Carreras técnicas
El segundo tesoro y la inundación
La
mañana se hizo presente. Zara le mandó un mensaje a Víctor, el protagonista. El
mensaje decía “Ya no vengas, la escuela está cerrada”. El mensaje le
llegó muy tarde pues ya se habían encontrado. Se quedaron extrañados por
aquello, ¿Por qué habrán cerrado la escuela en pleno martes?
No
había vigilancia, de hecho, parecía desierta. Aprovecharon este factor para
meterse en las instalaciones. Víctor recordó una entrada la cual estaba casi
siempre abierta, era el estacionamiento para alumnos, y estaba cerca de la
piscina. Se pudieron infiltrar por aquella entrada e investigar por su cuenta.
Estuvieron
con extrema cautela, pero lo escuela estaba en completa soledad. No había ni
una sola alma a excepción de ellos. Cerca del gimnasio vieron a un hombre pelón
y regordete que se dirigía hacia la piscina. Sin dudarlo, fueron detrás de él.
Al
entrar a la alberca olímpica, el extraño hombre estaba hablando por teléfono. Nuestros
protagonistas pudieron oír todo lo que decía. El hombre caminó hasta estar en
la alberca más grande mientras que Zara y Víctor estuvieron en el pasillo de
las gradas. No tienes nada de qué preocuparte. – comentaba el hombre con
teléfono en mano – No hemos encontrado el oro que tanto quieres y añoras,
pero te encontramos algo mejor. Hallé una criatura, una especie de monstruo,
cambia de morfología dependiendo el alimento que consuma, pero… – hace una
pausa – él no ha aparecido desde ayer, no creo que lo hubieran agarrado los
de seguridad ni mucho menos descartado de la misión, quizás la criatura se lo comió
– haciendo otra pausa – ¡No puedo llevarme a esa criatura y mucho menos solo!
– gritonea – ¡Fácilmente puede acabar conmigo! Ahora tiene una forma de
anfibio, pero cambia su estructura por un humanoide cuando sale del agua, está
atrapada en uno de los vestidores de la alberca de esta escuela de baratija, si
me enfrento cuerpo a cuerpo fácilmente me va a devorar. – enmudeció y luego
de unos gritos provenientes del teléfono, luego de esos gritos desaforados, el
hombre comentó – Entendido, seguiré con la misión y esperaré a los demás. El
hombre sale furioso de ahí.
Nuestros
protagonistas fueron adentrándose hacia el otro extremo de la piscina. Cerca de
los vestidores, se comenzó a ir golpeteos salvajes. Víctor, lentamente, se fue
acercando hacia donde provenía el ruido. Zara estuvo más lejos, pero lo siguió.
Al ingresar donde los vestidores, se encontraron con algunos azulejos botados y
con algunas tuberías rotas, el agua estaba siendo acumulada con esfuerzos
inútiles porque se estaba filtrando por las coladeras. Detrás de una pared,
vieron una cola con una coloración azulada y verdosa. Zara se quedó en la
entrada de los vestidores, Víctor fue adentrándose hasta donde la criatura.
Víctor
reconoció a esa criatura, era la misma del laboratorio. ¿Cómo había crecido
de manera horripilante? – se preguntaba con maravilla y temor. El
monstruillo los miró fijamente, no los amenazó ni gruñó, es más, se quedó dócil
observándolos. Zara sudó frío, sus latidos empezaron a aumentar junto con su
presión arterial, prefirió salir antes de quedarse con esa criatura. Víctor siguió
en los vestidores con el anfibio. Él empezó a acercársele con mucha cautela, se
agachó para poder observarle mejor. ¿Te acuerdas de mí? – le preguntó Víctor
a la criatura. El monstruo, en un poderoso y ágil movimiento, se aventó a los
brazos de Víctor. Parece que le había reconocido por la visita hecha en el
laboratorio. En brazos, salieron del espacio de la piscina para dirigirse con
Zara.
Zara estaba esperando a Víctor. Se quedó impactada por
ver a la criatura siendo tomada en brazos como si fuera un gato o un pez muy pesado.
No hubo tiempo de explicar porque se escuchó una gran explosión cercana al
lugar. La criatura saltó hacia el suelo y corrió a donde el gran ruido. Los protagonistas
fueron detrás de él para evitar que se escapara.
La
explosión provino desde la explanada de la escuela, cerca de la enfermería escolar.
El hombre pelón había causado una explosión eléctrica con la caja que alimenta
a toda la escuela. Finalmente, sin excepción alguna, la escuela se quedó a oscuras.
Huyó de la escena eléctrica para irse de inmediato a las cisternas que estaban detrás
de los audiovisuales en frente de la explanada. Zara pudo verlo dirigirse hacia
el agua potable, detuvo a Víctor para evitar ser vistos. La criatura cambió su
color para, prácticamente, ser invisible para el ojo humano. Antes de que lo
atacara, pudieron detenerlo y ocultarse entre los pastos cercanos al
almacenamiento del agua, aunque la criatura se impedía y luchaba para liberarse.
El hombre traía algo entre las manos, no era distinguible
a la distancia, con lo que logró con extrema facilidad romper las tuberías
aumentando la presión existente en ellas y empezar una pequeña inundación
creciente. Una
tubería guardó demasiada presión haciendo que disparara un objeto fino y puntiagudo
hacia el hombre. Este objeto le atravesó la yugular provocándole la muerte instantánea.
Su cuerpo cayó de espaldas; el agua seguía acumulándose, haciéndolo flotar. Todos
fueron con el finado. La sangre pintó y contaminó el agua. El monstruillo empezó
con su ansiedad al ver el cuerpo flotante. Pudo zafarse de los brazos de Víctor
dándole un coletazo en el estómago y así abalanzarse. La delicada Zara vio la barbarie
de cómo desmembraba al cadáver, Víctor no pudo con la escena, entró en shock,
no pudo moverse.
Despavorida,
Zara reaccionó velozmente antes de que terminara de comer, tomó a Víctor por la
espalda y se lo llevó afuera de la escuela. Abandonaron el lugar antes de que
los atacara. Corrieron como nunca lo habían hecho, no miraron atrás.
Finalmente sació su hambre con ese robusto cuerpo. Su morfología
se transformó nuevamente; sin embargo, ahora era semejante al de un hombre con
la piel pegada a los huesos, encorvado, dedos largos, mirada perdida, una
lengua extremadamente larga y nuevamente cambió su coloración a un tono café
opaco. Adoptó una posición bípeda, vio todo su entorno, se vio las nuevas manos
que tenía, luego se quedó mirando fijamente a un árbol, – ¿Por qué te
fuiste? – comentó con una voz ronca – No quise asustarlos – triste. Soltó
una lágrima y se agachó, con sus manos tocó el agua y pudo transformarse en esa
pequeña criatura. Aprovechó
la inundación para escabullirse entre rincones recónditos. El agua empezó a
hacer estragos a los aparatos eléctricos y electrónicos cercanos a la zona. Tronó
azulejos y rehidrató a ciertos jardines necesitados del vital líquido.
La criaturita encontró un lugar perfecto en donde pudo
quedarse ya que estaba seco y frío, un ambiente ideal para él. Aunque no era
suficientemente grande porque había algo que le arrebataba mucho sitio; el
espacio era compartido entre él y varios lingotes de oro en bruto que, gracias
al agua, fueron siendo desenterrados de donde habían sido resguardados.
Créditos: Doctor Suavecito
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