Pequeño peluche. Vigésimo segundo relato.

Pequeño peluche

Subí al ático. Recuerdo que de pequeño me daba miedo el de mi bisabuela. Comencé a mover un par de cajas arrumbadas, estaba limpiándolo para que no hubiera tanta mugre. Cuando moví una de las cajas más estorbosas, observo que la caja detrás suyo decía “D. Lola”. Me quedé pensando de quién sería. Bajé la caja que traía entre mis manos para agarrar la caja que llamó mi atención.
Bajé a mi sala con aquella caja. Dudé en abrirla porque no tenía memoria de lo que pudiera tener y, para ser franco, no sabría si quisiera saber. Harto de esta situación, tomé el cúter y abrí la cinta por donde estaba encintada la caja. Lentamente fui abriéndola.
Me quedé congelado por unos momentos. Mis ojos se inundaron mientras mis labios se tornaban con una gran sonrisa. El contenido era un pequeño peluche de delfín, una gabardina gris, unos anillos. Todo eso era perteneciente a mi bisabuela.
Lo primero que saqué fue aquel peluche que me hizo recordar mi dulce infancia a su lado. No lo solté, al contrario, lo abracé con todas mis fuerzas. Luego saqué los anillos los cuales eran bastante lujosos. Finalmente saqué el saco, ese saco me recuerda a su aroma particular...
Llamó mi atención un pequeño sobre que se quedó hasta abajo de la caja. Venía escrito mi nombre, “Emiliano”. Decidí abrirlo. Era una carta diciendo lo siguiente: “No sé si alguna vez leerás esto o si te llegue esta carta siquiera con mis cosas. Todavía recuerdo lo que significan o lo que significaron para ti. Quiero que tú, mi bisnieto, te las quedes para que me recuerdes, mas que con dolor, con cariño. Atte. Dolores”
Mi cara se tornó en llanto y sollozo, pero a la vez alegría fugaz. No sé cómo habrá llegado esa caja hasta mi casa, sea como sea, me llevé unos lindos recuerdos y sé que estará conmigo en mi mente como en sus pertenencias...



Créditos: Doctor Suavecito

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