El arte de vivir y sentir
Una vez escuché que el arte se debe vivir y sentir. Debemos recordar como vivimos el arte, pero el arte verdadero en nuestra vida cotidiana. Cuando vamos a un museo, únicamente podemos ver el arte exhibido; vemos su belleza y magnificencia, mas no lo podemos tocar, pues en un delito estaríamos incurriendo.
No hay cosa más lamentable que esto, sólo poder ver de lejos y de forma limitada lo que nuestros ojos más ansían; lo que desearíamos poder manipular, lo que queremos sentir fibra por fibra hasta conocer el más mínimo detalle al tacto. Tener a diario para poder apreciar cada mañana al despertar, disfrutar de cada día pasar y descansar en paz cada caída del alba.
El ardiente dolor se vuelve mayor, pues en las obras de museos las podemos visitar cada que queramos, ahí estarán y no se modificarán, aparentemente; no obstante, hay obras de arte viviente que ni con toda riqueza del mundo podemos tener, y sólo podemos ver superficialmente el desarrollo, mas no ser partícipes del proceso de ver culminada la mayor obra de arte ante nuestros ojos carentes de visión.
Los mayores desafíos de las obras es transmitir una emoción y trascender el tiempo. Y fue con tan sólo un vistazo a ti que pude ver esa obra de arte que jamás podré tener.
Créditos: Ricardo Silva
Adaptación: Doctor Suavecito
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