Querido pantano
Capítulo I. Llegando al tronco
Una noche fría una
tormenta azotaba el pantano, las aguas de este estaban incontrolables a tal
grado que parecía que estuvieran en una guerra horrorosa, varios troncos ya
estaban derribados y los viejos troncos comenzaron a quemarse por los rayos que
les han caído hasta que por fin las pequeñas gotas de lluvia comenzaron a caer
parando así los pequeños incendios de las ramas y troncos secos. Varios
animales salieron de ese lugar por el fuego que se extendió. Un pequeño sapo hembra al
tratar de salir de ahí cerca de ella le cayó un rayo enfrente de ella lo que la
lanzó a un tronco derribado. Un pequeño caracol cayó de las ramas de un alto
árbol por la culpa de la lluvia incesante haciendo que callera en el mismo
tronco del sapo, quedó desmayado. Una tortuga, al tratar de ocultarse, se metió
accidentalmente en el tronco y se durmió del cansancio.
A la mañana siguiente cuando todo parecía
calmado y el sol iluminaba, la pequeña sapa despertó muy adolorida, estaba un
poco aturdida, apenas estaba recobrando el conocimiento del impacto de la noche
anterior, empieza a sentir su cuerpo y casi se desmaya del susto porque tenía a
la tortuga a la derecha y el de del caracol en su hocico. Asustada, saltó y se
quitó a la tortuga y al caracol.
- ¿¡Qué hacen conmigo!? – dice asustada – ¡Despiértense!
La
tortuga se quedó con el caparazón hacia abajo y no se pudo levantar por sí
misma, mientras tanto, el caracol no mostraba signos de vida
- ¡Respóndeme! – grita el sapo – ¿Quién eres?
- Soy Zón
- ¿Zón?
- Sí, pero dime ¿Quién eres tú? – relajada
- Yo soy Zoé – contesta alterada
- ¡Qué bonito nombre!
- ¡No me barbees y dime qué hacías conmigo! – alterada
- Ayúdame para platicar más a gusto
Zoé se
acercó lentamente a Zón para ayudarla, cuando estuvo lo suficientemente cerca
la levantó y se pudo poner de pie, pero alguien les habló.
- ¿Y yo valgo musgo o qué?
- ¡AY! – gritaron las dos
- No se me espanten mis queridas anfibias
- Yo soy un reptil – dice Zón
- ¿Quién eres tú? – pregunta
- Soy Ba
- ¿Ba? – dicen sorprendidas – y ¿Por qué ese nombre? – dice Zoé
- El diminutivo de baba
- Oye – interfiere Zón – para ser un caracol eres muy rápido hablando, ¿No que incluso para hablar eran lentos?
- No, únicamente soy lento en las situaciones de huir o algo parecido, pero en el hablar no. Una pregunta mi querida Zón
- Dime – dudosa
- ¿Las tortugas no eran más lentas en tierra?
- Entonces, ¿Cómo llegaste ayer del lago al tronco? Está a treinta minutos de paso de tortuga, un día a paso de caracol
- Salí del lago porque quería probar unas ramas que dicen son muy buenas y no tienen musgo, pero cuando estaba casi a punto de llegar que se suelta la tormenta y los rayos, creo que vi un rayo cayó y lanzó a alguien, no lo sé
- Ese rayo casi me golpea a mí – interfiere Zoé – cuando estaba tratando de cazar insectos los rayos azotaron y uno casi me pega, pegó en la tierra enfrente mío y me lanzó a este tronco viejo
- ¿Y tú? – dice Zón
- Sí, ¿Cómo llegaste aquí? – pregunta Zoé
- Yo ayer estaba en la tierra yendo a ninguna parte – inicia Ba – cuando una maldita ave me agarró y me llevó a su nido, recuerdo que tenía dos huevos. El ave se fue y yo aproveché para poder huir, pero cada vez que huía la mamá pájaro llegaba y me volvía a poner en el nido. Se hizo de noche y la tormenta se acercaba, los huevos se rompieron y nacieron dos pajarracos horripilantes que trataron de cenarme. Uno de ellos me tiró por uno de los costados quedándome en una rama. La tormenta llegó y por culpa de la lluvia caí a este tronco golpeándome la cabeza. Antes de caer por completo vi unas partes con la flor de luz roja.
- ¿Flor de luz roja? – dice Zón – acaso ¿Te refieres a las orquídeas?
- No, yo me refiero a la flor que da calor y luz, si la tocas te quema
- Es el fuego – dice Zoé
- ¿Qué es eso? – preguntan
- El fuego es eso que describe Ba
- ¿Cómo sabes que se llama así? – pregunta Ba
- Porque una vez oí a los humanos que querían llenar el pantano con el fuego, vi de reojo y con cautela que ellos lo controlaban
- ¿Cómo lo controlaban? – pregunta Zón
- No sé, solamente sé que tienen un palito negro que hace un pequeño sonido raro y que invoca al fuego
- ¿Ellos lo habrán creado? – pregunta Ba
- No tengo la menor idea – dice Zoé – por lo mientras quiero salir de aquí
- ¿Por qué? – interrumpe Ba – Estamos bien aquí
- Estarán bien ustedes, yo tengo hambre
- A ver si puedes salir de aquí, está bastante alto el tronco – dice Zón
El tronco
estaba en una posición vertical, abajo únicamente había tierra dura con un poco
de agua y llegaba hasta casi alcanzar las copas de los árboles. Ellos se
encontraban en una pequeña curvatura del tronco donde estaban cerca del suelo.
Había una pequeña abertura, como si fuera un agujero en el tronco lo
suficientemente grande como para que cupiera un hocico de cocodrilo, pero éste
se encontraba a casi llegar a las copas de los árboles, realmente difícil para
un pequeño sapo.
- Vamos a ver si salgo de aquí
Zoé empezó a saltar y siempre se
resbalaba por el interior del tronco que estaba recubierto por musgo que hacían
casi imposible tratar de subir. Utilizó sus grandes patas, su lengua, tratar de
derribar una parte del tronco, utilizó a Ba para poderse subir, utilizó a Zón
para alcanzar más altura, todos sus intentos fueron en vano. El sol de medio día empezaba a desvanecerse y la
pobre Zoé estaba poniéndose de muy mal humor ante la situación. Ella no se
rendía.
- Deja de intentar por un momento por favor – suplica Zón
- No me voy a rendir – dice Zoé – yo voy a salir de aquí porque voy a salir
- ¿Qué pretendes hacer? Ya utilizaste todo y nos utilizaste
- No sé que voy a hacer, pero saldré de aquí
- Yo creo que ya nos acostumbremos porque será casi imposible salir de aquí
- Yo puedo pedir ayuda – dice Ba
- ¿Cómo? – pregunta Zón
- Conozco a un caimán que me debe un favor, tal vez nos querrá ayudar
- ¿¡POR QUÉ NO DIJISTE ESO DESDE UN PRINCIPIO!? – grita Zoé
- Hasta apenas me acordé, pero quien sabe dónde esté
- ¡Búscalo! – dice Zoé – ¡No importa cuánto te tardes!
- Ahora regreso – dice Ba
- ¡Deja te lanzo! – interrumpe Zoé
- ¿¡Qué!? – nervioso
En eso, Zoé
agarra a Ba y lo pone en sus patas. Más o menos calcula la fuerza y la
distancia del agujero que tan desesperadamente quería alcanzar Zoé. Y, cuando
estaba lista, lo lanzó con sus fuertes patas. El pobre de Ba casi se infartaba
porque jamás había ido tan rápido y tan fuerte, parecía que hasta sus ojos se
le desaparecieron. Para suerte de los tres, Ba pudo llegar hasta el hueco en el
tronco.
- ¡Sí llegué! – grita Ba
- Ahora ve a buscar al caimán – responde Zón
- Sí, ahora regreso
Al terminar de decir eso, un
ave entra y se lleva a Ba a quien sabe dónde, Zoé y Zón se quedaron sin poder
decir ni hacer nada al ver que su única esperanza se la había llevado el
viento, pero más que el viento se la llevó un ave. El tiempo pasó y Zoé perdió
todas las esperanzas para poder salir mientras que Zón se acostumbró al pequeño
lodazal que se creó con el agua.
- ¿Te vas a rendir tan fácil? – dice Zoé
- Es lo único que nos queda, Ba ya se fue a la muerte y a nosotras nos queda lo mismo ¿O acaso tienes alguna idea?
- Realmente no, después de aventar a Ba ya se me acabaron las ideas
La noche se hizo presente, el frío empezó a calar los huesos a tal grado que no podrían poder
mover ni un músculo, ambas se abrazaron y estuvieron acorrucándose para no
morir de frío. A momentos de quedarse profundamente dormidas un horrible
crujido se escuchó y el tronco se empezó a romper por quien sabe qué fuerza
extraña.
