Cubo
El meteorito entró al planeta, rompió la barrera del sonido haciendo que su entrada fuera escuchada hasta el otro lado del planeta. Afortunadamente cayó en medio del océano sin provocar ningún daño aparente. La roca espacial de a poco se hundió hasta llegar a la zona abisal.
Al tocar los sedimentos del lecho marino, la roca espacial comenzó a moverse. El objeto estelar se quebró irradiando la única luz que nunca alcanzó ese lugar. Las criaturas fueron alejándose de la fuerte luz emanada del objeto interestelar. La roca finalmente se rompió mostrando su interior, era un cubo con luz verde. El cubo era
de tan escasos cinco centímetros por cara, bordes de un material similar al
bronce y le recubría un ámbar semejante al hielo. La luz empezó a parpadear.
Un pez deforme
se acercó, curioseó aquel extraño cubo. El pez tocó una de las caras del cubo y
el objeto cambió su morfología; las caras y color verdoso fueron transformándose
velozmente hasta que la luz fue extinta, la estructura cambió generando
pequeñas células vivas creando tejidos y los tejidos en sistemas funcionales. El
cubo se transformó en aquel pez deformado.
El nuevo ser “viviente”
nadó explorando toda la zona abismal. Los ojos le servían como cámaras las
cuales fotografiaban todo a su paso, documentaba todo a su paso. Accidentalmente
se encontró con el cadáver putrefacto de un calamar. Fue acercándose lentamente
para descubrir lo que hacía la presión a los cuerpos sin signos vitales. Denotó
todas las heridas que este tenía, las mordidas de ballena con la que tuvo su
última batalla y las pequeñas mordidas de los depredadores, algunas
extremidades ya le eran inútiles luego del combate. Hace un par de horas había
fallecido.
Se acercó
para tocarlo, comenzó a transformarse en el calamar; sin embargo, inició un
proceso de reparación celular y curación. Prácticamente estaba regenerando al
cuerpo para transformarse en la mejor versión del calamar. Tardó alrededor de
diez minutos para poder tener la mejor versión de ADN. Una vez terminado,
empezó a nadar hacia la superficie del océano.
Su ascenso
hacia la superficie fue bastante lento para evitar que fuera aplastado por la
presión. En su ascensión divisó a lo lejos una criatura verdosa la cual
rebasaba los treinta metros de largo y alto, en su cabeza contenía tentáculos con
colmillos, un cuerpo similar al de un pez globo y una cola de orca, le seguían
muy de cerca criaturas indistinguibles entre la casi nula luz.
Luego de
mucho nadar, pudo llegar a donde la luz iluminaba gran parte del lecho marino. Tristemente
un cachalote joven lo vio y fue hacia él. El cachalote tomó los tentáculos del
calamar; le desgarró dos de sus apéndices para devorarlos. Regeneración
– exclamó el calamar con una voz sórdida y hueca. Las dos extremidades
volvieron a salir enseguida, velozmente el calamar atrapó al cachalote para
someterlo. Con los dientes filosos, empezó a hacerle mordidas fatales puesto
que los dientes que tenía eran semejantes al metal. El cachalote, aterrado,
nadó a una velocidad tremenda, se dirigía a un arrecife cercano. El calamar se
percató de esto y lo soltó; el cachalote rompió el arrecife junto con su
cráneo. Pronto moriría. El calamar se acercó para transformarse en el joven
cachalote. Reparamiento óseo – comentó el calamar. Tardó alrededor de
quince minutos para poder reparar los daños generados. La nueva forma le
costaba un poco pues ahora sus pulmones le incomodaban mucho más, requería ir
hacia la superficie por una bocanada de aire. Al llegar, inhaló por primera vez
en todo el plano de su existencia en la tierra. Sintió extrañeza al hacerlo. La
luz solar le lastimó los pequeños ojos deslumbrándolo.
Quedó sereno
en la superficie, su paz era inquebrantable. Una gaviota se posó sobre su
cráneo. Inmediatamente inició su nueva transformación; el descomunal tamaño fue
transformándose hasta ser un pequeño saco de plumas. Por un breve momento
empezó a nadar con sus pequeñas patas. Extendió sus nuevas alas y se echó a
volar. Estando en el aire, miró un nuevo paisaje; divisó islas, terrenos hasta
para él inexistentes como el desierto o incluso los pequeños archipiélagos. De
forma extraña, en un archipiélago observó los diferentes biomas de las cuatro
islas; la primera isla era selvática, la segunda era completamente creada por
hielo, la tercera isla formaba grandes dunas y rocas gigantescas pues era
desértica, la última isla era una mixtura de todas las anteriores.
