Regresar. Décimo noveno relato.

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Nuevamente tuve problemas con la editorial y mi constipación creativa. El nuevo escrito impuesto se debería de tratar de la escuela; relaciones y desarrollo de cada uno de los alumnos en su adolescencia y adultez joven. Hace años que no pisaba una escuela.
Aproveché este encargo y me dirigí a mi vieja secundaria técnica, en dónde inicié mi vida de escritor. Al estar ahí me percaté de que mis maestros ya eran unas pasas arrugadas con un cerebro jugoso. Me dio nostalgia. Pude ver algunas cosas que cambiaron en mi escuela, pero seguía su misma vibra.
De la secundaria técnica me dirigí a mi bachillerato. Estando en CCH me llegaron muchos dulces recuerdos y lloré de felicidad por las cuantiosas cosas que viví y experimenté a destajo. Al igual que en la secundaria, pude encontrar a un reducido número de maestros quienes, en su momento, me fueron instruyendo a lo largo de este maravilloso periodo de mi vida donde me consolidé en muchas ramas artísticas. A pesar de que ya no estudiaba ahí hace un par de años, creo que una parte de mí sigue ahí enterrada, negándose a morir.
Finalmente me dirigí a mi facultad en donde me desempeñaría a todo mi potencial. Desgraciadamente no pude encontrar a mis maestros a los cuales les doy bastantes agradecimientos por motivarme a lo grande.
Al poco rato me di cuenta, con fatalidad, de que en cada una de las escuelas cuáles estudié ya no eran lo mismo, no me refiero a su ubicación, ¡No!, me refiero al hecho de que mi estadía en cada uno fue temporal y en esos lapsos pude ser una persona diferente y nueva, cada etapa fue de crecimiento personal, pero ahora lo veo con nostalgia y tristeza; mi tiempo habría pasado en un pestañar. Creo que extraño a esas amistades que fueron icónicas en cada una de esas distintas etapas a lo largo de mi fatídica y sugestiva vida. Quisiera regresar al ayer, aunque no se pueda. Quiero vivir una vez más cada uno de esos momentos memorables sin importar que sea tan solo un día...

A la semana entregué el escrito relatando cada una de mis experiencias en cada una de las etapas y la comparativa de las actuales y, como siempre, me rechazaron el texto por ser, según ellos, bastante surrealista y fantasioso. Saliendo de la editorial me pregunté muy seriamente ¿Qué necesitará el mundo para volver a soñar un poco?

Créditos: Doctor Suavecito

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