- ¿¡QUÉ ES ESO!? – ambas dijeron
- No sé – dice Zón – pero si es el final, fue un disgusto
- Igualmente
Unos dientes
afilados se vieron atravesar el tronco partiéndolo y era un caimán café que
rompió el tronco y lo dejó a un lado de donde estaba originalmente, en eso que
una gran rama cae de un tronco cercano aplastándole la pata de Zoé haciendo que
se le fracturara su pierna.
- ¡HOLA! – grita Ba arriba de la cabeza del caimán
- ¡Qué bueno que sigas vivo! – exclamó Zón
Ba se baja con mucho cuidado de la cabeza del caimán y se dirige con Zón y Zoé.
- Gracias compadre – dice Ba
- De nada compadre, quedamos a mano – contesta el caimán
- Sí mi querido Adrián
- Nos vemos Ba
Zón
salió lentamente con Zoé en su espalda mientras que el caimán se dirigía de
nuevo al pantano desapareciéndose entre roda la flora silvestre.
- ¿Qué te pasó? – dice Ba
- Cuando rompieron el árbol se me cayó una rama y me dobló la pata, no es nada grave
- ¿Puedes saltar? – dice Zón
- Sí, claro que sí
- A ver
Zoé se trata de levantar del caparazón de Zón y no pudo, se volvió a caer y empezó a sollozar por el gran dolor casi insoportable.
- Mírate – dice Zón – no puedes ni caminar
- Creo que no – apenada
- Mira, deja que te cuidemos Zón y yo y después que te sane la pata te puedes ir si quieres, si te gusta quedarte con nosotros, bueno, podemos vivir juntos
- ¿Vivir juntos? – pregunta Zoé – ¿Cómo crees?
- ¿Qué tiene? – dice Ba
- A mí sí me gustaría – interfiere Zón
- ¿Cómo creen? – vuelve a decir Zoé – ¿Qué pensarán de que yo viva con una tortuga y un caracol?
- Siempre hablan, tú júntate con nosotros y listo – dice Ba
- Además, no puedes ir a ningún lado con esa pata rota – interfiere Zón
- Es que yo como insectos, no creo que puedan cazar insectos
- Con la baba de Ba se puede
- Cierto, – interrumpe – con mi baba podemos atrapar hasta las arañas
- No, con las arañas no se metan
- ¿Por qué?
- Porque tengo una pariente que está asociada con una araña, la araña la cuida y ella cuida a la araña
- ¿Se dan protección? – pregunta Zón
- Sí, suena raro, pero así es
- Oigan, ¿Y si nos protegemos así? – entusiasmada
- ¿Cómo? – pregunta Ba
- Sí, podemos protegernos y vivir en el tronco que tu amigo el caimán derribó. Con la lengua de Zoé podemos atrapar y alcanzar lo que queramos, con tu baba podemos tener una trampa perfecta, conmigo podemos tener la protección de mi caparazón
- No sería tan mala idea, ¿Qué opinas Zoé?
Lo meditó
por mucho tiempo, ¿Qué haré?, se lo preguntaba y no podía pensar en otra
cosa, si se iba podría morir por la pierna rota, aunque con libertad
incondicional y si se queda podrá aprovechar lo que pueden ofrecerle y
convivirá con ellos. Seguía pensándolo detenidamente, Zón y Ba solo se la
quedaban viendo.
- ¿Entonces? – dice Ba
- Después de mucho pensarlo, – titubeando – acepto
- ¡Eso es todo! – Zón entusiasmada
- ¿Y ahora qué? – pregunta Ba
- Por lo mientras vámonos al tronco que derribaron, ayúdenme con eso, ya mañana vemos que podremos hacer
Ba trató de
ayudarle a Zoé a subirse al caparazón de Zón para dirigirse al tronco, después
de diez minutos todos se dirigieron al tronco, cuidadosamente bajaron a Zoé y
la acomodaron en una posición para que su pata no se moviera. Con hojas, una
ramita dura y la baba de Ba le hicieron un pequeño soporte a Zoé para que no se
lastimara más la pata la cual se veía bastante lastimada. Se acomodaron para
dormirse y darse calor con algunas hojas y el musgo del tronco. Antes de que
Zoé se quedara dormida, sintió la baba de Ba y el caparazón de Zón cerca suyo,
la estaban abrazando y dándose calor mutuo, ¿Será acaso que Zón y Ba son los
amigos que jamás encontré?, comenzó a preguntárselo muy seriamente, sin
mayor preocupación y el sueño cayendo sobre ella, se durmió profundamente con
el calor de la baba y la piel húmeda.
Capítulo II. Arreglos del tronco
A la mañana siguiente el sol salió, aunque no radiaba tanto calor como otros días. Ba
estaba en la cara de Zoé, como la primera vez, así que lo aventó contra una de
las paredes del tronco haciendo que éste se rompiera un poco.
- ¡QUÍTATE DE ENCIMA!
- ¡No me avientes así! – reclama – Además, ya rompiste el tronco
- No lo rompió – dice Zón – al quitarle el musgo, el tronco se debilita
- Entonces hay que repararlo – dice Ba
- ¿Cómo se repara un tronco? – pregunta Zón
- No sé, solamente sé que podemos adaptar este lugar para que sea mejor
- Y díganme, ¿Cómo repararemos eso? – pregunta Zoé
- Podemos poner mi baba – interrumpe Ba
- ¿Cómo la utilizamos?
- Muy fácil, ponemos mi baba en las hojas y podemos cubrirlas. Ahora, si no quieren poner hojas necesitaremos unas ramas y tela de araña ¿Conocen a una araña?
- No, pero ya tengo mucha hambre para pensar en eso ahora – dice Zoé
- Perdona, con todo lo de ayer se me olvidó entregarles lo que me dio mi amigo
- ¿Qué te dio? – preguntó Zón
- Vengan conmigo
Salieron
del tronco y había algunos cuantos insectos aplastados para Zoé y también había
unas cuantas algas del fondo del pantano para Zón. Para quienes no sepan la
alimentación de los caracoles, son herbívoros y algunos elementos comunes para
su dieta incluyen las plantas, frutas, verduras y algas.
- ¿De dónde trajeron todo esto? – pregunta Zoé
- Las algas las trajeron desde el fondo – dijo Ba – y los insectos fueron porque yo los aplasté cuando caí
- ¿De dónde caíste? – pregunta Zón
- ¿No les he contado cómo regresé?
- No, solamente llegaste en el caimán
- Dejen que les cuente
- Déjame comer y después me dices lo que quieras – dice Zoé
- Cierto, comamos mientras les platico
Trajeron
la comida al tronco, toda la comida se la echaron a Zón y la fueron arrastraron
lentamente. Una vez estando de nuevo en el tronco Ba empezó a platicar.
- Bueno, – inicia Ba – resulta que cuando me llevó el cuervo me dejó en su nido. Quería escaparme y no me dejaba el maldito cuervo, me trataba como si fuera un huevo, pero creo que quería comerme para después. Mucho tiempo pasó hasta que el cuervo se largó y salí del nido, pero al escapar una rama se cayó y fui cayendo a una altura impresionante con una velocidad igual de impresionante. Me estrellé con varios insectos. Me pegué muy fuerte contra mi caparazón y me hundiendo. Mientras estaba hundiéndome me fui ahogando, pero en el momento que me iba a desmayar sale mi querido Adrián y me saca del lago llevándome a la orilla, casi tira los insectos y le dije que no porque serían para Zoé, le pedí que me trajera unas algas para Zón. Después le expliqué que me ayudara a sacarlas y me subió en su hocico hasta llegar con ustedes.
- Luego de romperlo me tiraron una rama y me rompieron la pata – interrumpe Zoé enojada
- Mismamente – burla
Zoé
le da un golpe con su lengua, pero se le quedó el sabor de Ba.
- ¡GUÁCALA! ¿Por qué sabes a caca de ave con caca de cocodrilo y pescado podrido?
- ¿Cómo sabes que sabe a eso? – pregunta Zón
- ¡Solo lo decía, pero sabe asqueroso!
- No creo que sepa asqueroso – dice Ba
Ba
se da una pequeña probada de sí mismo y sus ojos se metieron rápidamente, hasta
su cara se metió sin meterse en su caparazón.
- ¿Ba? – pregunta Zón – ¿Estás bien?
- Sí – susurrando – solamente que sí tengo un sabor asquerosito
- Oye, una pregunta
- Dime – sigue susurrando
- ¿Qué favor te debía el caimán?
