Sangre. Primer microrrelato.

Sangre

En una noche, nuestro querido conde salió de su siniestro castillo dirigiéndose hacia la ciudad a pesar de que esté muy iluminada para su gusto. Había un vampiro en la ciudad, un conde lúgubre, un distinguido murciélago humanoide en busca de… ¿Qué buscaría un vampiro en la gigantesca ciudad? ¿Una nueva víctima? ¿Algo para comprar? ¿Poder remodelar? ¿Una vampiresa? ¿Una aventura de una sola noche?; buscaría una acompañante quien quisiera ser su condesa…
Al llegar a la ciudad, comenzó a dirigirse de bar en bar sin parar, cuentas millonarias pedía y esas las eliminaba con pequeños pedazos de oro que siempre traía consigo, parecía que jamás se le acabaría. Antes de regresar a su castillo visitó el último bar de la ciudad y ahí encontró una cantante; ella era tan hermosa que es indescriptible toda la beldad que contenía, su voz era angelical y única, estaba cantando una canción – correrá mi sangre, las pieles se unirán, quiero verte de nuevo pues mi deseo jamás desaparecerá – lo demás fueron palabras que el conde no pudo diferenciar.

Al seducirla pudo convencerla de irse con él. Estando detrás del bar, las luces empezaron a mostrar el verdadero ser de cada uno; ella estaba cubierta de maquillaje ocultando su verdadero rostro y él se hizo cenizas cubriendo la cara de la cantante…


Créditos: Doctor Suavecito
Créditos de imagen: Fritz

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