La estrella que no alcancé. Vigésimo tercer microrrelato.

La estrella que no alcancé

Mirando a la nada encontré una luz, de pronto su brillo fue suficiente para iluminar el camino, un camino que había perdido. Caminé hacia esa luz, con cada paso que daba sentía una ilusión recorrer mi ser. Caminé sin saber a dónde me llevaba. Caminé sin dudarlo. Recorría un camino el cual creí perdido, el miedo se esfumó de todo mi ser. De pronto, una sonrisa se dibujaba en mi rostro, caminé sin pensar el tiempo o la distancia. Cuando me sentía agotado, esa luz recargaba mis energías, su cálido brillo me abrazaba, aquellos abrazos se fueron difuminando, el brillo se fue opacando, seguía recorriendo aquel camino hasta que de pronto ese brillo se apagó, resultó ser el final de aquel camino que recorrí sin pensar desde que vi esa luz. Resultó que el destino no era tan brillante como el camino, aquella luz provenía de una estrella que se alejaba como el paso de la noche, el camino recorrido fue inolvidable, la luz lo iluminaba y aquella sonrisa que se dibujó en mi rostro y al verla se esfumaron. No fue necesario tocar aquella estrella para enamorarme de su brillo pues disfruté cada paso de aquel camino, ahora estaba ahí varado en un abismo, tal vez todos había terminado.
Mis piernas se prepararon para saltar y seguir aquella estrella, di un salto tratando de llegar a ella, aún con todo el esfuerzo de esas piernas cansadas por el camino recorrido, no fue suficiente para lograr llegar a ella, mientras caía me di cuenta de que se convertiría en la estrella que no alcancé...



Créditos: Bernardo Jared.
Adaptación: Doctor Suavecito.

Comentarios