- Buena pregunta – ya hablando normal – una ocasión la cual iba pasando sin ningún rumbo
- Como siempre – interrumpe Zoé
- Déjalo terminar – interfiere Zón – continua mi estimado
- Gracias estimada, bueno, iba pasando por ahí y él vino a mí. Casi me pisa. Después de pedirme perdón y presentarnos me dijo que le ayudara con un pedazo de algo a lo que él llama vidrio
- ¿Qué es el vidrio? – dice Zoé
- Lo que recuerdo era como si fuera agua transparente, pero muy endurecida, puede cortar la piel de cocodrilo
- Jamás he visto ese vidrio en el pantano – dice Zón
- No es del pantano
- ¿Entonces de dónde es? – pregunta Zoé
- Dice Adrián que los humanos querían capturarlo, pero pudo escaparse así que los humano echaron al lago ese extraño material. Comenta que murieron algunos peces y él aprovechó ese momento para comérselos, pero se le enterraron esos pequeños pedazos de vidrio entre los dientes haciéndole sangrar
- ¿Cómo se curó? – pregunta Zón
- Sanó gracias a que yo le quité esos vidrios y le puse un poco de mi baba alrededor de las heridas
- A ver, deja entiendo – dice Zoé – eso que dices ¿Los humanos lo echaron al agua?
- Sí, para capturar a Adrián
- Dos cosas. Primera, ¿Qué les pasa? Segunda, ¿Para qué querrán a un caimán? ¿Lo querrán para comérselo?
- Quien sabe, quizá sí se lo querían comer
- Continuemos con el tema principal – interfiere Zón
- ¿Cuál tema principal? – pregunta Ba
- Todavía me pregunto cómo sigues vivo – dice Zoé – y el tema principal es para arreglar el tronco que se está cayendo a pedazos
- Yo también me pregunto lo mismo, con lo del tronco tengo una idea
- ¿Qué tienes en mente?
- Tirar muchos pedazos del tronco…
- A ver – interrumpe Zón – lo que queremos es reparar el tronco, no destruirlo más de lo que está
- Por eso, déjenme terminar. Hay que derribar unas pequeñas partes del tronco para poder tener más luz y materiales
- ¿Materiales para qué? – cuestiona Zoé
- Para poder construir cosas que necesitamos como un pequeño bloqueo en la entrada del tronco, algunas protecciones por si acaso y cosas así
- No estaría mal poner protecciones en las entradas del tronco, ¿Qué tal si se nos mete una serpiente? – dice Zón – O peor, que nos invada un ave
- Si nos invade un ave el único que corre peligro es Ba, nosotras estamos bien – dice Zoé
- Pero la serpiente si nos puede comer a los tres – responde Ba
- Buen punto – responde Zoé
- Entonces, ¿Qué vamos a hacer? – pregunta Zón
- Empezaremos a quitar el musgo para tirar el tronco, vamos a ocupar el musgo
- ¿Para qué lo vamos a ocupar? – pregunta Zoé
- Lo utilizaremos para crear una especie de protección en las dos entradas del tronco, el musgo será para amarrar algunas hojas y ramas
- ¿Cómo lo vamos a hacer? – ambas preguntan
- Fácil, con mi baba lo uno, con la lengua de Zoé lo pondrá en la parte más alta del tronco y Zón muerde cortándole lo que le diré
- Ni creas que voy a utilizar mi lengua una vez que hayas puesto tu baba – amenaza Zoé
- Ni yo voy a cortar cuando esté tu baba, no quisiera saber a qué sabe – dice Zón
- ¿Me van a ayudar o no? – inconforme
- Sí, pero yo voy a cortar antes de que pongas tu baba – dice Zón
- Eso si se puede hacer, con lo de Zoé no se puede adelantar porque debo construir las pequeñas piezas
- Hay que lanzar a Zón para que amarre todo – dice Zoé
- Buena idea, no lo había pensado
- ¿Por qué a mí? – pregunta Zón – ¿Por qué no lanzamos a Ba?
- Porque yo soy más lento que tú – dice Ba
- Además – agrega Zoé – tú no tienes una pierna rota
- Pero no debes quedarte como abeja reina, sin hacer casi nada
- Le voy a ayudar a Ba a armar las cosas
- Ya lo dijiste – interrumpe Ba – entonces andando porque la noche se nos viene encima
Comenzar a quitar todo
el musgo de las paredes del tronco, Zón comenzó a cortar en pedazos los grandes
pedazos de musgo, con la pierna sana de Zoé empezó a patear ciertos sitios que
Ba le dijo. Con los pedazos caídos del tronco y los pedazos de musgos Ba los
babeó y unió para entretejer dos cortinas de musgo como protección. Una vez
terminadas las dos las llevaron afuera del tronco para ponerlas, Zoé tuvo que
arrastrarse para poder ir a ayudarles ya que Zón y Ba estaban jalando la
cortina que estaba pesadísima o al menos para ellos. Una vez que estaban
afuera, incluida Zoé, se prepararon para subir la cortina. Ba se colocó en la
pata sana de Zoé preparado para que fuera lanzado y el plan salió mal porque Ba
chocó con el filo del tronco más de tres veces, en la cuarta ocasión al fin
pudo subir. Zón se quedó un poco traumatizada por los choques que Ba sufrió,
pero no había otra solución más que esa misma ruta. Para la suerte de Zón a la
primera pudo subir. El verdadero reto era la cortina musgosa porque le pesó a
Zoé, plegó la cortina y se la puso en una pierna, con un movimiento rápido
lanzó la cortina para que ésta cayera arriba del tronco. Pronto, Ba y Zón
pusieron la cortina atorándola con unas pequeñas raíces del tronco y con muchas
espinas salientes del mismo. Al terminar, extendieron la cortina y no se cayó, realmente
parecía que esa cortina fuera parte del tronco.
Fueron al otro lado
del tronco; sin embargo, no habían notado algo hasta el momento en que se
dirigieron a la otra entrada. Al llegar a la otra entrada se encontraron con la
sorpresa de que había una gran piedra cubriendo la entrada del tronco la cual
no había forma de entrar en ella y, sin más, se fueron del lugar hacia la otra
entrada. Ba vio a tres arañas peludas de su tamaño que estaban rodeando a la
piedra, no le tomó importancia y tampoco les dijo nada a Zoé y a Zón. Guardaron
la cortina para cualquier otra ocasión.
El día se
estaba yendo y los trabajos continuaban, poco a poco continuaron haciendo un
verdadero hogar con mucha iluminación en la parte donde estaban y en la parte
cercana a la piedra no habían puesto ni arreglado absolutamente nada ya que
consideraban que tenían bastante espacio con el lugar donde estaban. Cabe
resaltar que el tronco derribado era tan grande que casi doblaba de tamaño a
Adrián.
La noche llegó y
el tronco ya parecía un verdadero hogar porque pudieron hacer tres lugares para
poder descansar y así evitar que se encimaran unos encima de otros; Ba se hizo
una pequeña cama con hongos, Zón se hizo una cama con las algas que aún tenía y
Zoé se hizo una cama con el musgo que les había sobrado. Con los huecos que
habían hecho hicieron pequeñas ventanas que con la baba de Ba y hojas haciéndole
algo más hogareño, o por lo menos para Zón que había visto esas cosas en los
troncos.
Todo marchaba para mejorar y nada malo les pudiera pasar, o al menos eso creían los tres pues algo
terrible llegaría muy pronto…
Capítulo III. Arañas con mañas
Pasaron dos semanas de
ese gran cambio, Zoé seguía con ese mal de la pierna, pero con menor dolor que
el primer día hasta podía moverse más. Zón había crecido un poco más, casi
llegó al tamaño de Zoé. Ba estaba igual que el primer día, con él lo único de
novedad es que estaba produciendo más baba y les ayudó a poner algunas barreras
contra las aves que estaban más propensas ¿Por qué será?, se preguntaban
los tres.
Zón
salió del tronco para dirigirse al lago por unas cuantas algas, cuando estaba a
punto de irse un cuervo aterrizó arriba del tronco.
- Oye tú – inicia el cuervo
- Dime
- ¿Sabes dónde están las arañas?
- ¿Arañas? – se extrañó – No, no he visto arañas por aquí
- ¡Pajarraco! – grita un cuervo a lo lejos – ¡Las arañas están por acá!
- ¡Voy! – contesta el cuervo – Bueno, gracias y perdón por interrumpirte sabrosa amiga
- De nada, cuervo – temerosa
El cuervo se va, Zón
se queda pensativa en el mismo lugar y antes de dirigirse al lago se dirige a
donde están los cuervos. Fue sigilosamente. Cuando llegó a la parte del tronco
donde estaba la gran piedra, había muchísimas arañas peludas siendo atacadas
por cinco cuervos, lo más curioso es que tres cuervos estaban picoteando en el
tronco tratando de sacar a más arañas mientras que las arañas más grandes, del
tamaño de Zoé, estaban siendo devoradas por los otros dos cuervos. Zón no quiso
quedarse a ver esa monstruosidad, mucho menos que quisieran devorarla a ella.
Cuando llegó a la otra entrada les dijo.
- ¡Oigan!