Siguió
navegando hasta que llegó a un punto donde, de forma extraña, sus alas se
cansaron y tuvo que bajar en un punto, aparentemente, inhóspito. Aterrizó donde
la flora era abundante. Comenzó un análisis de su sistema, la gaviota que se
posó en su cráneo tenía cáncer óseo. Erradicación del agente causal, patógeno,
enfermedad – dijo con una voz desgastada.
A lo lejos se
escuchó un estallido, el pánico colectivo entre la fauna silvestre se presentó.
Un pequeño orangután, tratando de huir del desastre, pudo ver a la gaviota sin
moverse estando cerca de una raíz. Bajó de las copas para poder rescatarle para
huir. Al tomarlo, la gaviota dijo – Nuevo ADN procesando, espere un momento;
erradicación de la enfermedad –, el orangután tan solo continuó huyendo por
el suelo con gaviota en brazos.
El cubo
nuevamente se transformó en una copia mejorada del individuo que ahora lo había
tocado. El orangután original se espantó al ver la escena y decidió aventar al
cubo al momento de su transformación; sin embargo, al ver su similitud, se
acercó con cautela. Ambos conversaron de lo sucedido y el terror provocado; el
orangután narraba sobre unas criaturas parecidas a él, pero las describía mucho
más grandes, sin tanto pelo y con el fuego y rayos de su lado, además de las
bestias de metales. El cubo, sorprendido, quería ver qué eran esas tan extrañas
criaturas, la curiosidad le incitaba a ir. Tuvieron discusión sobre la
supervivencia, pero esto no pareció importarle al cubo cambia formas. El
orangután, al no convencerlo, prefirió abandonarlo antes de que capturaran a
ambos, sin más, subió a las copas de los árboles y escapó.
El cubo fue
hacia donde los estallidos. Con sigilo llegó hasta donde el gran ruido, fue
cierto lo que dijo el orangután. Vio a criaturas erguidas, utilizaban ropa para
compensar su falta de pelo, aparentemente las criaturas de cuatro patas y de
tamaños diversos eran sometidas por ellos para cortar el material más valioso
de la galaxia que es la madera recolectándola a destajo. Capturaron a
elefantes, orangutanes, tigres, macacos, rinocerontes y más.
El cubo,
extrañado, fue hacia donde los humanos para poder entablar conversación con
ellos. Todos los presentes, al notar la presencia, comenzaron a rodearle para
capturarle. La fuerza del cubo era mucho más que la de veinte hombres
presentes. El líder de la operación, cansado de la ineptitud de todos los
demás, tomó una pistola y con un tiro certero le disparó en la cabeza. El cubo sufrió
leves daños en las conexiones neuronales de aquel cuerpo tomado. El cuerpo cayó
de espaldas, la información que había capturado estuvo parcialmente dañada. Un
momento, daño severo en red neuronal – comentó el cubo con voz rasposa –, tomará
un tiempo repararlo. Los hombres se extrañaron al ver esto, pero decidieron
echarlo donde los animales.
Los hombres cargaron
las jaulas en los camiones para llevárselos a quién sabe dónde. La reparación del
cubo fue extremadamente tardada, para mayor eficiencia, eficacia y rapidez de
su reparación, su única opción fue transmutar en su forma base, el cubo. Los
animales a su alrededor quedaron extrañados por el suceso tan raro, jamás lo
habían visto.
Los
orangutanes veían curiosos al cubo, estaban jugueteando con él. Por
equivocación, arrojaron al cubo a la jaula de los tigres. Estos lamieron al
cubo y le rugieron, el cubo respondió a esto – Nuevo ADN obtenido, se
transformará cuando la reparación termine. Los tigres lanzaron con su cola a
la jaula de los rinocerontes, estos tan solo querían aplastar al cubo, el cubo
dijo – Nuevo ADN obtenido, se tratará de ingresar una vez que se termine la
reparación. No meta otro ADN. En un movimiento fuerte, el cubo quedó hasta
donde estaban encadenados los elefantes, el más longevo tomó al cubo y lo frotó
contra su cabeza, el cubo respondió – Nuevo ADN recolectado, los resultados de
las transformaciones pueden ser variables una vez que esté reparada la red
neuronal.
