Platón de albóndigas. Cuarta calaverita literaria.

Platón de albóndigas.

La Catrina caminó demasiado,
no supo cómo llegó hasta Grecia;
estando en ese inframundo quiso ver qué era de su agrado.

Allá es algo extraño,
es muy aburrido y gris,
jamás volvería ni por engaño,
y, sobre todo, lleno de bilis.

Por pura casualidad encontró a unas personalidades,
desde Aristóteles hasta Plutarco,
los dejó pasar sin hablarles,
pero a Platón fue a molestarlo.

La Catrina fue con él,
él, extrañado, le cuestionó:
Dama de mil colores, dígame, ¿Quién es usted? y ¿Por qué huele a miel?
¿Por qué aquí no se siente el clima como en otoño?

La huesuda contestó aristocráticamente:
Quisiera responderte tus interrogantes,
lastimosamente no soy de este mundo de occidente,
mi mundo es tan colorido que quizás hasta cantes.

Contestó incesante:
¡Llévame contigo! Ya no tolero aquí,
siéndote realista, hace tiempo que me harté
y espero conocer algo más allí.

La Catrina aceptó, sin poner resistencia,
con dos chasquidos lo trajo al mundo mexicano,
se quedó sin habla, se quedó maravillado,
y ya no quiso irse pues fue mucha su insistencia.


Crédito: Doctor Suavecito.
A petición de: Juana R.

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