Veterano. Vigésimo séptimo relato.

Veterano

Y el veterano se despertó. Abrió los ojos, se arrepintió de haberlo hecho. Al cabo de media hora se levantó de la cama, procesó el trauma de haber despertado. Su reloj de pared marcaba las 5:00 de la mañana.
Resignado fue a bañarse. Entre las gotas de la ducha y el vapor del agua caliente, casi hirviendo, las lágrimas se confundían y evitaban. Terminó de ducharse y se vio en el espejo, decidió dejarse su densa, larga y blanca barba. Miró su cabello, ya no conservaba el color castaño de su juventud y ahora, en su mayoría, era gris. Dejó de pensar y salió del baño.
Planchó su chaleco y camisa, el pantalón estaba lo suficientemente planchado por el peso de los libros que le había puesto. Al arreglarse y perfumarse fue a su cocina para prepararse un sándwich de las sobras de la semana. Lo que se hace para medio sobrevivir.
Volvió al baño para lavarse los dientes. Se echó agua en la cara y enfureció. Tomó las tijeras más cercanas y comenzó a cortarse la barba. Cachos de pelo caían de a montones. El lavabo se llenó de vello. El resultado reveló al verdadero rostro de él, la cara de deterioro de años y años de depresión disfrazada de conformismo, cobardía, resignación y dolo. Soltó lágrimas las cuales reflejaron la cara oculta de él.
Limpió los restos de vellos y lágrimas, rápidamente salió hacia el museo, su trabajo. Al llegar, estaba bastante desolado, hace mucho tiempo no había mucha gente, ni en las noches de museos.
De entre sus memorias recordó todos los hubiera de su pasado. Se lamentaba constantemente de todo ello. Lamentaba el no haber robado el beso aquel antes de que ella se fuera y jamás volviera, lamentaba el no aceptar el trabajo apasionante y quedarse en "lo seguro", lamentaba el no poder hacer nada en contra de su enfermedad la cual estaba consumiéndole hasta el último suspiro de su vitalidad.
Su realidad de a poco estaba tornándose irreal ya que algunos de sus recuerdos fueron suplantados con falsedades y cosas irreales. Quizás tomaría un idealismo con el Quijote descrito por Cervantes pues como su personaje, nuestro protagonista, su mundo estaba siendo transformado en algo triste, sin colores...
El astro rey ocultó su esplendor dejándole el trabajo a la luna lunera con su tierna luz emanante. El tiempo pasó, la conciencia quedó perdida en algún lugar remoto y lejano de este mundo terrenal. El cuerpo actuó de forma automática. En su distracción y forma automática pasó una avenida congestionada y en extremo transitadas por camiones. Las luces no cambiaron al favor del peatón, un camión siguió con su recorrido. El cuerpo quedó arrollado por el tráiler de más de cinco toneladas.
La mente y cuerpo del veterano finalmente descansaron luego de tanto dolo.


Créditos: Doctor Suavecito

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