- Oímos – dice Ba
- ¿Y eso? – pregunta Zoé – ¿Por qué llegaste más rápido? ¿Y las algas?
- No fui al lago porque…
- ¿Por qué? – interrumpe Zoé
- No me digas que casi te comen como la otra vez – dice Ba
- No, es que ni llegué al lago, de hecho, no me fui del tronco
- ¿Dónde estabas chiquitita? – pregunta Zoé
- En una matanza
- ¿Matanza? – ambos preguntan
- Sí, cuando salí del tronco un cuervo me preguntó sobre unas arañas, le dije que no. Otro cuervo le dijo que estaban en la otra entrada
- Pero la otra entrada está sellada con la roca – interrumpe Zoé
- Sí, pero dos cuervos estaban devorando a arañas de tu tamaño y los otros tres estaban tratando de sacar algo dentro del tronco
- ¿Qué querrán? – pregunta Zoé – No creo que nos quieran comer a nosotros
- Yo sé lo que quieren – interrumpe Ba
- ¿Qué? – ambas preguntan
- A más arañas
- ¿Cómo que a más arañas? – pregunta Zón
- Sí, recuerdo que cuando fuimos a la otra entrada y descubrir que no podíamos entrar, vi a tres arañas peludas estar viendo la roca, no le tomé importancia
- ¿Por qué no nos avisaste de inmediato? – pregunta Zoé – ¿¡De qué tamaño eran!? – enojada
- Porque realmente no le tomé importancia, fue algo trivial. Y eran de mi tamaño
- Zón, ¿De qué tamaño eran las arañas que se estaban comiendo los cuervos?
- Eran de tu tamaño, más o menos y eran peludas
- Hay que estar con más vigilancia por cualquier cosa
- ¿Por qué? – ingenuo pregunta Ba
- ¿Por qué? ¿A caso preguntas por qué? – dice enojada Zoé – ¡Porque por tu tontería de no decirnos tenemos cuervos rodeando el tronco, arañas en el otro extremo del tronco y porque ambas son una amenaza para todos! ¿¡ENTIENDES!? – gritando
- Casi
- Hasta la fecha me pregunto ¿Cómo sigues vivo? – interfiere Zón
- Yo también me sorprendo por su existencia – dice Zoé
- Y entonces, ¿Qué haremos? – pregunta Ba
- Por ahora, únicamente vamos a esperar que se vayan de aquí los cuervos, no quiero exponerlos
- ¿Y cuando se vayan? – pegunta Zón
- Entraremos todos
- ¿Cómo? – pregunta Ba
- Vamos a ir por el tronco hasta las arañas y aplastarlas con una piedra
- ¿Con cuál piedra? – pregunta Zón
- Con una que vamos a tomar
- ¿Y si son muchas? – pregunta Zoé
- No creo, en la noche vamos
Mientras tanto, en
el otro lado del tronco una de las arañas salió de su escondite y empezó a
dialogar con el jefe de los cuervos.
- Gran cuervo – inicia la araña – déjanos en paz, ¡por favor!
- Y ¿Por qué dejar a un suministro de comida? – burlonamente
- Estamos sufriendo demasiado, no podemos contra ustedes y su poder, nuestros reyes murieron entre sus picos…
- Y todos lo harán – interrumpe el cuervo
- Me temo que sí, pero ¿No habrá manera de llegar a un acuerdo?
- ¿Qué clase de acuerdo?
- Sí, si nos deja vivir le damos a un sapo, una tortuga y a un caracol
El cuervo lo dudó, la vio con
incertidumbre y como si fuera un bicho raro, después de un momento de silencio,
le respondió.
- ¿Cómo atraparán a ellos? Quizá el caracol sea muy sencillo, pero la tortuga y el sapo son más difíciles, sobre todo para unas arañitas como ustedes
- Denos hasta el anochecer para conseguirlas, cuando la luna esté en lo más alto, si las conseguimos nos dejarán en paz para siempre
- Y si no, créanlo que serán el banquete para la cena
Los cuervos se
fueron volando, uno se quedó observando todo en la rama de un árbol cercano,
estaba escondido. El tiempo fue pasando, Zón, Zoé y Ba estaban despreocupados
mientras que las arañas estaban planeando algo.
El atardecer daba
paso al anochecer y fue ahí cuando Zoé salió en busca de una piedra, ella salió
porque ya tenía que estimular de nuevo sus piernas y brazos. Estuvo recorriendo
cinco metros alrededor de la entrada del tronco y encontró dos piedras con
mucho filo que podía atravesar el caparazón de Zón. Regreso un poco lento al
tronco y antes de que entrara se escuchó un grito desaforado proveniente de Ba
pidiendo ayuda, cuando entró Zoé, muchas arañas pequeñas se le abalanzaron
sometiéndola contra el piso, pudo ver como se llevaban a Zón y a Ba envueltos
en telaraña. Antes de que Zoé se rindiera, tomó una de las piedras y empezó a
clavárselas a las arañas que la derrumbaron. Cuando se deshizo de todas, fue detrás
de las arañas con pequeños brinquitos a pesar de que le empezara a doler la
pierna.
Cuando llegó
donde las arañas, el tronco era completamente diferente pues ahí entraba
bastante la luz de la luna y era más ancho el tronco pues había roto la parte
de abajo para extenderse bajo tierra y quien sabe hasta donde se extendieron.
Casi todo estaba cubierto de telarañas, vio unos capullos de telaraña que se
estaban moviendo, supuso que eran Zón y Ba, al entrar y tocar una telaraña
salieron muchas arañas que, de nuevo, la sometieron y empezaron a envolverla
con sus telas, algunas arañas la picotearon. Antes de que le envolvieran su
cabeza, la araña que habló con los cuervos bajó del techo del tronco y se colocó
encima de ella, le empezó a hablar.
- Pensé que era más difícil atrapar a los sapos – irónicamente
- Realmente no sé, es la primera vez que me atrapan – burlona
- Quizá sí, quizá no, quien sabe. Termínenla de envolver
- Antes de que me envuelvas ¿Para qué nos quieres?
- Para poder sobrevivir de esos malditos cuervos
- Nosotros también estamos sobreviviendo de los cuervos
- Pero a mí únicamente me interesa el bien de mis arañitas y el mío
- Ustedes son más que los cuervos, yo derroté a dos cuervos y ustedes me derrotaron a mí, son como cien a uno
- ¿Cómo los derrotaste?
- Este…este… – titubeando – este…los derroté cuando los sometí contra ellos
- ¡OH! – corearon las arañas
- Yo no te creo, ¿Quién tiene pruebas?
- ¡El caracol y la tortuga!
- Desenvuelvan sus cabezas y háganlas hablar
Las arañas cortaron la parte de la cabeza y les preguntaron.
- Díganos – dice la araña – ¿Cómo derrotó la rana a los cuervos?
- ¡Sapo! – gritó Zoé
- ¡Cállate!
- Este…si mal no recuerdo primero sacó su lengua – dudando Zón – y luego los tiró
- Sí – interrumpe Ba – y luego los encimó sin que se pudieran mover
- ¡OH! – de nuevo corearon
- Como veo que tus amigos testificaron a tu favor, creeré que podemos derrotarlos
- ¿Nos vas a soltar? – pregunta Zoé
- No, pero nos vamos a desquitar con sus huevos, hasta nunca.
- ¡ARAÑA! – gritó un cuervo
- ¡Ya llegaron! Perdón que corte la conversación, pero negocios son negocios ¡ENVUÉLVALOS!
La araña salió y comenzó
a platicar con el cuervo, Zoé aprovechó esa oportunidad y se liberó de toda la
telaraña, empezó a lanzar y a aplastar a todas las arañas con su lengua y la
piedra que no la soltó. Pronto se acercó a Zón y a Ba, también los liberó. Las
arañas empezaron a hacer un chillido para avisar a la araña que ya habían
escapado inminentemente.
- ¿Qué es ese chillido? – pregunta el cuervo
- Algo debió salir mal, debieron haber escapado
- ¿Los dejaste ir?
- ¡QUISIERA VER QUE LOS ATRAPARAS! – gritando
- No me grites que en un solo picotazo puedo comerte – la amenaza
- ¿Me amenazas?
- ¡POR SUPUESTO QUE SÍ! – extiende sus alas
Hizo el chillido y todas
las arañar salieron del tronco, el cuervo se espantó al ver la cantidad de
arañas que emergieron, pero sin temer empezó a atacarlas. Fue una batalla épica.
Las arañas pudieron contra un cuervo, cuando se lo empezaron a comer, en un
rato llegaron los otros cuatro cuervos y tristemente no pudieron con todos
ellos. Al final las arañas fueron el banquete de los cuervos; sin embargo,
entraron en duelo por la pérdida de su líder.
