Cubo. Vigésimo octavo relato.

Cubo

El meteorito entró al planeta, rompió la barrera del sonido haciendo que su entrada fuera escuchada hasta el otro lado del planeta. Afortunadamente cayó en medio del océano sin provocar ningún daño aparente. La roca espacial de a poco se hundió hasta llegar a la zona abisal.
Al tocar los sedimentos del lecho marino, la roca espacial comenzó a moverse. El objeto estelar se quebró irradiando la única luz que nunca alcanzó ese lugar. Las criaturas fueron alejándose de la fuerte luz emanada del objeto interestelar. La roca finalmente se rompió mostrando su interior, era un cubo con luz verde. El cubo era de tan escasos cinco centímetros por cara, bordes de un material similar al bronce y le recubría un ámbar semejante al hielo. La luz empezó a parpadear.
Un pez deforme se acercó, curioseó aquel extraño cubo. El pez tocó una de las caras del cubo y el objeto cambió su morfología; las caras y color verdoso fueron transformándose velozmente hasta que la luz fue extinta, la estructura cambió generando pequeñas células vivas creando tejidos y los tejidos en sistemas funcionales. El cubo se transformó en aquel pez deformado.
El nuevo ser “viviente” nadó explorando toda la zona abismal. Los ojos le servían como cámaras las cuales fotografiaban todo a su paso, documentaba todo a su paso. Accidentalmente se encontró con el cadáver putrefacto de un calamar. Fue acercándose lentamente para descubrir lo que hacía la presión a los cuerpos sin signos vitales. Denotó todas las heridas que este tenía, las mordidas de ballena con la que tuvo su última batalla y las pequeñas mordidas de los depredadores, algunas extremidades ya le eran inútiles luego del combate. Hace un par de horas había fallecido.
Se acercó para tocarlo, comenzó a transformarse en el calamar; sin embargo, inició un proceso de reparación celular y curación. Prácticamente estaba regenerando al cuerpo para transformarse en la mejor versión del calamar. Tardó alrededor de diez minutos para poder tener la mejor versión de ADN. Una vez terminado, empezó a nadar hacia la superficie del océano.
Su ascenso hacia la superficie fue bastante lento para evitar que fuera aplastado por la presión. En su ascensión divisó a lo lejos una criatura verdosa la cual rebasaba los treinta metros de largo y alto, en su cabeza contenía tentáculos con colmillos, un cuerpo similar al de un pez globo y una cola de orca, le seguían muy de cerca criaturas indistinguibles entre la casi nula luz.
Luego de mucho nadar, pudo llegar a donde la luz iluminaba gran parte del lecho marino. Tristemente un cachalote joven lo vio y fue hacia él. El cachalote tomó los tentáculos del calamar; le desgarró dos de sus apéndices para devorarlos. Regeneración – exclamó el calamar con una voz sórdida y hueca. Las dos extremidades volvieron a salir enseguida, velozmente el calamar atrapó al cachalote para someterlo. Con los dientes filosos, empezó a hacerle mordidas fatales puesto que los dientes que tenía eran semejantes al metal. El cachalote, aterrado, nadó a una velocidad tremenda, se dirigía a un arrecife cercano. El calamar se percató de esto y lo soltó; el cachalote rompió el arrecife junto con su cráneo. Pronto moriría. El calamar se acercó para transformarse en el joven cachalote. Reparamiento óseo – comentó el calamar. Tardó alrededor de quince minutos para poder reparar los daños generados. La nueva forma le costaba un poco pues ahora sus pulmones le incomodaban mucho más, requería ir hacia la superficie por una bocanada de aire. Al llegar, inhaló por primera vez en todo el plano de su existencia en la tierra. Sintió extrañeza al hacerlo. La luz solar le lastimó los pequeños ojos deslumbrándolo.
Quedó sereno en la superficie, su paz era inquebrantable. Una gaviota se posó sobre su cráneo. Inmediatamente inició su nueva transformación; el descomunal tamaño fue transformándose hasta ser un pequeño saco de plumas. Por un breve momento empezó a nadar con sus pequeñas patas. Extendió sus nuevas alas y se echó a volar. Estando en el aire, miró un nuevo paisaje; divisó islas, terrenos hasta para él inexistentes como el desierto o incluso los pequeños archipiélagos. De forma extraña, en un archipiélago observó los diferentes biomas de las cuatro islas; la primera isla era selvática, la segunda era completamente creada por hielo, la tercera isla formaba grandes dunas y rocas gigantescas pues era desértica, la última isla era una mixtura de todas las anteriores.
