Las voces. Trigésimo sexto relato.

Las voces

17/03/1978

¿Qué sentido tiene la vida?, fueron las últimas palabras que salieron de la boca de Martín, un joven adolescente con problemas mentales, o bueno, eso es lo que se decía, pero hay quienes cuentan que Martín tenía “problemas”; y no los típicos problemas de un joven cualquiera, sus problemas iban más allá de lo imaginable.
Todo comenzó cuando Martín nació, fue un 2 de octubre de 1962, cuando la mamá de Martín, doña Leticia, parió sin ningún remedio clínico pues en la región que ellos vivían era la más pobre del pueblo y casi no tenían recursos para siquiera poder atenderse de manera segura. Fue por esas mismas razones que Doña Leticia decidió acudir con Cleo, una señora de horrible apariencia y un olor identificable a kilómetros de ella, en su abundaban arrugas y en sus manos posee un bastón viejo y podrido, con su mascota Lucifer. Cleo su sobrenombre, ya que nadie la conocía realmente, era una bruja detestable y no lo digo por decir, literalmente era una bruja la cual podía hacer actos tan simples como convertir el agua en sangre o incluso poder hacer que niños nacieran deformes. Era realmente la única opción y ayuda que Leticia podía tener, así que ella ofreció a su hijo a Cleo a cambio de poder llevar una vida más tranquila y con mucho dinero, Cleo no lo pensó mucho y aceptó la oferta.
Finalmente, cuando Martín nació Cleo no se deshizo de él, pues lo conservo como su hijo, pero durante todas las noches, se podía escuchar el llanto del niño que diariamente salía corriendo de su casa gritando “¡NO ME LLEVEN POR FAVOR!”, era una tortura tener que ver como el chiquillo se escondía entre la basura pensando que solamente así dejaría de sufrir.
Como era de esperarse, Martín nunca fue una persona con muchos amigos pues su apariencia sucia junto a las múltiples cortadas en todo su cuerpo era desagradable para los demás infantes. Casi nadie sabe mucho de él, de las pocas veces que pude dialogar con él me comentó por lo bajo “Señor, usted no ha visto lo que yo y espero jamás lo vea, pero si es que algún día las ve, implore que jamás se lleven sus sueños”, esas palabras aún retuercen en mi cerebro antes de dormir, y más el día de hoy que en la última carta Martín escribió, quisiera olvidarla, pero tengo que hacerle una mención por todo lo comentado... “Hoy me libro de esas voces y por fin dejaré de existir, ahora mis sueños y anhelos son suyos y solo ustedes lograrán que este pueblo pueda soñar tranquilo”.


Nota escrita por: Joaquín López Hernández 




Adaptación: Doctor Suavecito.

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