Mientras tanto, nuestros queridos protagonistas
estaban un tanto agitados por aquella correteada carrera que, en realidad Zoé
se colocó a Ba y a Zón encima de ella para que no se quedaran atrás con las
arañas. Cuando estuvieron en su pequeño lugar, se colocaron en sus pequeñas
camas. Zoé empezó a jadear.
- ¿Estás bien? – pregunta Zón
- No sé, me siento agitada y muy agotada
- ¿Te duele la pierna? – pregunta Ba
- No, me duele mucho mi brazo
- ¿Dónde? – preguntan
- Aquí – señalando una picadura de araña
La picadura era
bastante grande, casi del tamaño de una hormiga roja. Zoé se acostó en su cama
mientras que Zón y Ba estaban pensando qué hacer.
- ¡Lo tengo! – exclama Ba
- ¿En qué estás pensando? – pregunta Zón
- Recuerdo que hace tiempo hice un antídoto del veneno de araña
- ¿Cuáles eran los ingredientes?
- Era mi baba, el veneno de la araña, pétalo de rosa y agua del pantano
- Pero hay un detalle
- ¿Cuál?
- Que había más de un tipo de araña y no sabemos cuál fue la que le picó
- Buen punto
- Y con los síntomas de ella, sí es venenosa
- ¿Qué propones hacer?
- Ir al nido de las arañas
- ¿¡QUÉ!?
- ¿Qué tiene?
- Es que no sabemos sí hay más arañas y de nuevo querer comernos
- ¿Tienes otra solución?
- Solamente mi antídoto
- Pero se debe hacer con el veneno de araña
- A falta de ello, la única solución es ir al nido de las arañas
- Partimos en la mañana
Capítulo IV. ¡Fuego!
A la mañana siguiente partieron, no fueron esa
noche porque les dio miedo reencontrarse con las arañas. Al llegar al nido les
sorprendió no encontrarse a las arañas y que el nido estuviera completamente
vacío a excepción de algunas telarañas. Al adentrarse empezaron a buscar algo
que les ayudara, pero no encontraban nada.
Ba, accidentalmente, encontró una
entrada debajo de unas telarañas y era un túnel que iba por debajo de la tierra.
Con mucho miedo se aventuraron hacia ese túnel. Para colmo, había muchos caminos.
La mayoría estaba sin terminar y eran montículos de tierra, uno de los caminos
llevaba hasta pantano, otro era un camino tan largo que no pudieron explorarlo
y llevaba a quién sabe dónde, dos de ellos se conectaban entre sí y no llevaban
a ningún lado, otro daba a un pequeño nido de arañas donde estaban los huevos
ya abiertos y quizá hubieran sido el motivo porque había muchísimas arañas, y
el último era un almacén el cual contenía el veneno de todas las arañas junto
con comida vegetal y animal, algunos objetos brillantes como el vidrio o monedas.
Se llevaron los venenos que estaban en pequeñas hojas de nenúfares. Ba
aprovechó y se llevó una moneda dorada que tenían entre telarañas.
Salieron de los túneles para entrar al nido principal
y se encontraron con una araña que tenía tres patas, estaba muy sangrada y apenas
podía hablar, aun así, los confrontó.
- Dejen esas cosas
- ¿Por qué? – dijo Ba
- Porque sí
- Y si no queremos – preguntó Zón
- Los detendré
- ¿Tú? – ambos carcajearon – ¿Tú y quien más? – dice Zón
- Nadie más, soy la única
- ¿Eres la que estaba hablando ayer o eres otra? – pregunta Ba
- Mi líder murió
- ¿Eres la que queda? – dice Zón
- Tristemente sí
- Déjanos, de todas maneras, morirás en cuestión de horas o minutos
Se quedaron en completo silencio, la respiración forzada de la araña
era lo más notorio que se escuchaba hasta que la araña empezó a decir.
- ¡Lárguense!
- ¿Qué dijiste? – dijo Ba
- ¡QUE SE LARGUEN! – gritó
Ba y Zón se quedaron perplejos
y se miraron entre sí, decidieron irse con las pequeñas hojas y la moneda. La
araña se fue a los túneles y se fue a donde tenían los nidos, se inyectó su
veneno y se hecho a morir desolada y sola.
En el otro lado del tronco, Zoé estaba sufriendo y no
aguantaba el dolor de todo su cuerpo y estaba con muchísimo calor al grado de
que comenzaba a tener alucinaciones con múltiples aves que la estaban atacando.
No era buena señal, necesitaba el antídoto antes de que empezara con la baba
incontrolable ya que si eso llegaba significaría el anuncio de su inminente
muerte.
Ba y
Zón por fin llegaron con los venenos, cuando estuvieron a lado de Zoé empezó a
gritar.
- ¡NO ME LLEVARÁN! – gritó desaforadamente – ¡LÁRGUENSE DE AQUÍ MALDITAS AVES DE RAPIÑA!
- Tranquila Zoé – dijo Zón – somos Ba y yo
- ¡No sé cómo saben mi nombre, pero solo muerta me llevarán!
Pataleó y no dejaba que nadie se le acercara, quiso escapar
en más de cinco ocasiones, pero no pudo por la misma fiebre y el dolor físico
por la picadura. Ba estaba apurándose lo más rápido que podía, pero ningún
antídoto era la cura del veneno. Seguía subiéndole la fiebre sin cesar, cada
vez le era más difícil moverse.
- ¡Apúrate Ba!
- Voy lo más rápido que puedo, pero no puedo adelantar el proceso
- No te estuviera molestando si ya tuvieras la solución
- ¿¡QUIERES HACERLO TÚ!? – empieza a reclamarle
- ¡VÁYANSE MALDITAS AVES! – reclama Zoé – ¡JAMÁS ME LLEVARÁN!
- ¿Quieres seguir gritando? – susurra Zón
- No quiero pelear contigo, solamente quiero que todos estemos bien
- Entonces apúrate
- No iniciemos otra vez
- ¿Cuántos venenos te faltan?
- Contando los que ya hice, unos quince
- ¿¡Quince!?
- ¿Crees que es fácil?
- No, pues no
- Además, ve probando los venenos que ya hice
- ¿Por qué yo?
- Porque yo soy el único que sabe hacer los venenos
- ¿Solo tenemos cinco?
- Sí, mi baba es finita
- Y dime ¿Cómo se lo pongo?
- Dáselo de beber
- Va a vomitar antes de que le haga el efecto ¿Si se lo untamos?
- Bebido es de la única manera, untado no le hará nada
- Entonces ayúdame a dárselo
- No puedo, si te ayudo retrasaré más con los otros venenos
- Entonces deséame suerte
Zoé estaba respirando bastante rápido y dificultosamente, se le
habían cerrado los ojos y solamente oía, su sudor aumentó drásticamente. Zón se
iba acercando lentamente y casi sin hacer ruido, Zoé no notaba su presencia
hasta que una ramita hizo ruido y se alteró – ¡NO ME LLEVARÁN VIVA! – repetía
forzadamente. Zón estaba cuidándose de que no le golpeara o que le tirara la
hoja donde estaba el antídoto. Cabe resaltar que los nenúfares de los venenos
sirvieron de transporte para los antídotos.
Zoé lanzó su
lengua al aire y tomó accidentalmente el antídoto y se lo tragó. Empezó a toser
desesperadamente y su sudoración disminuyó un poco; sin embargo, seguía con los
estragos del veneno original.
Intentó con el segundo antídoto y pasó lo
mismo del primero, ahora pudo abrir sus ojos de nuevo, pero vomitó ese antídoto.
Desde el tercer hasta el quinto antídoto disponible no le hizo absolutamente
nada. Zón fue corriendo con Ba por los demás antídotos, había listo otros cinco
disponibles.
Con el sexto antídoto Zoé se puso peor pues le
hizo reacción con el veneno original, su piel se hizo morada con la tonalidad
uva. Zón se asustó y le habló a Ba.
- ¡AUXILIO!
- ¿Qué necesitas?
- Zoé se puso morada
- ¿Qué antídoto le diste?
- El sexto
- Entonces ya sé cuál veneno es el que tiene
- ¿Tenemos el veneno para el antídoto?
- Creo que sí
- ¿Cómo qué crees? – desesperada
- No soy un experto de veneno, soy un simple caracol
- Y te recuerdo que de los tres tú eres el único que sabes de venenos
- Déjame apurar, ve a cuidar a Zoé y sigue experimentando con los antídotos
Zón se fue y siguió probando los antídotos. En el décimo
antídoto se vio una mejora drástica desde la coloración hasta con la
desinflamación.
- Zón, ¿Eres tú? – preguntó Zoé
- ¡Sí, soy yo! – emocionada – ¡Ba ven rápido!
Fue
lo más rápido que pudo, para un caracol, y traía con él cinco antídotos. Se
veía deteriorado, se puede decir que estaba seco pues utilizó demasiada baba
para elaborar los antídotos.