Siguió navegando hasta que llegó a un punto donde, de forma extraña, sus alas se cansaron y tuvo que bajar en un punto, aparentemente, inhóspito. Aterrizó donde la flora era abundante. Comenzó un análisis de su sistema, la gaviota que se posó en su cráneo tenía cáncer óseo. Erradicación del agente causal, patógeno, enfermedad – dijo con una voz desgastada.
A lo lejos se escuchó un estallido, el pánico colectivo entre la fauna silvestre se presentó. Un pequeño orangután, tratando de huir del desastre, pudo ver a la gaviota sin moverse estando cerca de una raíz. Bajó de las copas para poder rescatarle para huir. Al tomarlo, la gaviota dijo – Nuevo ADN procesando, espere un momento; erradicación de la enfermedad –, el orangután tan solo continuó huyendo por el suelo con gaviota en brazos.
El cubo nuevamente se transformó en una copia mejorada del individuo que ahora lo había tocado. El orangután original se espantó al ver la escena y decidió aventar al cubo al momento de su transformación; sin embargo, al ver su similitud, se acercó con cautela. Ambos conversaron de lo sucedido y el terror provocado; el orangután narraba sobre unas criaturas parecidas a él, pero las describía mucho más grandes, sin tanto pelo y con el fuego y rayos de su lado, además de las bestias de metales. El cubo, sorprendido, quería ver qué eran esas tan extrañas criaturas, la curiosidad le incitaba a ir. Tuvieron discusión sobre la supervivencia, pero esto no pareció importarle al cubo cambia formas. El orangután, al no convencerlo, prefirió abandonarlo antes de que capturaran a ambos, sin más, subió a las copas de los árboles y escapó.
El cubo fue hacia donde los estallidos. Con sigilo llegó hasta donde el gran ruido, fue cierto lo que dijo el orangután. Vio a criaturas erguidas, utilizaban ropa para compensar su falta de pelo, aparentemente las criaturas de cuatro patas y de tamaños diversos eran sometidas por ellos para cortar el material más valioso de la galaxia que es la madera recolectándola a destajo. Capturaron a elefantes, orangutanes, tigres, macacos, rinocerontes y más.
El cubo, extrañado, fue hacia donde los humanos para poder entablar conversación con ellos. Todos los presentes, al notar la presencia, comenzaron a rodearle para capturarle. La fuerza del cubo era mucho más que la de veinte hombres presentes. El líder de la operación, cansado de la ineptitud de todos los demás, tomó una pistola y con un tiro certero le disparó en la cabeza. El cubo sufrió leves daños en las conexiones neuronales de aquel cuerpo tomado. El cuerpo cayó de espaldas, la información que había capturado estuvo parcialmente dañada. Un momento, daño severo en red neuronal – comentó el cubo con voz rasposa –, tomará un tiempo repararlo. Los hombres se extrañaron al ver esto, pero decidieron echarlo donde los animales.
Los hombres cargaron las jaulas en los camiones para llevárselos a quién sabe dónde. La reparación del cubo fue extremadamente tardada, para mayor eficiencia, eficacia y rapidez de su reparación, su única opción fue transmutar en su forma base, el cubo. Los animales a su alrededor quedaron extrañados por el suceso tan raro, jamás lo habían visto.
Los orangutanes veían curiosos al cubo, estaban jugueteando con él. Por equivocación, arrojaron al cubo a la jaula de los tigres. Estos lamieron al cubo y le rugieron, el cubo respondió a esto – Nuevo ADN obtenido, se transformará cuando la reparación termine. Los tigres lanzaron con su cola a la jaula de los rinocerontes, estos tan solo querían aplastar al cubo, el cubo dijo – Nuevo ADN obtenido, se tratará de ingresar una vez que se termine la reparación. No meta otro ADN. En un movimiento fuerte, el cubo quedó hasta donde estaban encadenados los elefantes, el más longevo tomó al cubo y lo frotó contra su cabeza, el cubo respondió – Nuevo ADN recolectado, los resultados de las transformaciones pueden ser variables una vez que esté reparada la red neuronal.
