era aquella a quien conocí. Fue extraño todo el momento en que
estuve en la mansión aquella, quizás me sentía incómodo en todo el sentido de
la palabra, tal vez al no tener nada de eso en mi mísera vida, no me sentía en
un estado agradable.
Con cuidado y
respeto, subimos el cadáver de la esposa, él prefirió alcanzarme después y tan
solo me dio un vestido negro, mientras yo llevaba al cadáver a la morgue. En el
trayecto, comencé a recordar muchas cosas. Nunca fuimos tan cercanos, solamente
nos conocimos por un profesor que era su amigo, posteriormente los tres fuimos
amistades. Al contrario que las veces anteriores, con las amistades con las que
existían a un trasfondo real, con ella no tuve un recuerdo favorable, como si
fuera una extrañeza nueva, una novedad ante todo sentido. Me entró un temor del
cual mi mente insolente empezó a resonar hasta el último de mis sentidos, quiero
saber si en algún momento alguien, a quien consideré amigo, lloraría por mi
partida como en algún momento lo he hecho. O incluso si alguien a que tanto he
considerado amistades, me considerarían igual o tan solo un conocido más de los
que en algún momento me olvidarán siendo un muy mal sabor de boca con ese recuerdo
de mi persona tan ingrata e insensata.
Uno de mis
mayores miedos sería ese, el ser olvidado y no haber dejado nada en este mundo,
el ser olvidado de forma instantánea como si de un espejismo fuera mi
presencia, al igual que una sola gota de agua perdiéndose en el océano, o tan
solo una migaja perdiéndose entre tanto polvo y basura de un restaurante. Dicen
que en este mundo es importante dejar algo, es por eso por lo que venimos aquí,
pero realmente no lo creo, muchas veces solo existimos sin algún motivo…
Mis
pensamientos dominaron demasiado, cuando me di cuenta, ya había llegado.
Bajé al
cuerpo y cerré todo, preparé mi equipo y comencé la autopsia. Fue muerte
natural. En mi nota noté que no hablé mucho, incluso creo que solo hice
hincapié en un par de sus órganos. No tuve mucho que decir. Al cerrar, me sentí
muy incómodo por mis pensamientos tan horrendos que volvieron a inundarme.
Vestí al cuerpo con el vestido, coloqué muy poco rubor. Metí al cuerpo y me fui
a donde su morada. El marido pidió que me quedara para la celebración póstuma,
pero dije que no. Agradeció los servicios dados, liquidó mis honorarios.
Regresé a mi
morada, pero con muchas incógnitas no resueltas, ¿cómo habría sido que me
contactaran?, o, mejor dicho, ¿por qué específicamente a mí?
No sé cuál haya sido
su historia, pretendo que hubiera sido buena, alejada de toda tristeza. No
podré asegurarle de que haya vivido bien, ni siquiera fui parte de su historia,
espero que descanse en paz…Créditos: Doctor Suavecito
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