Lola
Ahora les he de contar una historia
verídica, tal vez algo cómico será o trágico otros dirán, lo verdaderamente
importante e imprescindible es que esto pasó hace algún tiempo atrás, si son
bastante curiosos se quedarán y sí no detendrán la lectura y sin más se marcharán…
Yo era un simple niño
alegre, contento y con mucha vitalidad, algo que siempre me caracterizó fue esa
alegría que me daba estar con todas las personas, en especial con mi bisabuela,
mi querida bisabuela Lola. Quién diría que a la corta edad de 8 años sufriría la
primera gran partida que marcó para siempre toda mi vida hasta el día de hoy.
Víspera navideña,
terminó noviembre e inició diciembre, los regalos comenzaron a salir, todo lo
de Navidad empezó a surgir y no hay que olvidarnos de aquel gran festín.
En un fin de semana de
diciembre, después de una semana de tanto rogar, mis papás accedieron a llevar
a mi hermana y a mí a la casa de mi bisabuela. La única ventaja a mi favor es
que vivíamos muy cerca de mi bisabuela. Todavía recuerdo cómo era la casa de mi
abuelita; tenía tres cuartos medianos, uno de ellos era el cuarto donde ella dormía
y tenía un pequeño baño, el cuarto principal era la sala donde tenía dos catres
y dos sillones de madera con cojines muy delgados en este cuarto era la única
entrada, en el último cuarto estaba su comedor y su cocina. Toda la casa estaba
pintada de café claro con pequeños toques blancos, toda la casa tenía ventanas
que, durante el día, la luz del sol iluminaba mucho, y algo que tengo en la
memoria es un olor particular el cual jamás supe qué era, se impregnaba un olor
como de viejito con humo de puro.
Volviendo al hilo de
la historia, en esa noche pusimos una película en DVD la cual no recuerdo ni su
contenido ni su nombre, únicamente recuerdo que era animada. Mi pequeña
hermana, de cuatro años, y yo estábamos recostados en el sillón más grande y mi
bisabuela en uno de los catres, en esos momentos mi abuela comienza a sofocarse
con la dificultad de levantarse del catre.
- ¿Qué tienes abuelita? – pregunté
- Llámale a alguien, Emilio – contestó forzadamente
- Voy, – contesté intrigado – tú me esperas Isabella
- Ti – contestó Isabella
Corrí de prisa a mi casa para llamarles a mis papás, mi papá corrió en mi auxilio y el auxilio de mi bisabuela, en esos trágicos momentos también llegó una tía al auxilio de mi bisabuela. Cuando entré a la casa mi hermana estaba a un lado de mi bisabuela. Mi papá quitó a mi hermana y con mi tía comenzaron a auxiliarla y atenderle.
- ¡Abran la ventana, por favor! – dificultosamente decía mi bisabuela
- A está abierta, mamá – dijo mi tía
- ¡Prendan las luces, está muy oscuro! – volvió a decir mi bisabuela
- Ya están prendidas abuela – dijo mi papá
- ¡Vamos al hospital! – contestó mi tía
- ¡NO QUIERO IRME A NINGÚN LADO! – alzó la voz – Además, lleven a los niños a su casa
- Vámonos niños – dijo mi papá
- Vamos – dije
Nos fuimos, pero me
quedé intrigado por lo que pasó con mi bisabuela.
No sé cuánto tiempo pasó
después de que me fui, pudo pasar desde unas cuantas horas hasta uno o varios
días, solamente recuerdo que fui de nuevo a la casa de mi bisabuela y estaba intestada
de gentes extrañas que yacían ahí, me dirigí al cuarto de mi bisabuela y vi a
un padre de la iglesia cercana en la habitación de mi bisabuela, pronto la vi
dentro de un féretro. Al verla dentro de esa espantosa caja me quedé en shock,
mi vida se quedó en pausa por unos momentos ya que no sabía que hacer o decir,
mil y una cosas pasaron por mi mente en ese instante sin saber que pensar o
hacer hasta que regresé a mi realidad cuando sentí mi cara mojada e inconscientemente
había comenzado a llorar hasta que no pude resistir más y comencé a gritar y
patalear con una desesperación horribles, como las que sienten las gentes que se
están ahogando. Toda esa noche estuve llorando con bastante desesperación y no quería
alejarme de la casa de mi bisabuela, entré en una desesperación y depresión horribles.
Quién diría que a tan
corta edad sufrí tanto por aquello tan trágico, recuerdo con exactitud toda esa
escena, pero al momento que quiero seguir escribiendo y narrando me pongo a
lagrimar con completo llanto.
