Orquesta
Pianista
En algún bar perdido en la CDMX, alrededor
de la una de la madrugada, se encontraba el pianista del lugar. Estaba solo en
el club nocturno, o eso se aparentaba. Sentado enfrente de su piano, sacó una
tarjeta de presentación, atrás de ella estaba el nombre de una guitarrista, una
vieja amiga suya. Lloró y soltando un par de lágrimas tocó una pieza que había
compuesto para ella. La bella sonata se vería interrumpida pues había llegado alguien
de vestimenta tétrica y cara cubierta, el pianista sabía quién era. Ya sé a
lo que vienes, – dijo el pianista – solamente permíteme terminar mi obra
maestra. Siguió tocando arduamente, la pasión y amor eran tales que no
tenían comparación. Al terminar de tocar, bebió el whiskey directamente de la
botella la cual estaba a los pies del intérprete, cerró el piano y tragó
saliva. Posterior a ello, una bala atravesó al compositor haciéndolo derrumbar,
la sangre se enfriaba y embarraba sobre las teclas blancas y negras del piano. El
asesino salió tranquilamente del lugar; sin embargo, olvidó la tarjeta de
presentación que sostuvo el occiso.
En las horas posteriores arribó una
empleada del lugar, pero al observar al cadáver llamó al 911. Curiosamente, la investigadora
Ramírez y Salazar, su ayudante, estaban cerca del lugar. Ramírez observó el
lugar, fue muy minuciosa en los pequeños detalles referente al cuerpo del
delito mientras que Salazar hizo anotaciones y sus dibujos acostumbrados. Salazar
pidió los datos del pianista a la trabajadora del lugar, únicamente supo
decirle el apellido “Salgado”. Ambas fueron a donde el piano y miraron la
tarjeta de presentación que estaba en los pies de la víctima y a un lado de la
botella. Sin decir nada, Ramírez la recogió sutilmente para después retirarse del
bar. De nuevo en el carro, Salazar decidió rondar cerca de los lugares aledaños
para ver si existía algún caso similar o el mismo modus operandi. Finalmente, la
ambulancia recogió el cuerpo para cerrar por unos días el lugar.
Esa misma noche, Ramírez y Salazar rondaron
el área. Extrañamente, para ser una zona bastante transitada, esta ocasión no
había gente en la calle. Prendieron el radio para que el tiempo no fuera tan
eterno. En una nota comentaron: “En otras noticias, hoy en horas de la
madrugada, lamentablemente, asesinaron a un pianista en la zona de bares en
Coyoacán, los peritos informaron que su muerte se debió a un balazo a sangre
fría por la espalda. ¿Un ajuste de cuentas? Este pianista era Alejo Salado,
exesposo de la guitarrista y cantante Isabella Salgado…”. La transmisión se
vio interrumpida por un fuerte viento. Ramírez pensó por un momento, sacó la
tarjeta de presentación de su bolsillo, raramente, aquella guitarrista quien
mencionaron era la misma de la ficha. Quisieron ir a donde se presentaba, pero
solamente tenía su contacto. La radio continuó con su transmisión: “…una
pena para el mundo artístico, especialmente el musical. La guitarrista Salgado se
presentará hoy a dos cuadras de la estación del Metro Coyoacán.” Ramírez
apagó el radio pues ya sabían a donde dirigirse. Salazar arrancó el auto dirigiéndose
a su destino. Olvidaron por completo su vigilancia, alguien más comenzó a
seguirlas…
Créditos: Doctor Suavecito
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