- ¿Qué te pasó? – le pregunta
- No preguntes – dice forzadamente
- ¡Ya se puso mejor!
- ¿Quién es la babosa seca? – pregunta Zoé
- Chistosa la niña – afónico –, soy Ba
- ¿Qué te pasó?
- Utilicé mi baba para poder hacer antídotos
- ¿Para qué?
- Porque te envenenaron – interrumpe Zón
- ¿Quién?
- Las arañas, ¿No recuerdas nada? – pregunta Ba
- Solamente recuerdo que los rescaté de las arañas, sentí ardor en mi pierna y me recosté, de ahí empecé a ver muchas aves. Y hasta ahorita aparecieron los dos
- Las aves éramos nosotros – responde Zón
- ¿Qué me hicieron? – confundida
- El veneno de una araña te afectó, Ba utilizó su baba para poder hacer los antídotos
- ¿Es por eso por lo que está así? – contesta Zón
- Sí – inició Ba – más o menos en diez minutos podré recuperarme, pero necesito mucha agua
- ¿Cuánta agua? – pregunta Zoé
- No importa la cantidad – quedando afónico –, necesito agua
- Ahorita regreso – dice Zón
- ¿A dónde vas? – ambos preguntan
- Por el agua de Ba, ahora regreso
Ninguno de los dos se lo impidió.Fue
hacia el pantano por agua con un pequeño trozo de corteza de árbol para traer
el agua. Cuando llegó al lago, vio a dos personas con unos trajes amarillos de
plástico y líneas negras con un cinturón que traía muchos artefactos que
estaban tirando un líquido negro similar al petróleo en el lago. Zón tomó un
poco del agua antes de que se contaminara con esa tan extraña sustancia. De
pronto llegó Adrián les llegó por detrás y empezó a atacarles sin piedad alguna,
derribó a uno de los hombres y estaba rasguñándolo, Zón huyó lo más rápido que
pudo del lugar para evitar que la atacaran. El hombre que se quedó en pie sacó
un arma de su traje y empezó a dispararle a Adrián en la espalda hasta que éste
ya no se moviera. Adrián murió. El otro hombre resultó con pocos rasguños, los
hombres tomaron su cuerpo y lo arrojaron al lago. La sangre atrajo a los peces carroñeros
haciendo estragos el cuerpo de nuestro querido caimán. Los hombres empezaron a
parlotear – Maldito cocodrilo – aludían los hombres.
Los desechos químicos siguieron esparciéndose por
el lago hasta que toda la superficie se tiñó de negro como la obsidiana. Los
hombres le prendieron fuego a este pequeño lago y se fueron del lugar sin más.
El fuego comenzaba a extenderse entre los árboles secos aledaños, las aves del
lugar empezaron a huir y el incendio comenzó a gran escala…
Zón
llegó al tronco y le dio el agua a Ba
- No es mucha, pero quizá te sirva – inicia Zón – y ¿Cómo va Zoé?
- Con esa basta – dice Ba
Se
mete al pequeño recipiente y empieza a hidratarse
- Yo ya estoy bien – responde Zoé
- Oigan – en tono serio – algo muy feo pasó en el lago
- No me digas que te quisieron comer los cuervos – dice Zoé
- No, no es eso, es relacionado a Adrián
- ¿Qué pasó con mi compadre? – responde enérgicamente Ba
- Pues cuando llegué había unos humanos en el lago, estaban tirando no sé que cosa. Llegó Adrián y los atacó
- ¡Ese es mi compadre! – gritó Ba
- Pero – continuó Zón – uno de ellos sacó un palo gris que sonaba como los truenos de las tormentas eléctricas y Adrián ya no se movió más. Fue como si le metieran veneno o no sé
- Murió – interrumpió Zoé
- ¿QUÉ? – titubeando Ba – pero ¿Por qué? ¡MALDITOS HUMANOS! – empezó a amenazar – ¿POR QUÉ NO LO AYUDASTE?
- ¿Qué hubiera hecho una tortuga contra dos hombres? – dijo Zoé
- Si pudieron contra un caimán muchas veces mayor a todos nosotros – agrega Zón
- ¿DÓNDE ESTÁN? – gritando – ¡ME LAS PAGARÁN!
- ¡Tranquilízate! – ambas dicen
Ba sale como pude del tronco con dirección al
lago. Zón se preocupa y va detrás de él mientras que Zoé, por otro lado, se
despreocupa y los va siguiendo con mucha calma.
Cuando
apenas estaban a un escaso metro del tronco un ave café cae enfrente de ellos,
tenía pequeñas quemaduras en su plumaje, estaba bastante débil y traía entre
sus garras dos pequeños huevos.
- ¡Cuídenlos, por favor! – dijo el ave con dificultad
El
ave cerró sus ojos y exhaló su última bocanada de aire, había fallecido.
- ¿Qué haremos con los huevos? – preguntó Zón
- Hay que llevarlos al tronco – dijo Zoé
- ¿Están locas? – discutió Ba – Seré presa fácil cuando nazcan
- Solamente hay que cuidarlos mientras tanto – dijo Zón
- Ustedes llévenlos si quieren, yo voy por mi venganza
Zoé y Zón tomaron
un huevo cada una y los llevaron al tronco, los acomodaron en lo que les
sobraba de musgo y los acomodaron para que no se movieran. Mientras tanto, Ba
siguió hacia el lago sin que nadie le pudiera detener hasta que vio las llamas
que venían hacia el tronco – ¡Flor roja, flor roja! – comenzó a gritar. Zoé y
Zón escucharon y salieron a ver. El fuego ya estaba bastante cerca del tronco y
seguiría adelante sin que ningún animal pudiera detenerlo. Zoé fue por Ba para
llevarlo al tronco. Una vez dentro empezaron a tener pánico.
- ¿¡QUÉ HAREMOS!? – Ba gritaba desaforadamente
- ¡No que muy muy! – comentó Zón
- ¡Déjense de tonterías! – dijo Zoé – ¡Hay que salir de aquí lo antes posible!
- ¡Los túneles! – gritaron
- ¿Cuáles túneles? – preguntó Zoé
- Cuando estabas envenenada descubrimos unos túneles entre el nido de las arañas, había uno que no exploramos porque fue muy largo y no teníamos tiempo
- ¿A dónde conduce?
- No tenemos la menor idea – dijo Zón
- ¿Y las arañas?
- Desaparecieron cuando fuimos por los venenos
- ¡Vámonos antes de que algo peor pueda pasar!
De pronto un ave gris con
pequeñas quemaduras rompió el tronco, no podía decir absolutamente nada, pero
se veía que quería los huevos.
- ¡CORRAN! – gritó Ba
Zón tomó los huevos a manera de protegerlos. Ba se
subió en Zón y Zoé tomó a los dos para dirigirse a los túneles. El ave no los
persiguió de momento pues estaba aturdida por el golpe contra el tronco, cuando
se recuperó empezó a destrozar el tronco pues no cabía en él. Siguieron
brincando hasta llegar a los túneles, por desgracia no podían dar brincos entre
los túneles, empezaron a darle vueltas a Zón mientras exploraban el gran túnel.
Cuando el ave llegó, no pudo entrar entre los túneles por más que intentó, se
rindió y se salió del tronco.
Las llamas ya habían alcanzado al
tronco y lo estaban convirtiendo en cenizas. Las llamas llegaron hasta el nido
quemando todas las telarañas junto con los túneles, por suerte Zón, Zoé y Ba tío
ya habían salido de los túneles. Ese túnel conducía hasta una parte del pantano
casi intacta, aunque había bastantes insectos, en ese lugar parecía que el
incendio no estuviera pasando en ese instante.
Tristemente para nuestros protagonistas, su
tronco ya no era una opción para vivir pues se redujo a cenizas ahora tendrían
que comenzar de nuevo, pero ¿Qué les esperaría ahora?
Capítulo V. ¡Mis huevos!
Aquella trágica
tarde, estuvieron buscando un nuevo hogar para poder pasar la noche, además de
que no podían tener a dos pequeños huevos sin protección alguna. Encontraron unas
raíces salidas que servirían para pasar la noche, empezaron a reunir unas ramas
y hojas para ocultarse y no ser presa fácil de cualquier animal.
