Pensamiento Psicópata. Décimo cuarto relato.

Pensamiento psicópata

Tengo tres manías, una es...caminar por el jardín después de un día lluvioso, huelo el césped recién cortado, la tierra húmeda, el gorjeo de los pájaros y respirando el aire frío y fresco de la noche, sin duda algo tan apacible que no lo cambiaría por nada.
La segunda es algo tan común como yo, eso es ir por las mañanas a la cafetería, tomando un expreso que me despierte los cinco sentidos.
Pero, sin duda alguna, la última es, quizás, el secreto más horroroso que te pudieras imaginar, pues mientras te observo en las noches cuando camino por los jardines y veo tu rostro alumbrado por la luz tenue de los faroles, mientras el aire huele a tu delicado perfume, tan cítrico y tan floral que me sumo en un éxtasis imparable de deseos carnales y después miro tu piel, tan suave, delicada y reluciente, brillante y fresca que me guían a tus labios, carnosos, delicados, dulces, es algo tan inefable. Me imagino besándolos, acariciando esa suave piel, deslizando mi lengua por lugares los cuales no mencionaré, como un delicado dulce de menta que refresca mis sentidos, oliendo tu piel despidiendo un olor etéreo, como las páginas de un libro antiguo; sin embargo, todo es tan efímero como quisiera que fuera eterno, este sueño que por ti tengo.
¡No imaginas las mañanas en las que me despierto, justo 6:30 am para observarte ir por tu café, un capuchino con dos de azúcar y verte tomarlo, mientras miras por la ventana de la cafetería y los rayos del sol iluminan tu rostro dejando ver esos ojos azules, quizá grisáceos, con esas pestañas negras como la noche y después ver como un sorbo de tu café te deja lindos bigotes de espuma, que limpias con tu lengua y el éxtasis regresa!
Mis manías se desesperan, pues ese día al igual que todos regresas a casa, cansada y agotada, y yo...yo voy detrás de ti, intentando ser invisible a tus sentidos, y por arte de magia no me ves.
Me acerco, poco a poco mientras escucho tus pasos y rápidamente inyecto un tranquilizante en tu interior, logrando que caigas en mis brazos y es así como te cargo llevándote a mi automóvil, mientras vamos a mi casa, pienso en la cita de tus sueños, - ¡Ah querida vas a alucinar! -
Llegamos exactamente a las 9:30, rápidamente te llevo a mi habitación dejándote ahí, pero siendo precavido te ato de manos y pies y, por si acaso, una cinta que tape tus lindos gritos de desesperación eufóricos. Me voy, me voy a preparar tu noche de ensueño.
Te despiertas estando sentada enfrente de una mesa, perdóname por atarte, pero ¿Qué hago si te quieres escapar?, despiertas y tus ojitos de horror me miran mientras yo te muestro la última cena. Quiero contestarme algunas preguntas que me recordaron ese momento, ¿Quizás soy un monstro? o ¿Quizás tú fuiste la culpable de tanta provocación?, terminas de gritar o, digo, de cenar y te vuelvo a tranquilizar, sutilmente diluí una pastillita en la bebida, una gran idea mía. Ahora en la sala de operaciones te encuentras tú, mi amada, tratando de huir de este sacrificio, pero no, no entiendes lo delicada que es tu piel, - ¡No la dañes! - dije desesperado; tomo el bisturí, puse la sinfonía n. º5 de Beethoven y junto con tus sollozos y gemidos, se forma la melodía más increíble escuchada en siglos, jamás había escuchado una melodía más perfecta. Y a paso de vals comienzo cortando por aquí y por allá, y por acullá - ¡No, no pares de gritar, aun tienes que ver tu piel resbalar! -. La sangre comienza a brotar, como cascada, formando ríos y ríos mientras yo rio y ahora pienso ¡Siempre te quedarás conmigo!
Poco a poco saco toda tu piel, tus gritos han cesado y ahora tu piel adorna mi maniquí, ahora te tengo por siempre conmigo, puedo olerte, tu pelo se vuelve peluca en mi maniquí, pero ahora estas tu aquí.
¡Yo jamás te dejare ir, seamos felices por siempre, hasta que la muerte nos separe!

Créditos: Yoz mizuki (Yoz_Mizuki (@yoz_mizuki) | Instagram)
Adaptación: Doctor Suavecito

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