Vocecitas
Desde pequeña tengo el don de escuchar a gente que nadie más escucha. Ellos, quienes quiera que sean, desde que tengo memoria me han narrado y contado historias maravillosas, espectaculares, y yo las he plasmado en papel. Solo he expresado las cuantiosas anécdotas de las múltiples vocecitas susurrantes.
Esta joven escritora se despertó una mañana de invierno, su mente le estaba jugando una mala racha.
¡Siendo escritora, jamás me hubiera imaginado tal indignación!, ¿qué tiene de malo escuchar voces siendo estas mi fuente de inspiración? – arduamente discutía con los médicos – ¿¡Por qué es malo eso!?, ¿por qué dicen que me deben internar en un asilo mental?, ¿quiénes son ustedes para decidir sobre mí? ¡Ninguno de ustedes me atrapará!
Su mente creía estar en un hospital; sin embargo, estaba en su pequeño departamento situado en el quinto piso. Abrió la ventana, creyendo que era una puerta. Cayó tan rápido que en una simple exhalación su sangre se esparció por toda la acera y sus huesos quedaron machacados.
Créditos: Doctor Suavecito
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