- Quién lo diría – inició Zón – por casualidad supimos lo del fuego y salimos a salvo, además de que encontramos dos pequeños huevos
- No nos encontramos, nos lo encomendó un ave muerta – replicó Ba
- Un poco más de respeto – contestó Zoé –, no sabemos si corrían peligro o si esa ave que nos atacó era el peligro
- Sí era un peligro para nosotros, más para mí
- Y ¿Qué haremos? – preguntó Zón – No podemos quedarnos aquí y no podemos salir con los huevos
- Hay que salir de noche – dice Ba
- Y ¿Quién ve de noche? – interrumpió Zón – Yo estoy más ciega que una sanguijuela
- Yo veo más o menos – responde Zoé
- Y yo a duras penas las veo a ustedes – complementa Ba
- Pero si estamos enfrente de ti – dice Zón
- Más a mi favor
- Entonces… ¿Nos iremos en la noche? – pregunta Zón
- Sí – responde Zón – por el cuidado de los huevos
- ¿Y si los dejamos aquí? – insinúa Ba
- ¡No empieces otra vez! – ambas dijeron
- Es un peligro para los tres
- ¿Por qué? – pregunta Zoé
- Por cualquier depredador que quiera los huevos, además, yo corro peligro cuando nazcan los polluelos
- No estará a discusión, nos llevaremos los huevos
- ¿Quién te puso a cargo? – pregunta Zón enojada
- Nadie – responde temerosa –, pero no se ponen de acuerdo entre ustedes
- Pues ni hablar, partimos en la noche
- ¡Y no me toman en cuenta! – responde Ba
- Somos dos contra uno – dicen –, no hay más que decir – dice Zón
Llegó la noche y, curiosamente, hacía más frío de lo normal.
Partieron de las raíces donde estaban para poder buscar un nuevo tronco o algo
para que les protegiera tan efectivamente como su viejo tronco. Los huevos
estaban en el caparazón de Zón y se sostenían gracias a la baba de Ba. La noche
se hacía más tenue, todo parecía tranquilo hasta que el ave que les atacó bajó
de un árbol y se llevó a Zón tomándola de los costados, la llevó más arriba de
las copas de los árboles y estaban volando en círculos.
- ¡ZÓN! – gritaron Zoé y Ba
Zón
se apanicó y comenzó a gritar desesperadamente
- ¡CÁLLATE! – grito el ave – ¡Deja de gritar!
- ¿Quién eres? – la voz cortada – Yo no tengo buen sabor
- No me interesa comerte
- ¿Entonces?
- Quiero que me des lo que tienes en tu caparazón
- No te los daré, no tengo ni idea de quién eres
- Soy el padre de los huevos
- ¿Cómo sé que lo eres?
- Te los dio un ave café, la más hermosa ave café
- Dime toda la historia, sino no te creeré
- Yo estaba buscando muchos gusanos, mi ave estaba en el nido cuidando los huevos. Regresé cuando el incendio ya había iniciado, fui a buscar mi nido y las llamas ya habían consumido mi árbol. La estuve buscando, la encontré derribada y muerta y me quedé afónico del dolor de la pérdida. Cuando entré al tronco traté de decirles que eran mis huevos y que corrieran por el fuego, corrieron, pero no me dieron los huevos.
- Cuando nos estabas persiguiendo destrozaste nuestro tronco.
- Porque no me querían dar mis huevos. Sigo con mi historia, llegaron a un nido de arañas y no pude seguirlos. Decidí salir de ahí para evitar que me quemara, no pude salvar el cuerpo de mi querida, no hubo más que hacer. Desde ese punto los estuve buscando hasta que los encontré y te acabo de tomar. Ahora, te pido de la manera más atenta que me des mis huevos o te dejo caer.
- Déjame bajar y te doy los huevos
- ¿Cómo sé que no huirán?
- Hay que hacer un trato
- ¿Qué trato?
- Yo te doy tus huevos y nos ayudas a buscar un nuevo tronco seco
- ¿Para qué quieren un tronco seco? – extrañado
- Para protegernos de todos los depredadores
- Que mala selección tuvieron, ese tronco hasta dos sapos pudieron romperlo. En la parte del nido de arañas estaba más grueso, debió de ser por eso que las arañas se quedaron ahí.
- ¿Sí nos vas a ayudar o no?
- Deja te bajo
Fueron bajando lentamente,
cuando estaba a punto de aterrizar Zoé lanzó su lengua hacia el ala del ave y
la fuerza del ave fue mucho mayor al peso de Zoé, salió disparada hacia el ala
y el impacto hizo que todos cayeran. El ave protegió a Zón por los huevos y Zoé
salió rodando como pelota de caucho. El ave se paró y acomodó a Zón, Zoé y Ba
fueron hacia el ave.
- ¿Estás bien, Zón?
- Sí, aquí el ave nada más quería sus huevos
- ¿Es hembra o macho? – pregunta Ba
- Macho – contesta el ave – para no hacerles larga la historia, los que están protegiendo son mis huevos
- ¿Cómo sabemos que no nos mientes? – dice Zoé
- Ya escuché su historia y es verdadera – responde Zón
- ¿Confías en él? – pregunta Ba
- Aún estoy aquí – responde indignado el ave
- Sí, da confianza – dice Zón – además, no creo que quieras seguir con los huevos
- Apelas a mi lado de supervivencia
- Les pregunto a los dos ¿Se los damos?
- Sí – respondieron
- Y, como agradecimiento, les ayudaré con el tronco que tanto necesitan, conozco dos
- ¿Tienes nido? – pregunta Zón
- No he tenido tiempo por estar buscándolos
- Si necesitas – dice Zón – puedes quedarte con nosotros
- ¿QUÉ? – preguntan
- ¿En serio? – pregunta el ave
- Sí, como lo oyen – empieza Zón – él necesita un hogar con sus hijos y nosotros necesitamos un poco de protección. Todos ganamos.
- No lo había visto de esa manera – dice Zoé
- ¡Y yo corro peligro! – Ba alza la voz
- Te prometo que te protegeré y no te comeré, tampoco mis hijos – dijo el ave
- ¿Cómo sé que no mientes?
- Te prometo por mis queridos hijos que no te haré nada
- Bueno – interfiere Zón – ¿Dónde están esos troncos?
- Dejen los llevo volando
Ba se subió sobre los huevos, Zón tomó a Zoé por sus
extremidades y el ave tomó a Zón del caparazón. Parecía un verdadero
espectáculo volador. Llegaron al primer tronco seco, tenía muchos hongos y
tenía inclinación leve haciendo que una parte estaba enterrada en la tierra,
pero una de las desventajas era que estaba infectado e intestado de gusanos
gordos. El ave quiso quedarse en ese tronco por la comida casi ilimitada, pero los
demás no accedieron.
Cuando llegaron al segundo tronco,
estaba derribado y también era muy similar al tronco que anteriormente tenían,
pero era más pequeño y tenía algunas cuantas mejoras como que estaba un tronco
que no estaba derribado y se unía con sus raíces. Otra cosa que también era
nuevo es que había un lago casi intacto que se había formado por las lluvias
ocasionales, se veía muy resplandeciente junto con que había bastantes insectos.
Todos accedieron a quedarse ahí. El ave se
quedaría en el tronco que estaba de pie y los demás en el tronco derribado.
Aquella noche el ave se quedó con ellos en el tronco y no les faltó calor por
el extenso plumaje. Zón y Ba se durmieron plácidamente, pero Zón se quedó despierto
y el ave notó su insomnio.
- ¿Qué te pasa? – inicia el ave
- Nada, solo tengo preguntas
- ¿Cuáles?
- ¿Cómo te llamas?
- Adiel, pero pueden decirme Ad
- ¿Cómo se llamaba tu pareja?
- Ella no tenía nombre, fue huérfana y jamás tuvo nombre. Yo le decía sol porque era uno para mí
- La última pregunta para no hostigarte
- No me hostigas, dime
- ¿Cómo se llamarán tus hijos?
- Depende. Si son hembras Ann y Ma, si son machos Ki y Pan
- Peculiares
- ¿Algo más?
- Nada más
- Entonces ya duérmete
Adiel
cubrió a todos y el calor hizo que todos se acomodaran hasta el día siguiente.
Capítulo VI. Mascotas
Cuando
despertaron, Ba estaba en la cara de Adiel y él empezó a zangolotearse para
quitarlo de encima, hasta que lo lanzó lejos.
- ¡GUÁCALA! – gritó Adiel – ¡SABES HORRIBLE!
Zón
y Zoé se despertaron al oír el grito tan fuerte.
- ¿Qué pasó? – ambas preguntaron
- ¡Me tragué su baba!
- Te entiendo, sabe horrible – dijo Zoé – lo aprendí a la mala
- Vamos a ver a Ba
Fueron a revisarlo y Ba estaba
bastante mareado. No vomitó, pero produjo mucha más baba en ese momento.
No tuvieron que irse muy lejos para
poder desayunar como una especie de bufete, y los insectos seguían saliendo de
todos lados. Comenzaron a hacer mejoras al tronco como las que le hicieron al
otro tronco y de la misma forma, salvo que ahora tenían la ayuda de Adiel para
hacer y colocar las pequeñas cortinas. Con los grandes pedazos del tronco
derribado Adiel las aprovechó para empezar a hacer su nido en lo alto del árbol
y utilizó baba de Ba, musgo verdoso, telarañas y un poco de lodo para solidificar
el pequeño nido y evitar que el peso lo derrumbara.
