¿Cuándo? Quincuagésimo relato.

¿Cuándo?

Más tarde, en unas horas, ahorita, luego… no lo sé.
Dime, ¿cuántas veces has disfrutado esa taza de café que te despierta por las mañanas? Puede ser demasiado amarga, demasiado dulce o tener el sabor perfecto para tu paladar, pero dime, ¿era suficiente para ti?
¿Cuándo vas a apreciar los detalles de tu vida? Si bien sé que la vida no es bella ni mucho menos parece una dulce comedia donde al final el protagonista triunfa y tiene todo lo que desea, es más bien como si los mejores directores de cine se reunieran para crear la obra más desgarradora posible. Una historia con la búsqueda de la felicidad, del perfeccionismo, con un brutal y doloroso sufrimiento en nombre de la creación de una mejor versión de ti: de una versión débil a una poderosa, de alguien insignificante a alguien importante en la sociedad. Demasiado drama, demasiada tristeza, pérdidas, estrés y caos, pero con la mejor banda sonora que podrías imaginar.
Aun con toda esta locura, deberías apreciar un poco más lo que tienes. Deberías dejar de solo llorar por la tragedia de tu vida. Es bueno llorar, es bueno liberarse y es completamente común frustrarse por lo que te sucede. Pero piensa que, aun con todo eso, tienes tanto en un frasco enorme de vida.
Hay gente en las calles sin un hogar, sin alimento o sin prendas para vestirse. Personas que han perdido a su familia, al amor de su vida, a un familiar o a un amigo a causa de enfermedades degenerativas. Gente suplicando piedad por unos días más de vida. Gente atrapada en guerras, anhelando ver el sol una vez más y sentir la paz en su alma en lugar del peso de las balas en sus hombros. Tantas plegarias por las mañanas, por las tardes y por las noches. Gente de rodillas, suplicando piedad ante su dolor.
Hay quienes tienen todo, hay quienes tienen poco. Existen quienes quieren más y pueden luchar por ello, pero también existen personas para quienes pensar termina en una terrible penalización. Somos victoriosos y somos miserables, entramos y salimos de esas categorías una y otra vez. No siempre estamos arriba, a veces estamos abajo, e incluso existen esas pequeñas ocasiones donde nos desequilibramos en la cuerda floja.
Somos partículas de un sistema incontrolable, desatando guerra y caos mientras esperamos la calma y la paz ante la vida y la naturaleza. Queda claro que somos la destrucción y la creación. Jamás estaremos conformes con nada y, cuando lo estamos, no dura mucho. Siempre buscaremos más, porque somos seres insaciables que buscan tenerlo todo sin saber cuál es el límite del concepto del "todo".
Así que dime… ¿cuándo? Esa pregunta que cuestiona el lugar y la hora, pero que en realidad cuestiona la decisión, debería ser resuelta y no pospuesta.
¿Cuándo vas a disfrutar de aquella caminata bajo el sol?
¿Cuándo vas a saborear esa comida que pagaste con tu esfuerzo?
¿Cuándo vas a resolver los problemas que tuviste con aquel amigo o amiga?
¿Cuándo vas a dejar de beber?
¿Cuándo vas a dejar de posponer las visitas a tu familia?
¿Cuándo vas a hacer aquella cita médica determinante para tu salud física o mental?
¿Cuándo vas a disculparte con aquella persona a la que le causaste daño?
¿Cuándo vas a decidirte a ir a esas clases de baile?
¿Cuándo harás ese viaje soñado con tus padres?
¿Cuándo darás el siguiente paso para tu mejora personal?
¿Tienes la respuesta acaso?
¿Cuándo vas a valorar las vidas que te rodean?
¿Cuándo vas a valorar y retribuir todo el amor que te dio esa persona?
¿Cuándo piensas tener iniciativa para cambiar tu vida?, ¿cuándo vas a dejar de evadir tus emociones?
¿Cuándo vas a mejorar tus hábitos?
¿Cuándo vas a valorarte a ti mismo?
¿Cuándo vas a darte cuenta de que lo tuviste todo y que, por la indecisión o por esperar lo mínimo, perdiste aquello que siempre habías deseado?
¿Cuándo vas a enfrentar la vida con valor y dejarás de huir?
¿Cuándo vas a disfrutar la lluvia o las puestas de sol?
¿Cuándo volverás a abrazar a tus padres?
¿Cuándo vas a abrir los ojos y mejorar?
Hay demasiadas preguntas sobre cuándo lo harás.
¿Qué demonios esperamos para realizar las cosas? Esperamos la pérdida completa de las personas o de las oportunidades. Esperamos a que la gente se marche de nuestras vidas. Esperamos a que la palabra "mañana" no exista entre nuestras páginas, a que aquel plan se realice a la mala o por alguien más. Esperamos hasta dejar de tener la oportunidad de elegir el tiempo y el lugar, y nos entregamos al arrepentimiento, a la culpa, al remordimiento constante.
Procrastinamos una vida entera. Quizás no sean las 24 horas de los siete días de la semana, pero pregúntate cuántas cosas has aplazado y cuántas oportunidades podrías perder con ello...
Sal, disfruta el mundo, no te hundas en lo cotidiano. Disfruta el cambio constante de la vida, la transición del sol a la luna. Disfruta esas lágrimas saladas y cristalinas rodando por tus mejillas. Disfruta la alegría y abraza tus emociones. Es tan bello el hecho de poder sentir, desde la rabia hasta el éxtasis. Disfruta aquel beso de esa persona especial, el abrazo de tus amigos o la sonrisa de tu madre, porque nunca sabrás si es la última vez que recibirás esas muestras de afecto.
Cambia para bien, busca la evolución y mantén la disciplina. Si bien es difícil prosperar o mejorar, es posible. De no hacerlo, podemos llegar a arrepentirnos algún día, y es mejor intentarlo que dejar partir una oportunidad y perder una anécdota más.
Comprende que la vida es tan rápida y que pocas veces contarás con la antelación del final de las cosas. No esperes a que el final esté cerca para hacer las cosas bien. No esperes el final para crear y mejorar. Disfruta el camino y mejora. Deja de posponer y atiende aquellas cosas que deberían dejar de recibir un "más tarde" o un "no lo sé".
Porque la vida no espera, no se detiene por nuestra indecisión ni por nuestros miedos.  Es un río que fluye, incansable, arrastrando con su corriente los "luego" y los "mañanas". Un día abrirás los ojos y notarás que el café ha enfriado, que la risa de aquellos que amaste se ha vuelto eco, que el sol sigue saliendo, pero su luz ya no toca las mismas manos.
No dejes que el tiempo te robe lo que aún puedes abrazar.
No permitas que la duda te condene a una vida sin huellas.
Porque la verdadera tragedia no es el dolor ni la pérdida, sino haber tenido la oportunidad de vivir y no haberlo hecho.
Así que dime… ¿cuándo, si no ahora?


Créditos: Angeline Garmald "Lo que mis labios no han de decir, lo dirá mi corazón en mis manuscritos".
Adaptación: Doctor Suavecito.

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