En un golpeteo fuerte, el cubo cayó en un punto donde las jaulas estaban suficientemente lejos para poder tomarlo. Dos minutos posteriores a ello, el cubo mencionó – ¡Reparación completada! No meter más genes. Iniciando transformaciones del ADN. El cubo brilló nuevamente, se transformó en un tigre sano. Rugió y se abalanzó contra las jaulas, rompió el candado de los orangutanes y rinocerontes; no obstante, los orangutanes comenzaron a alocarse y lo rinocerontes comenzaron a tratar de embestirlo. El cubo cambió drásticamente en un orangután; los animales y el cubo se quedaron perplejos, no sabían qué había pasado. Estando en esa forma, liberó a los elefantes y a los tigres.
Los tigres estaban hambrientos, el más grande y fuerte acorraló a los orangutanes. Los elefantes se dirigieron a donde el tigre mayor, protegiendo así a los orangutanes. El cubo nuevamente se transformó, se convirtió en un elefante. La revuelta inició, los elefantes comenzaron a golpetear las paredes, los tigres se arrojaron contra los más vulnerables, los rinocerontes protegieron al más pequeño de ellos, los macacos y orangutanes trataron de escapar.
Desafortunadamente, la ladera y el gran movimiento dentro del camión provocaron el volcamiento del transporte. El golpeteo mientras iba cayendo causó suficiente daño provocado en huesos, articulaciones e incluso la muerte misma. Cuando culminó el descenso drástico, las puertas del camión quedaron totalmente destrozadas. Quienes pudieron escaparon de la escena llevándose consigo a los heridos. Los tigres fueron los primeros en escapar; los orangutanes y rinocerontes se llevaron a rastras a sus heridos; los elefantes se quedaron ahí pues uno de los suyos falleció. Los elefantes movían para tratar de despertar al ahora muerto.
El cubo nuevamente se transformó en la forma del orangután. Vio a los elefantes llorar. De a poco fue acercándose a donde el cuerpo del gran elefante. No comprendía la tristeza de los demás por aquel fallecimiento. Se cuestionaba sobre el sentimentalismo de las criaturas; ¿será acaso que las criaturas tendrán sentimientos a pesar de que no estén comprendidas del todo?
Ustedes no deben sufrir, – comentó el cubo – las criaturas dominantes del metal, fuego y rayos no son merecedores de ustedes. El cubo nuevamente se transmutó en un elefante, con la trompa tocó la frente del elefante veterano y le transfirió su energía vital. Una luz verdosa pasó por todo el ser del elefante; de a poco fue desvaneciéndose la figura adquirida del cubo para dársela al pobre individuo.
Quien fue el fallecido pudo sanar sus heridas, recuperó su respiración, abrió los ojos y, con mucho esfuerzo, se rodó para levantarse. Los elefantes quedaron atónitos; rápidamente el elefante agradeció a la estela del elefante antes de que regresara a su forma base.
Los nobles animales hicieron su trompeteo para memorar el sacrificio del cubo. Pronto partieron, no sin antes cubrir la caja del camión con hojarascas y maderas. Partieron de ahí para poder huir.
...
Entre la tranquilidad de la selva, un pequeño portal se abrió del suelo. Del portal salió aquel extraño hombre, aseguró que la zona estuviera sin muros en la costa. Notó el cadáver del hombre, se había hecho añicos. En su mano tenía una especie de reloj con la cual estaba diciéndole la ubicación exacta del cubo. Entró a la caja del camión y checó el cubo, hizo una mueca pues toda la energía del cubo se le había ido, como si le hubieran drenado la energía. De su bolsillo sacó el diente que traía para metérselo por una de sus caras al cubo; sin embargo, lo dejó en el piso, en ningún momento lo tocó. El diente fue absorbido y nuevamente el cubo recuperó su color verdoso. Recargado, – dijo el cubo – carga genética adquirida, los resultados de las transformaciones pueden ser variables por los diferentes compuestos.
Rápidamente el hombre lanzó una pastilla la cual encerró al cubo imposibilitándole iniciar el proceso de transmutación. Sonrió y comentó por lo bajo – Uno más e iré por ti, nada me detendrá.
En un parpadear desapareció...



Créditos: Doctor Suavecito

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