Al atardecer ya habían terminado
todos los arreglos, ahora no pusieron ningún tipo de seguridad pues ya tenían protección
aérea. Adiel dejó sus huevos en el nido y de ahí ya no bajó en el resto del día.
Zón y Zoé se metieron al lago para poder nadar y
volver a sentirse rejuvenecidos, Ba se quedó en la orilla para poder disfrutar
un poco del agua. Zón se le acercó a la orilla donde estaba Ba.
- ¿Quieres pasear en el lago? – preguntó Zón
- Sí, pero no sé nadar
- No importa, súbete en mi caparazón
- ¿No nos vamos a hundir?
- No soy tan débil y tampoco eres tan pesado con excepción de tu carácter
- Chistosa la reptil
- ¿Entonces?
- Vamos
Zón salió del agua y se dirigió con Ba, él se le
subió a su espalda y se dirigieron al lago. Ba estaba algo nervioso pues su
última experiencia en el agua casi le arrebata la vida si no le hubiera salvado
Adrián. Apenas se adentraban y su corazón estaba un poco más alterado; sin
embargo, entre más se adentraban al centro del lago ya no sentía ese pavor. El
reflejo de la luz que daba el pequeño lago era impresionante pues reflejaba toda
la belleza de esa parte del pantano. Antes de llegar a la orilla vieron una
camioneta y bajaron de ella unas personas, Zón los pudo identificar pues eran
los que arrojaron esa sustancia tan rara al lago anterior y prendiéndole fuego,
huyó nadando a toda velocidad junto con Ba y él se empezó a asustar demasiado.
- ¿Qué te pasa? – pregunta Ba – Sí son feos, pero no es para tanto
- No es eso – asustada
- ¿Entonces?
- Esos son monstruos
- ¿Monstruos? – confundido – ¿Por qué lo dices?
- Porque ellos fueron quienes iniciaron el fuego
- ¿La flor roja?
- Sí, hay que huir al tronco – angustiada
- ¿Dónde está Zoé?
- ¿Alguien me llamó? – sale del lago
- ¡VÁMONOS AL TRONCO! – grita Zón
- ¿Por qué estás tan alterada?
- Porque esos humanos son los que tiraron esa sustancia al lago anterior
- ¡Vámonos! – responde alterada
Los hombres arrojaron una manguera al
lago, esta manguera estaba conectada a un contenedor oscuro, empezó a succionar
toda el agua con una velocidad y fuerza grandísima. Con la gran fuerza empezó a
jalar a Zón y a Zoé, Adiel se percató de la situación y fue a su auxilio, pero
cuando llegó al lago ya era demasiado tarde pues ya estaban en el contenedor, Adiel
empezó a picotearlo y uno de los hombres lo tomó – ¿Qué haré contigo? – le dijo,
sacó una jaula y lo encerró ahí, lo puso a un lado del contenedor. Cuando se secó
el lago los hombres recogieron la manguera y partieron del lugar, Adiel comenzaba
a preocuparse demasiado por sus polluelos que en dos días eclosionarían.
Mientras tanto, Zón, Ba y Zoé se encontraban en
un pequeño lugar a comparación de lo que se veía por fuera. Ba se pudo pegar al
pequeño espacio del techo donde no llegaba el agua, Zón y Zoé estaban nadando
en el mismo lugar y se empezaron a cansar demasiado tanto por nadar como por el
zangoloteo de la camioneta.
- ¿Qué pasará ahora? – pregunta Ba
- No lo sé – responde Zón – quizá nos pase lo mismo que a Adrián
- ¿Crees? – dice Zoé
- No sé – contesta confundida
- Cualquier cosa que nos llegue a pasar – interrumpe Ba – debo decirles que me dio gusto conocerlas y vivir lo que nos pasó
- Igual – ambas responden
Pasó más o menos una hora hasta que todo
se quedó quieto por completo. Se escucharon gritos de dolor de Adiel, los tres
se pusieron bastante nerviosos, pronto el tanque negro fue movido y vaciado a varias
peceras grandes. Ahora se encontraban en una tienda de mascotas la cual era un
pasillo muy largo donde se encontraban múltiples peceras con peces de todos los
colores de la Amazonía, también había jaulas con felinos y caninos de todo tipo,
jaulas colgantes con aves asiáticas y americanas.
A Ba lo colocaron con otros
caracoles en una pecera con tierra lodosa y una rama. A Zón la ubicaron en una
pecera particular la cual era similar a una isla, era la única tortuga ahí. A
Zoé la pusieron en una pecera con un pequeño charco y tierra lodosa, pero
estaba a lado de una pitón que no le quitaba la vista de encima. A Adiel lo
metieron con otras cinco aves en una jaula que apenas cabían dos y ya estaban
apretujados.
Los hombres salieron por una puerta gris y
apagaron las luces dejando a todos los animales ahí encerrados.
- Zón, Zoé ¿Dónde están? – gritó Ba
- ¿Quiénes son? – preguntaron los caracoles
- Zón está en medio y casi debajo de donde estoy – dijo Adiel – y Zoé está a lado de la serpiente
- ¡Ayúdenme! – gritó Zoé – Esta serpiente me quiere comer
- No mi querida – contesta la pitón – solamente quiero que estés descansando en mi estómago
- No hagas lo mismo con la nueva visita – dijo un loro azul – espera a que se acostumbre como tú
- ¡Cállate!
- Es cierto – interfirió un gato – tú has estado aquí más tiempo que cualquier otro
- Si Baz no se hubiera ido, él sería el más viejo – agregó un loro rojo
- ¿Quién es Baz? – preguntó Zón
- Fue una iguana que intentó liberarnos – empieza la pitón – y liberó a muchas aves, pero un día los hombres que los trajeron se la llevaron y jamás la hemos visto – nostálgica
- Oigan – inicia Ba – y ¿Qué les pasa a todos ustedes? ¿Qué hacer aquí?
- Esos hombres nos traen de diversas partes y nos venden – dijo un pequeño murciélago
- ¿Cuánto tiempo tienen ustedes? – pregunta Zoé
- La vieja serpiente tiene más de ocho años aquí – comienza un perro – y nadie la quiere – carcajea
- ¡Por lo menos no soy un pulgoso como tú! – contesta la pitón
- Y no somos tan despreciables comiendo ratas – agrega un cotorro verde
- Lo de las ratas es lo más normal – contesta un gato – además, nosotros no cantamos como locos todo el día y todos los días
- ¡Tú nos tratas de comer! – agrede un colibrí
- ¡Cállate enano! – dice un caracol
- ¡Los enanos son todos ustedes! – grita un pequeño chango café
- Tú no hables chango horroroso – gritan varias hormigas – ¡Tú quieres comernos cada que escapas!
- ¡Por lo menos yo trato de escapar!
- Y nos va peor a todos – dice el murciélago – ¡No nos dan de comer!
- ¿En qué manicomio nos fuimos a meter? – susurra Adiel
El escándalo entre los animales siguió y no paró hasta el
día siguiente que los hombres llegaron y empezaron a golpetear las jaulas de
metal, los animales se empezaron a alterar más, uno de los hombres traía una
pistola eléctrica y para que todos se callaran electrocutó a voluntad al pobre
mono, todos se quedaron callados. Abrieron la tienda y las personas comenzaron
a llegar y ver sin llevarse a ningún animal.
Llegó las doce del día y una niña de
unos diez años con mechones rojizos y rizados acompañada de un señor de traje
que conducía una carroza entraron a la tienda, al observar todo le interesaron
todos los animales, pero únicamente se llevó a un pequeño pangolín, a Adiel y a
Ba con ella.
Después de eso, entró una viejita
con piel negra, pelo corto teñido negro, con bastón y lentes de fondo de botella
que exploró a los animales pequeños y se llevó a Zón.
Dando las dos de la tarde entraron
unos trillizos con chinos y pelo café, tenían los ojos verdes y una pequeña
cicatriz en la nariz. El primer niño se llevó al pequeño murciélago, el segundo
niño se llevó dos peces dorados y el tercero se llevó a Zoé.
Los cuatro se fueron por caminos
completamente distintos. Adiel y Ba se quedaron en una funeraria por una semana
y después escaparían para poder llegar con los huevos de Adiel los cuales ya
habían nacido. Zón se quedó cerca de la playa, pero no le duró mucho el gusto
ya que la viejita murió y tuvo que escapar para poder sobrevivir, ahora anda
vagando sin rumbo en la playa tratando de llegar al pantano. Zoé se fue a una
casa en medio de la ciudad, tristemente al mes de adoptada la echaron por el
inodoro llegando al mar, se pudo encontrar con Zón…
¡Cuidemos el planeta!
Créditos: Doctor Suavecito
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