La puerta. Trigésimo octavo relato.

La puerta

A las 11 de la noche alguien llamó a la puerta, era extraño. Lucas no esperaba a nadie, así que decidió asomarse por la mirilla de su puerta y solo pudo ver una sombra extraña del otro lado de su puerta. Lucas, un poco asustado, le preguntó al sujeto que hacía ahí. ¿Hola? - dijo - ¿qué es lo que busca?
No obtuvo respuesta alguna, tan solo se escuchaban jadeos y murmullos extraños por parte de aquel sujeto, o cosa. Lucas, inmediatamente, se aseguró que la puerta estuviera bien cerrada y, una vez más, decidió hablar con quien estuviera tras la puerta.
  • Buenas noches - desde el pórtico - ¿qué está buscando? - escuchándose un jadeo y, por fin, obtuvo respuesta
  • Ellos vienen... - la voz era escalofriante y cansada, sin lugar a dudas, el escucharla hace que todo el ambiente fuera tenso.
  • ¿Qué es lo que dices? - respondió Lucas algo inquieto - ¿Quiénes vienen? - no podía parar de voltear para todos lados, se sentía observado, inseguro en su propia casa.
  • Ellos vienen - repitió - ¡Vienen, vienen! - cada vez lo decía con un tono más fuerte junto a una voz más tétrica, pronto silenció e hizo que acompañara la escena terrorífica.
  • ¿Quién es usted? - preguntó Lucas, mientras alzaba lentamente la mirada para ver nuevamente a la mirilla tan solo para ver que, aquella cosa que, se supone, estaba detrás de la pueta, ya no estaba.
Las luces se apagaron y un silencio aterrador envolvió la habitación, en instantes se escucharon pasos en el cuarto de arriba y pequeñas risas del otro lado de la puerta. Lucas estaba perplejo, paralizado, sus músculos no respondían y no sabía que hacer hasta que, una voz escalofriante lo llamó. Ven… sube… te estamos esperando. Lucas volteó lentamente, vio la luz de arriba encendida, las voces que escucho llamarón su atención, pero sabía que subir sería mala idea. Lucas intentó caminar rumbo a la cocina para poder tomar algún objeto que le fuera de ayuda, en dado caso que tuviera que defenderse. Al llegar a la cocina escuchó que los pasos se acercaban más y más hacia la planta baja, las risas, las voces se intensificaban más y más. Lucas estaba aterrado, trató de esconderse tras la barra que dividía la cocina del comedor, mientras aquello lo llamaba. ¿Dónde estás?... Ven, te estamos esperando - carcajeaba. Lucas, al borde del llanto, ya no podía más con la angustia, con los pasos que se acercaban a él y las risas macabras burlándose de su terrible ingenuidad. Lucas logró tomar un poco de valor para levantarse y tomar el cuchillo, en un abrir y cerrar de ojos, todo terminó, la luz se volvió a encender, y las voces dejaron de sonar. Lucas pensó en que se estaba volviendo loco hasta que lentamente volteó a su derecha y vio la puerta abierta, no estaba muy abierta, era apenas muy poco, Lucas sintió miedo, no sabía que hacer, cualquier movimiento en falso podía ser mortal, por más que quisiera pensar que todo fue producto de su imaginación, ese mínimo detalle de la puerta, hacía que no pudiera confiar en nada.
Lucas sintió parte de sus brazos mojados, miró con un poco de miedo, solo para darse cuenta de que tenía una gran cortada en el hombro derecho, caminó lentamente, cerró la puerta asegurándola, y decidió subir lentamente las escaleras, preparado para lo peor. Con el cuchillo en su mano izquierda, por el dolor que sentía en todo el brazo derecho, Lucas vio la luz de su cuarto prendida, se acercó lentamente, abrió la puerta, y para su sorpresa él estaba ahí, acostado, muerto, perplejo soltó el cuchillo y sin antes poder hacer o decir algo, se desmayó, encontrándose afuera de su casa, sintiendo una presencia que lo perseguía, así que decidió tocar, para advertirle a él mismo, que ellos vienen.



Adaptación: Doctor Suavecito

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