La siguiente semana
estuve con mucha depresión y no quería hacer nada, mi hermana quería sacarme de
la cama para jugar y hacer desastres como solo nosotros sabíamos hacer, pero
algo en mí cambió drásticamente aquella noche…
Pasando los días no podía
salir de la depresión que esa muerte me había causado y traumado a tal grado
que en las noches me dormía con las lágrimas y despertaba con los ojos
hinchados. Mucho tiempo después entendí que la vida y la muerte son complementarios
y que la muerte es la ausencia de la vida…
Llegó el 23 de
diciembre, no quería hacer nada ni mucho menos estaba entusiasmado por Navidad,
solamente quería estar en mi cama y no hacer absolutamente nada más que llorar
hasta que iniciara el año nuevo. Llegó la noche de ese día, me fui a mi cuarto
y entre las sábanas me envolví para no ver las luces que pudieran llegar de los
vecinos o incluso la luz de mi habitación, no quería ver a nadie y empecé a
dormitar. De pronto me desperté en un lugar completamente desconocido, me
encontraba en una habitación completamente oscura sin ninguna luz a mi
alrededor, volteo detrás de mí y hay una puerta azulada sin nada detrás suyo,
decidí abrirla para ver qué pasaba. Al momento algo me jaló hacia adentro de la
puerta llevándome a un lugar distinto a la habitación oscura en la que me
encontraba y ésta era un lugar especial, lo sentía dentro de mí. Ese lugar era
de un tono azulado claro con nubes blancas y negras, creo que era el cielo.
Comencé a caminar en línea recta y las nubes se comenzaron a mover junto
conmigo hasta que llegué con mi bisabuela que venía en una nube con muchos
chihuahuas cafés y negros. No dude en correr hacia ella y abrazarla, pero no
había nubes que pudiera acercarme.
- Ven, ven Emilio – me decía mi bisabuela
- No puedo, tú ven – le contesté
- Ven, ven – continuaba diciéndome
- Espera, no te vayas
En una pronta acción, salté hacia la nube donde ella estaba y me estaba resbalando de la nube, pero los chihuahuas me ayudaron a subirme en la nube y levantarme, me tomaron de las ropas que traía. Una vez que pude levantarme, abracé con mucho cariño y con todas mis fuerzas a mi querida bisabuela, las lágrimas me comenzaron a brotar exageradamente y comencé a decirle.
- ¿Por qué me dejaste solo? – le dije sollozando
- No te dejé solo, tienes a tus papás – me contestó
- ¡Te quiero mucho, no quiero que me dejes otra vez!
- Sabes que siempre te atesoraré y no quiero que sigas llorando por mí. Yo estoy muy bien aquí donde estoy
- No te dejaré – abrazándola más fuerte – ¡No me dejes por favor! – comencé a llorar
- Yo no te dejaré, recuerda que estoy aquí y te protegeré siempre – me frotó la cabellera
- ¿Y qué pasará ahora?, tú estás aquí en el cielo y yo estoy allá en la tierra – viéndola hacia arriba
- Tú tendrás que despertar ahora
- ¡No quiero despertarme! – grité – ¡Quiero estar siempre contigo!
- No se puede hacer eso, pero recuerda algo…
- ¿Qué? – interrumpí
- Que te amo. No quiero que me recuerdes con tristeza, jamás, quiero que me recuerdes con felicidad. Ahora te tienes que despertar
Chasqueó los dedos y regresé
a la habitación oscura en la que había llegado. Ahora vi una puerta café y
corrí hacia ella, al abrirla solo había una luz, dudoso fui a la luz blanca y
persistente.
Desperté y no sabía
qué era lo que me había pasado, si era realidad o simplemente un sueño, tal vez
fue un sueño que lo hicieron realidad. Ya era 24 de diciembre, Navidad había
llegado y creo que de todos los regalos que recibí y que recibiré a lo largo de
mi vida este ha sido el mejor por mucho. Busqué a mis papás para contarles y
abrazarlos.
- ¡Papás!
- ¿Qué necesitas? – gritó mi mamá desde su cuarto
- Acabo de tener un sueño raro y hermoso, soñé con mi bisabuela – comenzando a llorar
- Y ¿Qué te dijo? – contestó desconcertada
- Muchas cosas, pero lo más importante que me dijo era que me amaba mucho y que ya no llorara más
- Viste, – interrumpe – ella ya es un ángel que te ve desde el cielo, recuerda que también debes estar bien tú
- ¿Y qué hago si la extraño mucho?
- Bueno, puedes recordarla y llorar un poco, pero ya sabes que tu abuelita está bien
- Sí mamá, te quiero mucho – la abracé
- Yo te quiero mucho hijo, – me abrazó – ahora báñate y vístete que vamos a pasar la navidad con tus abuelos
- Voy mamá
Con ese sueño me quitó
la depresión, poco a poco fui curando esa herida que me dañó durante tanto
tiempo, aunque no he podido superarlo. A siete años de esa dolosa partida, sigo
extrañándola como a nadie. Todavía recuerdo ese sueño y jamás he vuelto a soñar
con mi bisabuela, quizás sí está con mucha paz donde sea que ahora esté. La he
llegado a visitar dónde ahora yace llevándole su dulce y bebida que más le
gustaba en vida, un algodón de azúcar rosa con una Coca Cola. Lo único que
puedo decir es que cuando la visite de nuevo en el panteón, este pequeño cuento
le daré como un pequeño y último regalo de Navidad...
Basada en hechos reales.
Créditos: Doctor Suavecito.
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