En un
golpeteo fuerte, el cubo cayó en un punto donde las jaulas estaban
suficientemente lejos para poder tomarlo. Dos minutos posteriores a ello, el
cubo mencionó – ¡Reparación completada! No meter más genes. Iniciando
transformaciones del ADN. El cubo brilló nuevamente, se transformó en un
tigre sano. Rugió y se abalanzó contra las jaulas, rompió el candado de los
orangutanes y rinocerontes; no obstante, los orangutanes comenzaron a alocarse
y lo rinocerontes comenzaron a tratar de embestirlo. El cubo cambió
drásticamente en un orangután; los animales y el cubo se quedaron perplejos, no
sabían qué había pasado. Estando en esa forma, liberó a los elefantes y a los
tigres.
Los tigres
estaban hambrientos, el más grande y fuerte acorraló a los orangutanes. Los
elefantes se dirigieron a donde el tigre mayor, protegiendo así a los orangutanes.
El cubo nuevamente se transformó, se convirtió en un elefante. La revuelta
inició, los elefantes comenzaron a golpetear las paredes, los tigres se arrojaron
contra los más vulnerables, los rinocerontes protegieron al más pequeño de
ellos, los macacos y orangutanes trataron de escapar.
Desafortunadamente,
la ladera y el gran movimiento dentro del camión provocaron el volcamiento del
transporte. El golpeteo mientras iba cayendo causó suficiente daño provocado en
huesos, articulaciones e incluso la muerte misma. Cuando culminó el descenso drástico,
las puertas del camión quedaron totalmente destrozadas. Quienes pudieron
escaparon de la escena llevándose consigo a los heridos. Los tigres fueron los
primeros en escapar; los orangutanes y rinocerontes se llevaron a rastras a sus
heridos; los elefantes se quedaron ahí pues uno de los suyos falleció. Los elefantes
movían para tratar de despertar al ahora muerto.
El cubo nuevamente
se transformó en la forma del orangután. Vio a los elefantes llorar. De a poco
fue acercándose a donde el cuerpo del gran elefante. No comprendía la tristeza
de los demás por aquel fallecimiento. Se cuestionaba sobre el sentimentalismo
de las criaturas; ¿será acaso que las criaturas tendrán sentimientos a pesar de
que no estén comprendidas del todo?
Ustedes no
deben sufrir, –
comentó el cubo – las criaturas dominantes del metal, fuego y rayos no son
merecedores de ustedes. El cubo nuevamente se transmutó en un elefante, con
la trompa tocó la frente del elefante veterano y le transfirió su energía
vital. Una luz verdosa pasó por todo el ser del elefante; de a poco fue desvaneciéndose
la figura adquirida del cubo para dársela al pobre individuo.
Quien fue el
fallecido pudo sanar sus heridas, recuperó su respiración, abrió los ojos y,
con mucho esfuerzo, se rodó para levantarse. Los elefantes quedaron atónitos; rápidamente
el elefante agradeció a la estela del elefante antes de que regresara a su
forma base.
Los nobles
animales hicieron su trompeteo para memorar el sacrificio del cubo. Pronto partieron,
no sin antes cubrir la caja del camión con hojarascas y maderas. Partieron de
ahí para poder huir.
...
Entre la tranquilidad
de la selva, un pequeño portal se abrió del suelo. Del portal salió aquel
extraño hombre, aseguró que la zona estuviera sin muros en la costa. Notó el cadáver
del hombre, se había hecho añicos. En su mano tenía una especie de reloj con la
cual estaba diciéndole la ubicación exacta del cubo. Entró a la caja del camión
y checó el cubo, hizo una mueca pues toda la energía del cubo se le había ido,
como si le hubieran drenado la energía. De su bolsillo sacó el diente que traía
para metérselo por una de sus caras al cubo; sin embargo, lo dejó en el piso,
en ningún momento lo tocó. El diente fue absorbido y nuevamente el cubo
recuperó su color verdoso. Recargado, – dijo el cubo – carga genética
adquirida, los resultados de las transformaciones pueden ser variables por los
diferentes compuestos.
Rápidamente el
hombre lanzó una pastilla la cual encerró al cubo imposibilitándole iniciar el
proceso de transmutación. Sonrió y comentó por lo bajo – Uno más e iré por
ti, nada me detendrá.
En un parpadear
desapareció...
Créditos: Doctor Suavecito
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