Orquesta
Marimberos
La noche desapareció velozmente
dando paso al amanecer. Ramírez traía consigo una resaca espeluznante, hace
años no sentía esa sensación horrible. Tomó sus medicamentos con uno extra para
aguantar el dolor, pronto se dio cuenta de que no estaba en su casa, estaba en
casa de Salazar. Fue a la cocina, encontró a Salazar haciendo el desayuno. Ramírez
decidió quedarse sentada en la mesa, pero observó la lista que Salazar había
encontrado por casualidad. Reconoció el apellido de Zacate, le vino a la
memoria unos gemelos que conoció hacia un tiempo, creía haberlos encontrado de
nuevo, pero estaba en duda. Salazar terminó de hacer el desayuno. Cuando
comían, Ramírez preguntó el origen de esa lista y los nombres conocidos o
similares, Salazar le explicó lo ocurrido.
Pronto terminaron de desayunar y
Ramírez salió de la casa para subirse al carro, pero prefirió no manejar por lo
que pasó la última vez con el carro de Salazar. Fumó la mitad de un cigarrillo
que traía en su pantalón hasta que saliera Salazar para dirigirse a la
comisaría.
Al llegar, extrañamente, en la
oficina de Ramírez se encontraba una nota, “Quizás tengan la lista, pero no
la velocidad y astucia mía. Quiero que sea interesante, así que les dejaré una
pista, nos vemos en donde están los hermanos con son jarocho…”. Ambas les
preguntaron a los demás si sabían quién había dejado esa nota, la respuesta no
se hizo esperar pues absolutamente nadie supo quién la dejó. Salazar investigó con
algunos colegas de la oficina y obtuvo respuesta, esa noche se presentaría un
grupo jarocho en la explanada de la delegación Iztacalco. Al parecer le pagaron
a la alcaldía para que se presentaran. Su estancia ahí sería desde las ocho
hasta las diez de la noche. Salazar checó en internet para verificar ese
supuesto concierto y efectivamente, se presentarían ese día. Ramírez reconoció
a los marimberos y, efectivamente, eran los gemelos que alguna vez conoció,
¿Qué tienen que ver ellos con una guitarrista y pianista?
El día y tarde se fueron en el
eterno papeleo que hostigaba a Ramírez, pero tranquilizaba a Salazar. A pesar
de estar cierto tiempo juntas, ¿Cómo se aguantaba la una a la otra?
La hora del concierto llegó, ambas
dejaron por escrito el motivo de su nueva travesía. Apresuradas se largaron
antes de que su jefe llegara y negara su salida. El extenso tráfico fue uno de
los impedimentos para llegar un poco después de su comienzo. Una hora después
del inicio pudieron llegar, tristemente, no había mucha gente disfrutando el
concierto. Dejaron el carro bastante lejos de la explanada, pero la misma persona
de la noche anterior esperó hasta que no lo vieran y así poncharles el auto.
Las oficiales se acercaron,
afortunadamente los gemelos estaban desocupados. Uno de ellos reconoció a
Ramírez quien la saludó. Ernesto estaba feliz de reencontrarse a Ramírez mientras
que Esteban no la recordaba. Se pusieron al día con información un poco irrelevante,
Salazar interfirió para advertirles del posible peligro que corrían esa noche. Esteban
dudó de la veracidad de esa información, ¿Quién quisiera hacerle daño?, por
otra parte, Ernesto se puso nervioso. Ese espanto persistió hasta que el esfínter
de Ernesto reaccionó. Él dejó a su hermano y a las investigadoras para irse a
los baños portátiles que se ubicaban a unos metros detrás del escenario,
específicamente en una arboleda oscura.
Al terminar de “platicar con su
abogado”, la extraña persona lo emboscó. Ernesto se sorprendió de volverlo a
encontrar. Entonces sí, – inicia Ernesto – fuiste tú quien mató a ellos.
Antes de que me lleves a mí también, quiero que dejes a mi hermano en paz. Él
no tiene nada que ver en todo esto, te lo pido por favor. Accedió con la
cabeza. Ernesto volvió a meterse en el baño, cerró los ojos y oró; el asesino acercó
el arma de fuego a la espalda de Ernesto. Dos balas le perforaron el pulmón inundándole
de sangre e impidiéndole respirar. Remató con una bala en la tráquea, dándole
el golpe de gracia. Dejó una pequeña nota donde pudieran encontrarla.
Esteban estaba preocupado por su
hermano. Ramírez y Salazar fueron a inspeccionar y un rastro de sangre provenía
del baño. Otro cuerpo yacía allí. Salazar corrió a donde estaba la ambulancia
del evento mientras Ramírez se quedó. Observó la nota, se agachó para tomarla. El
contenido era el siguiente: “Lastimosamente llegaron después que yo, pero no
se preocupen pues quedan los de la lista. Me surge una pregunta, ¿Cuántos artistas
seguirán para que estén cerca de mí?”. Ramírez, llena de frustración, soltó
un grito desaforado. Los paramédicos llegan junto con Salazar para retirar el
cuerpo. Ambas avisaron a Esteban, él se puso mal a tal grado que los paramédicos
también tuvieron que auxiliarle. El evento finalmente se canceló.
Sin
poder hacer nada más, Salazar llamó a la comandancia para que trajeran a
algunos oficiales en la escena. Ambas regresan al auto, pero se llevan la
desagradable sorpresa de los neumáticos ponchados. ¡Carajo! – gritó Ramírez.
Créditos: Doctor Suavecito
Comentarios
Publicar un comentario